Un objeto valioso perdido

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El silencio suele ser bien visto en el ser humano y tomado como virtud. Una persona normal lo asocia a la paz interior y demás estados de armonía. En mi mundo el silencio tiene un tinte distinto, por lo general es el preámbulo a algún ataque.

Un sitio con tanta paz para mi es algo cargado de riesgo. La cancha de tiro contaba con diversas formas de ataques y aquel día estaba latente en mí el acecho de algo o alguien.

No pude disfrutar del beso de Ana, por tener aquella maldita sensación. Hasta que algo se movió en la zona en que habíamos dejado las cosas de Ana. La velocidad con que esquivo mi asalto me hizo imposible dar en el blanco.

En otras circunstancias el miserable hubiera muerto de un solo disparo, pero aún sentía los labios de Ana sobre los míos. Distraído, bien acompañado y abordando situaciones que jamás había estado presentes en mí.

Trasladé lo sucedido al grupo a través de un mensaje, fue recibido por todos con cautela. Les pasó lo mismo que a mí, por mi cabeza pasó la idea, que detuviera ligado a mi y no con Ana. Haber dejado atrás el mundo criminal, no garantizaba que nuestros adversarios se quedaran allí.

Ahora más que nunca éramos un blanco fácil para cualquiera de ellos. Trnai presente además, el individuo que vi correr a campo abierto y esquivar las balas en nada se parecía al ex de Ana.

Ludov era alto y robusto, el cuerpo de un hombre acostumbrado a las labores de un rancho. A quien le disparé, de baja estatura, delgado y ágil en movimientos.

“—Hablaremos mañana, después que lo hagas con Klein.” Respondieron luego de dar los detalles de lo sucedido. Permanecí en casa de Ana hasta que se durmió, una vez lo hice intenté abandonar la casa, pero no pude.

No era Ludov el que merodeaba en la zona de entrenamiento, era alguien distinto. De ser así, ¿Qué otra persona estaba interesada en dañar a Ana? Ludov pudo pagar a alguien para hacerle daño ¿Por qué tanto interés en dañar a una mujer que ya estaba destruida?

Jason Frederick canceló la cita conmigo, había viajado a Berlín en búsqueda de pruebas para librar a su casi cuñado de la cárcel. Eso me dejaba en manos de Damián Klein, un americano hijo de padres alemanes.

El hombre que avanza hacia mí escoltado por dos guardas lo hace con la vista fija en mi rostro. No hay en él un atisbo de tolerancia, buena disposición y empatía. Resulta extraño que todo eso me lo diga su rostro o andar, pero es así.

—¿Nikolái Borch? —pregunta a quemarropa y sin sentarse.

—Damián Klein —replico en el mismo tono que él y señalo la silla —póngase cómodo.

En silencio y sin mover un músculo permanece hasta que es esposado a la mesa que está fija en el suelo. La silla es en metal y también está sujeta al suelo. Está en prisión porn ser acusado del asesinato de sus padres, la que lo señaló, su única hermana.

Y yo que creí, era el único con una familia maldita.

—Frederick está en Berlín, mi hermana y sobrinos se encuentran solos.

—Conozco los detalles. Dígame que desea de mí.

De esa forma le indico que llegue al punto. Mientras le cuidaba el sueño a Ana me puse al tanto de los detalles de los Klein y lo que asociaba con el Marín.

—Necesito que alguien cuide de ellos.

—¿Hasta que el marin regrese?

—Hasta que estén seguros, deseo que su entorno lo esté —responde rápido.

—¿Requiere ayuda para salir de aquí? —niega e insisto —puedo darle una mano…

—No asesiné a mis… —la risa que sale de sus labios no llega a sus ojos y al enfrentar mi mirada encuentro a un hombre herido —no sé si es correcto llamarle padres.

NIkolái 5to libro saga Angeles o demonios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora