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Capítulo 30

Un mes.

Ha pasado un mes desde mi rescate. Y puedo asegurarte que este ha sido el mejor puto mes de mi existencia.

Esa noche cuando Albert nos fue a buscar, me llevaron a un hospital para curar mi pierna, por suerte aquel disparo no fue nada grave. Luego me trajeron al psiquiátrico.

Aquí estoy protegida en caso de que Henry vuelva.

Estoy aislada, nadie del mundo exterior puede venir a verme, absolutamente nadie.

A la única que he visto es a Helen, ya que da charlas aquí. Hablé con ella la segunda noche que pasé en este lugar. Me dijo, que cuando los Evans le contaron  literalmente todos mis secretos, se molestó mucho porque yo no era quien ella pensaba. Así que por eso decidió ayudarlos, y cuando se arrepintió, ya no había marcha atrás.

Entendí su punto, pero ya la imagen que tengo de ella no es igual a antes. Desde entonces nos vemos en los pasillos y solo nos sonreímos como si no hubiéramos compartido toda una vida juntas.

También he compartido mucho con Bear, de hecho, dormimos en la misma habitación. Ella es la única que sabe por qué estoy aquí. Es un poco raro porque aunque ni ella ni nadie me han dicho que es lo que oculta, yo lo sé.

Yo sé quién es Bear, y también sé por qué me odia.

Pero, no me importa. Ella finge que le caigo bien y eso es suficiente para tener una relación decente. Nos hemos reído un montón e incluso le he contado cosas de mi vida privada, aunque ella no me cuenta nada de la suya.

Sé que no debo confiar en nadie, pero cuando estás encerrada y solo conoces a una sola persona en este lugar, te provoca pasar bien el tiempo.

Por otro lado, las terapias me han servido un montón.

No voy a decir que he perdonado a los chicos, porque eso sería una mentira. Los entiendo y sé por qué hicieron lo que hicieron, pero sigo pensando que hubieron otras formas en donde yo no saldría tan jodida.

Lo que sí puedo decirte, es que no los odio, y ya no siento tristeza. A ellos los amé con mi alma, y ellos a mí. Siempre habrá un sentimiento profundo, e incluso en un futuro... me volvería a enamorar de ellos, me daría la oportunidad a mí misma de amarlos de nuevo. Tal vez.

En cuanto a la confianza, sigo dudando de cualquier ser que respire, solo que a veces se me olvida dudar y termino contándole toda mi vida al primer enfermero que se me cruza al frente.

El amor propio.

Tú, que lees esto, debes saber que ¡ME AMO A MÍ MISMA! Joder, me adoro, a mí, a mi cuerpo que me ha permitido sobrevivir en todo momento, a mi brillante cerebro y... amo a Vivian.

Nunca lo había dicho, y se siente genial. Desde que me quiero, me siento tan segura e invencible.

Cuando llegué a este lugar pesaba 34 kilos, actualmente peso 46. Con ayuda de un dermatólogo— que Thaniel obligó a venir— he cuidado bastante mi piel. Las cicatrices de mi espalda siguen ahí, recordándome quién soy, pero la de mis piernas y brazos— por aquellas cortadas— ya solo son pequeñas marcas, como unos rasguños.

Y otras cosas siguen muy iguales, como por ejemplo, mis padres en prisión y todos creyendo que estoy muerta. Si la gente se entera de que estoy viva, me pueden meter en prisión por ser cómplice de los negocios de mis padres. Además, por haber hecho un intento de homicidio hacia los Evans.

Sí, mis padres le contaron todo a la policía.

Existen formas de que pueda salir de prisión si me capturan— haciendo arreglos, así hicieron Amy y Fred para poder salir, ya que también fueron capturados— pero sería un proceso lento y Ryder no quiere que pase por eso. Eso me dice Bear.

Caos PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora