Desquite

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Nikolái

El lugar escogido era perfecto para las pruebas, lejos del ruido y sin vecinos molestos. Las personas ante mí lo desconocen, pero ya están dentro. Decirlo era bajar el rendimiento y deseaba ver como se manejaban en competencia.

La competitividad solía sacaba lo peor y mejor de cada individuo dependiendo el grado de cada uno. Mi móvil vibra en mi bolsillo por enésima vez y le ignoro. Stan y los demás han estado enviando emoticones cada veinte minutos, distrayéndome.

Las cuatro de la tarde, mi estómago ruge y mi piel hierve por la exposición al sol, estoy hambriento de mal humor y ellos lo saben. Cincuenta y cinco personas, divididas en grupo de once y este era (gracias a todos los dioses), la última prueba.

—¿A dónde carajos vas? —cuestiono a mi perro que ignora mis llamados y sale despedido por el sendero —no quiero animales muertos en mi auto —le advierto.

—Dudo que entienda. —Alcanzo a escuchar y me causa risa.

¿Cómo les digo? Dante tiene más sentido común y astucia que todos ellos juntos. En todos estos años a su lado lo he aprendido y entiendo menos su comportamiento el día en que lo rescaté.

Lo conocí en una pelea clandestina, Dante era la estrella y todos iban a verlo ganar. Era mi primer y único en ese tipo de lugares a donde llegué buscando a Carlo. La imponencia de lo que allí estaba por suceder y elegancia del animal llamó mi atención obligándome a permanecer más de lo esperado.

Pocas cosas calan hondo en mí y aquel día fue de las peores. Ver a dos inocentes hacerse daño entre sí y a sus dueños pujar por el mejor me asqueó. El adversario era un perro blanco al que todos apostaban como ganador.

Me quedé allí ante la seguridad que Dante iba a ganar, todo indicaba para mí que lo haría. El otro animal no tenía oportunidad, no obstante, por alguna razón desconocida, se rindió en el primer ataque. Se desplomó en segundos, no volvió a levantarse dándole ventaja al otro para dañarle. Me dolió verlo derrotado, aunque nunca lo había visto ganar, sabía que había un ganador en él.

¡No lo entendí! ¿Cómo era posible?

Las murmuraciones a mi alrededor le dieron una explicación. Su dueño lo había obligado a pelear cuatro veces en la noche, otra persona aseguró que eso no era impedimento en otras ocasiones. Las suposiciones aumentaron y rápido llegó la verdad.

"—Ha ganado en seis ocasiones seguidas y sin interrupción. Cesar vendió la pelea, lo drogó."

Una vez dieron como ganador al perro albino sacaron a Dante malherido y agonizante. A duras penas se sostenía en pie y decidí seguir a los dos hombres que lo sacaban. Al tal Cesar, ni siquiera se molestó en ver hacia él cuando eso ocurría. Contaba un enorme fajo de billetes, la última vez que le di un vistazo.

"—Lo compro." Dije a los hombres que se disponían en el callejón a acabar con su agonía. Me miraron sonrientes y se encogieron de hombros "—No vale ni un rubro, te lo concedemos." "—Es salvaje, acabarás matándolo." Sentenció el segundo.

Estaría un tiempo en Moscú, mi trabajo sería allí por cuatro meses. Fue en la época en que Noah y Akim estaban en Escocia. Tuve tiempo para cuidar de él y llevarle a un veterinario. Nunca fue agresivo conmigo, su comportamiento se asemejaba más a la depresión y derrota.

Era como si quisiera morir y se negaba a recibir medicamentos o comida. Me costó traerlo de vuelta, pero lo logré. Dante me ayudó a sanar mis heridas, lo hicieron junto con las suyas. Llevado por la intriga quise darle comida mezclada con sedante, en mi mente rondaba una vaga idea. Busqué el mejor filete, lo inyecté con una dosis pequeña, se lo di junto con otro limpio y esperé.

NIkolái 5to libro saga Angeles o demonios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora