Capítulo 13: Siempre son los calladitos.

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Los eventos de aquel día te habían dejado mal cuerpo, pero aún quedaban cosas por vivir ese día, cosas emocionantes. Después de darte una ducha y ponerte "guapa" empezaste a agobiarte un poco, así que saliste al balcón para tomar el aire. Miraste al infinito divagando y te quedaste pensativa de nuevo. Unos pequeños pasos sonaron en la madera. Cosa subió hasta el balcón de piedra y se quedó mirándote.

-Hola Cosa, ¿Qué tal está Miércoles? No la he visto en el resto del día. Preguntaste.

Él respondió con sus gestos, que empezabas a entender, era más fácil de lo que pudiera parecer en un principio.

-¿En el pueblo?- Más gestos en respuesta -¿En serio ha intentado escaparse?

-Exacto, lo he intentado.

Te giraste con un sobresalto "me vais a matar entre todos".

-¡Coño!- Soltaste. - ¿Puedes dejar de aparecer detrás de mí sin avisar?

-Me gusta ver la mirada de terror en una persona asustada.- Miércoles estaba detrás de ti, mirando acusatoriamente a la mano, que se encogió un poco.

-¿Por qué quieres escaparte?- Ignoraste su afilado comentario.

-Eres un chivato.- Acusó a la pobre mano.

-Me niego a ser una locomotora que va por los raíles de la ordinariez siguiendo los deseos de mi madre. Yo no soy como ella.

-Vale, de acuerdo, aunque Nunca Más no tiene mucho de ordinario.

-Parece ser que esta noche hay algún tipo de festival horripilante con fuegos artificiales.- Tú asentiste.-Puede que sea justo la distracción perfecta para salir de aquí, sólo necesito alguien que me lleve a la estación.

Tú estabas siendo feliz en esa escuela y te pareció chocante que esa chica quisiera salir de allí, aunque probablemente ella no estaba viviendo las mismas cosas que tú, o eso esperabas al menos.

-Tú tienes 17 años- Te confirmó.

-¿Cómo lo sabes?- Preguntaste atónita.

-¿Tienes coche?- Te ignoró de nuevo.

-Sí, pero está un poco lejos, en Nueva York exactamente. Lo siento, no puedo ayudarte.- La decepción se hizo visible en su rostro.

-¡Todo es una mierda!

Las dos os volvisteis ante el alarido que venía desde la puerta. Enid estaba muy alterada y con lágrimas en los ojos. Cuando os localizó se dirigió hacia vosotras.

Abrió la ventana y parecía menos alterada, pero las lágrimas recorrían su mejilla. Sin decir nada se apoyó en la barandilla de piedra. Miércoles y tú os mirasteis y luego a ella. Te acercaste un poco.

-Enid, ¿Qué te pasa?- Dijiste suavemente, frotando tu espalda.

La mujer lobo sacó su teléfono y te lo dio con la pantalla encendida. En él había una imagen de una especie de anuncio.

¿"Terapia de conversión para licántropos tardíos"?- Leíste en voz alta, arqueando una ceja.

-Mi madre siente que soy una decepción por no haberme transformado todavía. Insiste en forzar el proceso.

-¿Aún no te has transformado? ¿Se supone que eso debería ser un problema?- Preguntaste apoyándote a su lado.

Enid sacó sus garras.

-Es todo lo que puedo llegar a hacer. He ido a los mejores licanólogos, pero existe la posibilidad de que no me transforme nunca.

-¿Qué pasará entonces?- Preguntó Miércoles desde la distancia.

Amor, Marginados, flores y monstruos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora