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Mi nivel de estrés se encontraba por las nubes. Desde hace unos días, Anne no se ha detenido de recordarme lo muy elegante y presentable que debo de estar para la boda de su hermana.

Sí, Peyton se casaría.

Lo más fascinante del caso es que su prometido resultó ser Gabriel McAdams, el tacle defensivo de los Vikingos de Minnesota, y un muy buen chico según Anne, quien no se detuvo de gritar y saltar emocionada por la noticia.

Al parecer todo el rencor pasado quedo exactamente ahí... en el pasado.

—Aún no puedo creerlo. Siempre supe que a Gabe le gustaba Peyton. Él también jugó mucho tiempo en las ligas menores con Kyle y David, pero jamás me hubiese imaginado que lograría salir con ella. Es un chico muy tímido —me comentó después de que colgó la llamada de su hermana junto a una sonrisa enorme en su rostro.

Me pareció gracioso que me invitara tan de inmediato, porque yo planeaba invitarla a ir conmigo a la boda de Kayla también.

—Iré contigo si tu vas conmigo a la boda de mi tía —le solté y ella alegremente asintió. Iremos a dos bodas, una bastante cerca de la otra. Será una situación interesante.

— ¿Irás a una boda en donde no conoces a nadie? —me soltó Josh en cuanto le comenté sobre las bodas a las que tendría que ir. Últimamente, ha estado de un humor de perros, adicionándole que la portada en la que Phoebe aparece saldrá ésta semana, y su humor da asco. Realmente da asco.

—Conozco a Anne —me defiendo de sus palabras sin apartar mi mirada de mi computadora.

—Es la boda de su hermana, Theo. ¿Seguro que esto no es demasiado?

— ¿A que te refieres?

—No la conoces, ¿cuántas veces debo decírtelo? Apenas llevas con ella un mes y unos cuantos días siendo amigos, y ya vas a ir, no solo a una, sino a dos bodas con ella.

—Es mi mejor amiga, ¿cuántas veces debo decírtelo yo a ti? —contraataco en su mismo tono —La conozco lo suficiente.

—No me vengas con eso ahora, Theodore. Yo te conozco desde que usabas pañales y sí, se que los dejaste a los nueve años.

—Tu eres mi hermano. No es lo mismo.

—Mira Theo, te adoro, en serio que lo hago, pero últimamente estas tan... diferente. No eres tú en lo absoluto.

—Tal vez, pero nunca me había sentido mejor.

—Tom también lo piensa, no sé si sea por esa chica o no, pero te esta cambiando, y mucho.

— ¿Y eso es algo malo? —pregunto mirándolo directamente a los ojos.

Él simplemente no habla, me mira analizando mis palabras y pensando en alguna posible respuesta.

—No lo es, Theo. Pero tampoco quiero que olvides quien eres. ¿Recuerdas? Aquel tonto niño mimado que nos metía en problemas siempre... —su brazo se pasa por mis hombros entre risas.

Al menos el ambiente se ha aligerado bastante.

— ¿Yo? Pero si siempre eras tú el que nos metía en problemas, Pearson.

— ¿Quién era el que destruía las margaritas y ventanas de la vieja Bannen? Tú, mi querido amigo, creo que Charles le reconstruyo la cocina de la cantidad de veces que enviabas las pelotas a su casa y aterrizaban en absolutamente todas las ventanas. ¿Cómo lo hacías, Theo? —pregunta junto a una carcajada —Siempre le dabas a una distinta y mira que esa casa tenía muchas ventanas.

—Era un don —continuo riendo junto a él, volviendo a mi computadora en esta ocasión.

— ¿Qué haces?

Theo, Schlesinger IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora