Peligro

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El jefe de recursos humanos me entrega la carta de despido con rostro pesaroso. Guardo silencio ante la imposibilidad de dar una excusa, no las tengo. Ludov se encargó de acabar con todas ellas, en todas las veces que ha llegado a hacer escándalos. Me costó mucho hacerme a una carrera universitaria, han sido muchos los sacrificios que tuve que hacer. Solo para ver a Ludov volver y hacerlo mierda.

—Lo lamento, Ana Lucia. — se excusa —La junta directiva decidió prescindir de tus servicios.

—Gracias, por la oportunidad.

Un nudo se cruza en mi garganta cuando estrecho su mano, mi jefe se queda con ella por largo tiempo. ¿Cuánto tiempo hace desde que pisé esta oficina por primera vez? Dos años, tres meses y dos días. Cargada de sueños y esperanzas. Lejos y con Ludov tras las rejas mi vida sería diferente.

¡Qué estúpida!

—¿No vas a preguntar los motivos? —enarca una ceja esperando.

No es necesario, después del tercer escándalo, supe que estaba viviendo los últimos días felices en la financiera. Dos maravillosos años, lejos de todos los malos recuerdos y forjando lo que creí, eran los cimientos de mi felicidad.

—Lo puedo entrever, señor —afirma en un gesto solemne y la mano libre reposa sobre las nuestras que siguen estrechadas. —en mi defensa, he de decir que hice todo lo que estuve a mi alcance.

—Una orden de restricción que violó cuando se le dio la gana ¿Cómo logró salir de prisión? ¡Es increíble!— su mandíbula se tensa en un gesto de incredulidad y odio—detesto tener que despedirte por estos motivos. Eres una excelente empleada, pero la situación se ha vuelto insostenible.

—No depende de usted.

Retiro la mano de las suyas y me aclaro la garganta antes de seguir. Ludov, no es el primer error que he cometido, mi vida, ha sido un conjunto de muchos de ellos. La gran mayoría acompañada de malas decisiones de las cuales no he sido víctima solo yo. Mi cerebro se revela y se niega a permitirme ser feliz.

—Hizo todo lo que estaba en sus manos, al igual que yo. —finalizo obsequiándole la sonrisa más radiante que encuentro. —no es la primera vez que daña mis sueños.

—Asegúrate que sea la última jovencita —junta sus cejas de forma severa antes de seguir—Repetir un error por gusto...

—Es ser imbécil por placer —sigo por él —lo tengo presente. —le sonrío dando un paso atrás —gracias por todo.

En el siguiente paso hasta llegar a la silla en donde reposa mi caja. Acto seguido, doy un giro brusco para salir de la oficina a pasos firmes, sin mirar a atrás, abrazando la caja como si mi vida dependiera de ella. En mi huida, así es como lo veo en este instante, tropiezo con varios compañeros de trabajo que me muestran una sonrisa de pesar. Un par de ellos se detienen para despedirse como Dios manda, otros me dicen adiós a lo lejos y conservando distancia.

Es lamentable la manera en que tuve de hacerme popular en la entidad financiera. Gracias, por supuesto, al que creí sería mi esposo, que se encargó de matar ese sueño a días de ir al altar.

—¡Ana Lucia!

Un tunig rosa se acerca en mi dirección, manejado por una trigueña de cabellera oscura que mueve sus manos saludándome. La mujer tras el volante sigue obsequiándome una sonrisa triunfante, se detiene ante mí y sale del lado del chofer ayudándome con la caja de mis pertenencias.

—Te advertí, no te dejaría sola —comenta jovial abriendo la puerta del auto e instándome a ingresar —tengo una propuesta para ti.

—No volveré a trabajar en un club Ginger —le advierto viéndola ubicarse frente al volante y me ve con picardía —sabes por qué lo hice. No vendí mi cuerpo en ese entonces y no lo haré ahora.

NIkolái 5to libro saga Angeles o demonios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora