1ra semana.
El atardecer casi culminaba y estaba terminando de alistarme, sabía que estaba a pocas horas de convertirme en cómplice de sucesos ilegales.
Todo por ella y por minho.
— vaya..— murmuró dándome una rápida mirada, mientras mordía su labio inferior.— ¿esté es mi hombre?— preguntó acercándose hasta mí.
— basta.— murmuré sintiéndome ligeramente avergonzado, mis mejillas y orejas estaban de un color carmesí.— por favor...
— no estoy jugando, te ves realmente sexy, aunque me sigue gustando el detective jeon.— dijo sonriente y yo arrugue mi nariz.
— ven aquí mocosa.— rodeé su fina cintura con mis brazos mientras la apegaba a mí.— te amo... Mucho— roce nuestras narices en un acto cariñoso y planté un pequeño besito en sus labios.
— también te amo, viejito.— susurró y antes de que escuchará mis quejas me besó.
Un beso deseoso, pero a la vez amoroso, succionó su labio inferior y lo atrapó entre mis dientes mordiendo un poco logrando qué entreabriera su boquita permitiendo a mi lengua encontrarse con la suya iniciando una guerra dónde está vez ella ganó.
Con unas sonrisitas cómplices juntamos nuestras frentes tratando de tranquilizar la pequeña agitación de nuestras respiraciones.
— ¿Listo?
— estoy listo, cariño.
††††††††
— primero debemos encontrar a Shin Dae-hyung, empresario exitoso, tiene una gran obsesión por el alcohol y siempre frecuenta esté prostíbulo— parecía saberse muy bien su información, lo pronunciaba cómo si estuviera hablando de alguien conocido.— será fácil asesinarlo, solo debo seducirlo y caerá.
— ¿Vas a seducirlo?— pregunté disgustado y ella sonrió dulcemente.
— tranquilo, no pasará nada malo.— me aseguró.
A pasos rápidos se acercó para darme un abrazo y darme un pequeño beso logrando tranquilizarme un poco.
— eso espero...
— reserva una habitación.— fue lo último que dijo y se marchó.
Maldecía en mil idiomas al verla con ese vestido que quería destrozar desde que se lo vi puesto.
Con aburrimiento caminé hasta sentarme en un lugar alejado, pero cómodo, tenía casi toda la vista del prostíbulo.
— ¿se te ofrece algo, guapo? — una voz melosa se escuchó a mi lado y bufé al ver a una prostituta tratando de seguramente obtener un cliente.
— no.
— puedo hacerte compañía, te ves muy solo y eres muy guapo para estar de este modo.— esa pelirroja no entendía un “no”.
— vete.— ordené con seriedad y ella soltó una risita nerviosa.
— una noche conmigo puede ser muy divertida, puedo dejarme hacer por ti… Debes ser muy bueno.— una música de fondo comenzó a sonar llevándose mi atención, mientras ignoraba a la pelirroja pensando que con mi indiferencia se iría.
Qué equivocado estaba.
Unas manos ajenas comenzaron a acariciar mi pecho y me abrazo por la espalda.
— ¿Qué mierda haces?— grité enfadado y pronto la atención de algunos estuvieron en nosotros.— vete, ahora.
— eres un imbécil de mierda.— chilló indignada, al parecer ser rechazada le dolía.— tú te lo pierdes.— sus tacones resonaron al empezar a caminar en busca de un nuevo cliente.

ESTÁS LEYENDO
Caso 97.
RomanceJeon era un detective muy reconocido por sus excelentes casos resueltos. Era un hombre adinerado, soltero, frío, testarudo y orgulloso. Todo estaba en "orden" hasta qué las autoridades de Seúl lo contactaron por un caso realmente escalofriante. El...