Capítulo 28: ¡Me llamo Laurel!

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Quisiste no mirar como la joven se alejaba, odiabas estos momentos. Una suave caricia por la espalda te despertó de aquel sueño triste en el que te encontrabas.

-Lo siento mucho Riley, sé que te importaba.- Te dijo sin temores, no era algo extraño que lo dijera en público.

-No pasa nada, creo que lo superaré.- Te lo decías más bien a ti misma.

-No sé si es el mejor momento, pero hay algo que me gustaría enseñarte.- Eso te pilló con la guardia baja y la miraste quizás demasiado rápido.-No te asustes, creo que te va a gustar, ven conmigo.

Obedeciste, intentando ignorar la mirada de disculpa de Bianca y los demás. demasiado tarde, "Brittany"

En un tranquilo paseo, fuisteis al invernadero. El sol no tenía mucho tiempo más para brillar, lo que hacía aun más triste ese día tan raro.

Marilyn abrió la puerta y te dejó pasar delante. Notaste algo raro en el invernadero, había algunas probetas y cacharros de química, no pudiste evitar mirar a la pelirroja con curiosidad.

-Oh, no te preocupes por eso, hago fertilizantes naturales, no hay nada mejor para mis pequeñas.- Dijo sin que le preguntaras. Estabas triste, triste y furiosa.

Todo el sufrimiento que habías pasado no había servido de nada. Xavier estaba encerrado injustamente mientras el verdadero asesino estaba libre, sin un amo a quién ofrecer sus instintos asesinos y habías perdido a una gran amiga.

-Oh, cielo, dime qué es lo que te ocurre, ¿es por Miércoles?.- Te preguntó indicándote que te sentaras en un taburete. Tú negaste con la cabeza.

-Es sólo que... estoy harta de este lugar.- Te sinceraste. Ella te cogió suavemente la cintura.

-Nos iremos pronto Riley, te lo prometo.- Aseguró. Notaste cierta oscuridad en su voz, pero no le diste importancia. –Tengo que terminar con eso.- Dijo separándose y dirigiéndose al escritorio.    -En seguida estoy contigo.

Asentiste mientras te limpiabas las lágrimas con la manga. Miraste lo que estaba haciendo, estaba ciertamente muy concentrada. Calentaba en un vaso de química una especie de líquido azul brillante, tenía un color muy bonito. De una pequeña plaquita, introdujo ese extraño líquido en una jeringuilla, demasiado grande para tu gusto.

-Bien, ya estoy, a lo que íbamos.- Dijo apagando el fuego.

Cogió su bolso y lo puso encima de la mesa. De él sacó unos papeles, y lo que parecían unas fotografías o folletos. Tú intentabas mirar por encima de su espalda, sin mucha suerte.

-Vale, Riley, necesito que te levantes y cierres los ojos.- Parecía ilusionada, ni rastro de ese tono oscuro de antes. Te pusiste de pie.

-Venga, no seas mala, ciérralos.- Insistió, ocultando lo que fuera eso detrás de ella.

Obedeciste y sentiste que ella se acercaba.

-Dame tu mano.- Tú se la ofreciste encantada, notando como ella la agarraba suavemente, poniendo algún tipo de papel en ella.

-Vale, ya está , abre los ojos.

Los abriste. En principio no viste nada hasta que tu mirada se dirigió a tu mano. En ella había un folleto con un sol gigante y unas letras.

-"Santa Mónica"- Leíste, comprendiendo de qué iba todo eso.- Me encanta, siempre he soñado con un sitio así.- Estabas ahora con una ilusión nerviosa, olvidando por completo todos tus tormentos.

-Tiene todos tus requisitos, playa, sol, y por supuesto está muy, pero que muy lejos de aquí.- Su cara pareció alegrarse de la buena impresión que te causó la idea.- Pero... eso no es todo, ven, mira.

Amor, Marginados, flores y monstruos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora