| STIGMA | "Se necesita valor para estar orgullosa de lo que eres".
Donde Terra deberá superar los obstáculos que se le presentan para lograr estar al lado de su mate por el que tanto espero.
Por cuanto tiempo podrá ocultar su secreto.
#1 sueclearwa...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"𝖀𝖓 𝖒𝖚𝖓𝖉𝖔 𝖓𝖆𝖈𝖊 𝖈𝖚𝖆𝖓𝖉𝖔 𝖉𝖔𝖘 𝖘𝖊 𝖇𝖊𝖘𝖆𝖓".
━━━━━•♤•━━━━━
—¿Estás segura de que estás cómoda ahí?.
—Seth, por enésima vez estoy bien tranquilo.
Hoy había sido mi tercer día de clases y todavía nadie se me había acercado para hablar. Había intercambiado unas palabras con algunos sin importancia y con una chica que aparentaba ser amable pero a la primera que abrió su boca me demostró que todo era una pantalla.
Me hablaba de manera irónica queriendo menospreciarme con cualquier cosa. Obviamente habló sobre los Cullen criticando el hecho de que yo pudiera estar con ellos, decía que lo más probable es que fuese porque me tenían lástima por ser la nueva.
Decidí no responderle ni de mala manera o agresivamente, eran mis primeros días en el liceo por lo que no quería tener ningún problema. Debía manejar mi temperamento y ella es un buen entrenamiento.
Claro que Seth estaba más que preocupado de la falta de "amigos", pero lo calme diciendo que no iban a surgir de la nada y que con el tiempo me relacionaría más.
El no sabia de mi relación con los Cullen, le había prometido que me mantendría lejos y además no quería preocuparlo, ya bastante tenía con pensar que estamos compartiendo el mismo lugar.
Sabía que él me seguía desde mi casa hasta el límite del tratado para cuidarme. Era lindo sentir su presencia y aunque no lo necesitaba me daba aún más seguridad.
Cada vez que ponía un pie en territorio de los fríos el aullaba con fuerza como un cachorro. Daba mucha ternura.
—Puedo convencer a los del consejo para que te dejen ir al instituto de la reserva—dice.
—Tranquilo, el lugar es perfecto y parecen ser buenas personas la mayoría—digo.
Doy la última mordida a mi cucurucho para sacudir de mis manos las migas. Habíamos decidido salir en la tarde, después de almorzar en nuestras casas pos escuela, a una heladería pequeña del lugar.
Estábamos tonteando un poco empujandonos y molestandonos; de un momento a otro èl por hacer un movimiento demasiado brusco se le terminó por caer el helado al suelo. Su cara pasó a un tono rojo rápido de pura vergüenza como el día de la cafetería y me había dado tanta ternura que había decidido comprarle otro.
