Capítulo 5: Lo que yo piense o deje de pensar o de sentir es indiferente

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El despertador sonó y parpadeaste, pero no despertaste, no habías dormido. Pensando en la noche anterior. Tomaste la decisión de aclarar las cosas, pero el miedo al acercarse ese momento te hizo dudar. Un bostezo exagerado perturbó la calma reinante.

-Buenos días.- Dijo Enid con la voz ronca. Parecía no guardar rencor por tu indiferencia de anoche, cosa que agradeciste.

-Buenos días.- Respondiste.

Comenzaste a ponerte el uniforme deshaciéndote de las prendas impregnadas de perfume con las que pasaste la noche, depositándolas con cuidado en un lado de la cama.

Era miércoles y tu primera clase era botánica. Por lo menos la tortura acabaría pronto.

Después de desayunar caminaste a tu destino en silencio junto a Enid, que se aclaró la garganta y te agarró del brazo para aminorar tu marcha.

-Oye Riley.- Dijo tímidamente.- Sé que no quieres hablar de ello, pero, ¿qué pasó anoche? Volviste a la habitación con cara de haberte pasado un coche por encima y, joder, te metiste a la cama con ropa. Llámame paranoica pero creo que me ocultas algo.

Tú negaste con la cabeza, pero en verdad tenía mucha razón.

-No es nada Enid, no te preocupes.- Decidiste hablar a tu amiga en un tono suave para no poner en peligro vuestra amistad porque tú no sabías disimular.

-Entiendo que no me lo quieras contar, pero si te decides a hacerlo, estaré aquí para escucharte, eres mi "supercompi".- Dijo sonriéndote en confianza y dándote un pequeño abrazo.

Sonreíste de vuelta, y frotaste su hombro suavemente. En el fondo desearías hablarlo con alguien, pero sabías que no podía ser, no era tu intención que la "reina cotilla" de Nunca Más descubriera tu secreto.

-Gracias Enid.- Dijiste entrando ya en clase.

Xavier te saludó sonriente desde su asiento y te vino a la cabeza aquel comentario de Enid sugiriendo que le gustabas.

Con una sonrisa cansada te sentaste en tu sitio.

-Vaya, parece que te ha atropellado un camión.- Dijo el joven contemplando tu aspecto demacrado.- ¿Te quedaste hasta tarde en el invernadero?-

Diste un respingo y comenzaste a toser. ¿Él sabía qué habías estado allí anoche? Te pusiste nerviosa y Xavier te hizo un gesto tranquilizador al verte perder los nervios y hundirte en el asiento.

-Volvía justo de correr cuando os vi entrar a Thornhill y a ti.- Afirmó.- ¿Trabajos extra escolares?- La pregunta te resultó incómoda. No tenía forma de sospechar lo que pasó allí y seguramente no lo decía con esa intención.

Tú aclaraste tu garganta.

-Necesitaba ayuda con unas plantas.- Dijiste con toda la serenidad que te podías permitir.

Obviamente vuestro tono era privado, ya que Marilyn estaba sentada en su escritorio, ese mismo escritorio sin levantar la mirada. Hiciste un ademán de mirarla para que se diera cuenta y ella levantó los ojos hacia ti con una mirada inexpresiva que en seguida volvió al libro que tenía encima de la mesa. No sacaste nada en claro.

La clase fue algo distinta a como solía ser. La Srta. Thornhill parecía la misma, pero pudiste sentir una fría indiferencia hacia ti. No hubo miradas, ni preguntas al aire, solo la sensación de estar siendo evitada.

-¿Vienes a tomar algo a la cafetería? Es nuestra hora libre.- Dijo Xavier cuando sonó el timbre mientras recogía sus cosas.-

Era el momento, la pelirroja seguía apoyada en su escritorio como de costumbre y no parecía tener intención de salir de allí. Era tu oportunidad, abordarías a esa mujer y aclararías tus dudas de una vez por todas, por mucho que doliera y por mucho que te temblara cada músculo de tu cuerpo.

Amor, Marginados, flores y monstruos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora