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Muchas veces, mi padre me dijo que cuando conociera a una chica, y ella me llamase la atención, la olvidara.

Nunca lo entendí, hasta el día de hoy.

Suena tan simple, pero es tan complejo que me impresiona el hecho de siquiera entenderlo.

Vendrá antes de que lo esperes, y cuando lo notes, ya será muy tarde... habrás caído por ella.

"Encontrarás a muchas chicas en tu vida, te sentirás atraído por alguna de ellas, pero olvídalas a todas si no te toma desprevenido el sentimiento, Theo. Porque la indicada vendrá antes de que lo esperes, y cuando lo notes, ya será muy tarde... habrás caído por ella".

Todo este tiempo pensé que la indicada era Sophie. Pero al parecer, estaba muy equivocado.

Los brazos de Anne siguen alrededor de mi cuello, su cabeza se posa tranquilamente entre mi pecho y mi hombro. La música es lenta y tranquila, las personas bailan y conversan entre ellas sin prestarle mayor importancia a nada en realidad.

Coloco mis manos en sus hombros, haciendo que levante su cabeza de su cómoda posición.

No digo nada, tan solo tomo su mano y salimos del lugar, a una de las grandes terrazas que posee el hotel. No es hasta que suelto su mano que me doy cuenta de mis nervios. Literalmente estoy temblando.

— ¿Ocurre algo Theo? —ella pregunta con su voz un poco más suave de lo normal. También está nerviosa, puedo verlo en la forma en la que sus manos buscan desesperadamente algo con que distraerse.

— ¿Qué fue lo que sucedió? —pregunto sin pensar.

Anne me mira sin saber que responder. Ignorándome por completo, camina por el lugar hasta detenerse frente a la barrera del balcón, mirando el paisaje nocturno que tenemos en frente.

Camino detrás de ella. La abrazo por la cintura colocando mi cabeza en su hombro, dejando un casto beso en su cuello y otro en su mejilla, haciéndola sonreír. Estoy cien por ciento seguro de que está sonrojada.

—Debí darme cuenta antes, lo siento —digo sin cambiar la posición de mi cuerpo.

—No te disculpes, yo también debí darme cuenta desde hace mucho tiempo... somos tan tontos —su risa será siempre una de mis cosas favoritas en todo el mundo.

—Creo que todos lo sabían desde el comienzo.

— ¿Desde el comienzo de qué exactamente? —pregunta acariciando mis brazos que siguen al rededor de su torso.

—Pues, desde que te conocí supongo. No lo sé con exactitud.

—Esto es extrañamente cómodo, ¿lo has notado?

— ¿Te disgusta? —pregunto un tanto asustado.

—Para nada, solo digo que, es como algo normal entre nosotros. A decir verdad siempre actuamos así y es un poco abrumador pensar que se puede estar tan bien con alguien, eso solo suele pasar en las películas o en las novelas románticas —vuelve a reír esta vez girando sobre sus talones, mirándome directamente a los ojos. Ni siquiera me da tiempo de reaccionar cuando siento sus labios chocar dulcemente contra los míos.

El beso es lento, tranquilo y muy agradable. Mis brazos se aferran a su cintura, acariciando su espalda de forma delicada. Los brazos de Anne están alrededor de mi cuello. Sus dedos se introducen en mi cabello, volviéndome completamente loco.

— ¿Debería sentirme mal de que me hayas mentido? —una voz un poco aguda nos interrumpe, asustándonos a ambos. Peyton nos observa con una increíblemente amplia sonrisa en su rostro —Lo dejaré pasar, solo porque realmente me agradas, Theo —siento a Anne aferrarse más a mi. En un instinto protector, coloco mi mano en su espalda, dándole leves caricias tranquilizándola de a poco.

Theo, Schlesinger IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora