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Capítulo 16


NARRADOR OMNISCIENTE

Helen se quedó observando como Arlene se sumergía en el agua, posiblemente perdiendo la vida. Consiguió una piedra enorme cubierta de nieve y ahí se sentó para analizar todo.

Ella estaba llena de maldad, y lo sabía, ella era consciente de todo lo que había causado, lo supo desde el principio por no ser capaz de querer a su propio hijo. Muy en el fondo, Helen sentía culpa, muchísima culpa, pero jamás iba a demostrarlo, solo en su mente rondaba la pregunta:

¿Por qué era así?

¿Será porque perdió a Vivian? Porque sí, aunque Helen tenía una hermana, quería muchísimo más a Vivian. En algún momento sintió envidia, un montón de veces, porque Vivian era capaz, astuta, todos la querían, todos la amaban, y Helen quería obtener eso, pero no sabía cómo.

Y pensó que si ni podía tenerlo, Vivian tampoco. Por eso cuando se enteró del plan de los Evans, no pensó ni 2 segundos para traicionarla, pensando que así todos los Evans la olvidarían y ella ocuparía su lugar.

Pero como siempre, seguía sintiendo culpa, y eso la estaba matando, así que se unió al plan que tenían los Evans para rescatarla. Pero ella no iba a quedarse con los brazos cruzados, obviamente no lo haría. Por eso cuando rescataron a Vivian, ella manipuló todo para que Henry lograra escaparse y al tiempo le contó que Vivian se estaba escondiendo en el psiquiátrico.

El plan de Helen era que Henry se llevara lejos a Vivian, pero todo cambió cuando los chicos comenzaron a pelear y Vivian se suicidó. Algo se removió dentro de Helen, y fue entonces cuando ya no había admiración hacia los Evans, solo odio, un odio infinito que fue creciendo.

Si ellos no hubieran peleado, Vivian seguiría viva, con Henry, pero viva. A Helen le costaba asimilar no tener a Vivian con ella, aunque estaba dispuesta a hacerle daño, la quería, y su intención jamás fue verla muerta, por eso según su perspectiva los Evans fueron los culpables de todo, y ella quería venganza.

Estando ahí, sentada en esa piedra y pensando un montón de cosas, se preguntó a sí misma:

¿Qué hará cuando su venganza haya terminado?

Nunca tuvo el amor de Ryder, mucho menos el de su hijo, los Evans la buscarían para matarla. Ella tendría una vida de fugitiva, con una cara desfigurada y con un bebé al que tampoco sería capaz de querer.

¿Qué podía hacer?

Y luego de pensarlo tanto, llamó a uno de sus hombres, él fue enseguida y Helen le ordenó que sacara a Arlene del agua. El hombre logró reanimar a Arlene, la pobre estaba temblando de frío, sin pensar ni decir nada, solo desorientada.

-Agradece que no te maté- le espetó Helen.

-Por mí mejor si lo hubieras hecho- fue lo único que respondió con su mirada perdida.

Mientras el hombre llevaba a Arlene en sus brazos y cubierta con una manta, Helen iba caminando adelante y con las cadenas de sus lobos hacia la casa donde habitaban.

Y en ese momento, la personalidad malvada de Helen volvió, y se sentía feliz, porque Arlene ya no tenía a Ryder, ni a Clyde, ni a Henry, ni a nadie que la cuidara. Ahora sí podría hacer con la pequeña lo que se le antojara.

****

Arlene se encontraba en el sótano de la casa, completamente atada a una silla. Al frente de ella, en otra silla, se encontraba Helen. Helen sostenía en sus brazos una serpiente, sabiendo que era el mayor miedo de Arlene.

Caos PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora