Libro 2: Sipnosis.

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CAOS SECRETO.

Sipnosis:


La muerte de Vivian estaba muy reciente, aún los hermanos Evans no la superaban por completo... y yo... yo tampoco. Intenté salir adelante, pero en su lugar... salí embarazada.

La nueva casa de los Evans era en una montaña. Ahí vivían Thaniel, Ryder y la señora Evans. Diana se había mudado recientemente con Jeal a un apartamento, Elisa y Albert estaban en Nueva Jersey y los demás viajando por el mundo.

Yo estaba en Sindwill, con mi familia, mi hermana, pero... tuve que venir a solucionar unas cosas.

En ese momento yo estaba subiendo las escaleras de la colina, cubierta con muchos abrigos y bufandas por el frío. Llegué a la puerta principal y al tocarla, me abrió la nueva sirvienta que contrató la señora Evans.

—Buenas tardes, señorita. ¿Qué se le ofrece?

—Necesito hablar con la señora Evans.

Sí, con ella, porque estaba desesperada. Necesitaba ayuda porque el hombre que me embarazó no aceptaba la noticia, seguía en shock, así que necesitaba contárselo a la señora Evans para que hable con su hijo.

—Le avisaré— y me cerró la puerta en la cara.

Esperé afuera de la casa unos cuantos minutos, hasta que la sirvienta— que por cierto, no se comparaba con Kira— me dejó entrar. Le agradecí y me adentré a la enorme casa. Apenas tenían un sofá en forma de L en la sala, y un televisor. Muchos cuartos, y una pequeña cocina. No era tan lujosa como la otra.

En esa ocasión, Thaniel y Ryder estaban en el sofá, cada uno con sus celulares. Me detuve al verlos y ellos alzaron la vista para hacer lo mismo.

Ryder abrió un poco su boca, algo sorprendido, y tal vez preocupado. Mientras que Thaniel me miró con desinterés y se concentró de nuevo en su teléfono.

—He venido a hablar con la señora Evans, ambos saben perfectamente de qué.

—Mi mamá no está enterada...— respondió Ryder.

Y eso me dolió.

—¿Nadie le ha dicho que voy a tener un bebé? ¿Es en serio? ¿No les importa?

Thaniel se encogió de hombros mientras Ryder miró un punto muerto. Genial, el padre de mi bebé y su tío, tratándome como si no estuviera esperando el primer niño que marcaría una nueva generación Evans.

—La señora Evans la está esperando en la oficina— mencionó la sirvienta.

Ella me llevó hasta la oficina y me abrió la puerta. Al entrar, la miré, siempre tan elegante, y también como siempre lanzándome una mirada de desprecio. Me sonrió con hipocresía en la silla detrás del enorme escritorio, yo decidí acercarme y quedarme de pie al frente.

—Buenas tardes, señora Pamela.

—Buenas tardes. ¿Qué haces aquí? Pensé que por fin te habías alejado de nosotros.

—Yo... vine a darle una noticia.

—¿Quieres algo de tomar?

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