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Soy una buena persona, estoy completamente seguro de que soy una buena persona, entonces ¿por qué tengo ganas de ahorcar a todos los especímenes masculinos de dieciséis años en este momento?

Todos, absolutamente todos los amigos de mi hermana están encima de mi novia, ¿qué demonios ocurre con estos niños?

— ¿Qué ocurre aquí? —pregunto haciéndome espacio entre la gente para llegar a mi mesa.

— ¡Theo! No me dijiste que Anne era tan fuerte, ha derrotado a todos los chicos, es increíble.

— ¿Que ha hecho qué?

Anne está sentada en nuestra mesa, con uno de los amigos de mi hermana frente a ella. ¿Están jugando pulso? ¿En serio?

—Anne, ¿qué haces?

—Ahora no Theo, dame un segundo —en menos de cinco segundos el brazo del chico da al otro lado, junto a un lloriqueo y una risa ganadora de mi chica —. Listo, ahora sí. Lo siento chicos, pero es todo por hoy, necesito descansar, gracias...

Anne me toma de la mano y ambos salimos de ahí, de nuevo. Ésta fiesta es básicamente música escandalosa, mi hermana bailando y riendo con sus amigas, y toda mi familia comiendo y charlando como si nada ocurriera a su alrededor.

—Conocí a tu tía —dice Anne riendo en mi oído. Ambos estamos sentados en uno de los sofás vacíos afuera del salón de la fiesta.

—Por favor dime que te dijo algo bueno...

—Me contó sobre de tu colección de agujas.

—La mataré —Anne se ríe sonoramente escondiendo su rostro en mi pecho —. No puedo creer que te lo contara... nadie lo sabe, ni siquiera mis amigos.

— ¿En serio?

—Es una pequeña manía que tengo desde pequeño. Kay entró a clases de costura una vez cuando yo tenía unos seis o siete años. No recuerdo muy bien.

— ¿Qué no es Chef?

—Así es, pero por alguna razón siempre fue uno de sus sueños aprender a fabricar su propia ropa. El punto es que cuando venía a visitarnos le mostraba sus progresos a mamá. Eran vestidos horribles, en serio, daban pena, y una vez papá vio uno en el sofá —la mirada graciosa de Anne es épica —. Dijo que por qué habían trapos en la sala, fue el fin de la carrera de mi tía.

—Eso es muy triste.

— ¿Triste? ¡Te estás riendo! —nuestras risas se fusionan. Bajamos el volumen cuando unas personas toman asiento frente a nosotros.

—Tal vez si tenía el talento necesario y tu padre le quemó las esperanzas de un solo golpe.

—Cuando se fue, dejó una caja llena de diferentes agujas y alfileres en mi casa. Me encantaron por alguna razón así que las escondí en mi habitación. Cuando Kay volvió, las encontró en mi mesa de noche y me preguntó que por qué las tenía, así que le dije que las quería coleccionar. Desde entonces es la única que sabe mi pequeño secreto, o al menos lo era.

— ¿Por qué las coleccionas? —pregunta recostándose en mi pecho jugando con los dedos de mi mano izquierda.

—Al principio me gusto su color plateado y el frío del material. Luego me pinché con una y extrañamente me encantó la sensación. Era diferente a una inyección, siempre he odiado las inyecciones.

— ¿Así que te pinchas con ellas?

—Antes lo hacía, luego tuve un accidente con una un poco profunda y dejé de hacerlo. Tenía unos once años. Ahora solo las guardo en una caja y ya.

Theo, Schlesinger IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora