Las luces del jardín y ventanas guiaron a Nikolái en la última curva. Guardó silencio al verme sonriente ante aquel paisaje que no vi en años. Circunstancias adversas me impidieron deleitarme de ella como lo hubiera querido.
La edificación en piedra con ventanas abiertas, de un solo piso y tipo cabaña, porque mi padre soñaba con hacer una de tres pisos en lo alto de la pradera. Una promesa hecha a mi madre, que sigue vigente y de la que solo se olvidará al morir.
Muchas anécdotas escondían esas dos construcciones, llenos de risas y sueños. Es de noche e imposible ver más allá de lo que el auto nos lo permite, no necesito de luz extra.
Los árboles de frutas que crecieron alrededor de la casa y de la que fuimos culpable Natalie y yo de niñas. Papá nos hizo una banca y un pequeño parque en madera, en donde acostumbrábamos a comer las frutas recolectadas en el bosque. Con el tiempo, las semillas lanzadas por ambas, germinaron y mis padres consideraron buena idea dejarlas crecer.
"—El recuerdo que nos dejaran las golondrinas cuando emigren a su propio hogar."
Cada metro transitado, hacía más nítido los recuerdos. De vez en cuando sonreía ante ellos y Nikolái me permitió disfrutar de esa postal guardando silencio.
Al final del camino, se topó con uno en forma de Y que dividía el tránsito a casa de mis padres y Natalie. Toda la familia reunida en la división de ambos, sonrisas, abrazos como si no me hubieran visto hace unas horas y llevará años sin verle.
Nikolái se ajustó a las normas de la casa, esas que mi hermana insistió en recalcarlas a pesar de la resistencia de mis padres, quienes ya lo tenían como miembro de la familia.
No tuvo problemas en entregar las armas a papá, en ocupar una habitación solo. Tampoco se quejó porque la cama fuera pequeña, yo si lo hice. Era imposible que él lograra descansar en ella.
"—Es eso o un hotel" advirtió mi hermana a quien el mal humor estaba excediendo el límite de paciencia de mis padres. Al final de la noche y tras una larga jornada, Nikolái restó importancia a todas las reglas.
"—Estoy acostumbrado a ellas, no son tan letales como la del prefecto."
Asocié al prefecto con las cicatrices en su espalda y sin llegar a conocerlo o saber los motivos de esa bestialidad. Lo odié.
Dijo aquello de forma jocosa dejando a mis padres preocupados. Recordé que olvidé mencionar no tuvo familia y la que ostenta hoy día es adoptada.
No era yo quien debía decirlo, así que hice como si no lo hubiera escuchado.
Al día siguiente, a tempranas horas de la mañana, lo escuché reír con mis padres. Se acopló a las madrugadas y tomó a pecho aquello de ser los músculos y brazos, qué papá necesitaba.
Tres días después seguía con el mismo ritmo. El cobertizo, cercas, corral de los cerdos y casi todo empezó a tener vida, gracias a papá y a él. Fue tanta la camaradería entre ambos, que le hicieron una adaptación a un coche de bebé a Dante y los chicos lo usaban para pasearlo.
A él, también le sirvió el cambio de escenario, disfrutaba de los juegos, mimos y de toda la comida que los chicos insistían en darle a toda hora.
Salvo el mal carácter de Natalie, todo marchaba sin conflicto. A mi hermana la visita de Nikolái, no le agradaba y no se molestaba en ocultar.
En este instante quien le discute es mamá, yo desistí de hacerla entrar en razón. Me bastaba con saber que se había ganado el respeto y cariño de mis padres.
Recojo todo lo que necesito para mi escapada al lago escuchando la discusión entre mamá y Natalie.
— Los detalles pesan más que las palabras y ese hombre la ha llenado de ellos para con Ana. —le siento decir —le dio un anillo.
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NIkolái 5to libro saga Angeles o demonios.
Misterio / SuspensoNikolái nunca ha estado en la legalidad, tampoco ha tenido un hogar, dos cosas a las que debe enfrentarse tras la disolución de los cincuenta. Tiene un empleo, la oportunidad de soñar con una nueva vida y el peso de un pasado doloroso. Ninguno de e...