siete.

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Su cuerpo respondía a cada estimulación que realizaba, sus manos arrugaban la sábana mientras gemía mi nombre.. Una y otra vez.

— por favor.. — rogó en un gemido y sonreí.

— shh...— la silencié para volver a mi labor de comerle el coño.

Mi lengua se deslizaba entre sus pliegues, dejándome saborear sus fluidos nuevamente, arqueó su espalda cuándo mordí y chupé su clítoris.

— j-joder... Más...— pidió.

Mi lengua se hundió en su estrechó coño, comenzando un Vaivén rápido, absorbiendo todos sus fluidos mientras la observaba retorcerse del placer, intento cerrar las piernas ante los espasmos de su cuerpo al cambiar mi lengua por mis dígitos.

Mis dígitos se movían lentamente mientras me encargaba de jugar y torturar su clítoris aún más mordiendo levemente esté.

Tras minutos torturando y jugando con ella, sus piernas comenzaron a temblar y su coño se cerró alrededor de mis dígitos, indicando qué estaba a punto de obtener su orgasmo.

Me detuve.

— estás.. Jodiendo, jeon.— rodé los ojos divertido y me levanté quitando la última prenda qué quedaba en mí.— mierda.— pronunció al ver mi erección y orgullosamente le guiñe un ojo.

— ¿alguna petición antes de follarte?— pregunté caminando hasta la mesita de noche sacando un condón.

— no seas delicado, párteme si lo deseas.— yang era impresionante, no era la típica chica tímida, ella era
Simplemente ella.

Gateó hasta quedar frente a mí, me quitó el condón y comenzó a romper el sobrecito con los dedos, sonriente se acercó a dar una pequeña lamida en el glande para luego comenzar a colocar el condón.

Estaba tan desesperado por sentirla que en estos momentos no me era de importancia una mamada.

La tumbé nuevamente a la cama y capturé sus labios mientras me acomodaba para ingresar en ella, el glande de mi polla se deslizaba entre sus pliegues, lubricando con sus fluidos y a la vez torturando su paciencia.

Éramos un lío, nuestros cuerpos sudados, respiraciones erróneas, gemidos, jadeos y maldiciones.

— vamos, jeon deja de j-jugar.— se quejó y yo reí logrando qué ella fijará sus grandes y hermosos ojos en mí.— te gusta torturar.. pue-... joder..— gimió cerrando sus ojos fuertemente al enterrarme sin previo aviso y de una forma dura.

— mírame.— ordené y ella obediente lo hizo, dejé un pequeño besito en su mejilla y comencé a embestir de una manera lenta al notar cómo se estaba acostumbrando a mi tamaño y grosor.— joder.. Ji-a— gruñí y solté una risita.— estás tan apretada..— susurré y mi mano derecha se apoderó de su cuello mientras la izquierda se encargaba de torturar uno de sus pechos.

Sus gemidos se hicieron más frecuentes, sus uñas arañaban mis brazos y espalda logrando prenderme aún más, aunque odiaba que al tener sexo me arañen con ji-a era distinto.

El sonido morboso qué se escuchaba cuándo nuestros cuerpos sudorosos se juntaban se hacía presente.

— en cuatro.— demandé saliendo de ella, yang gustosa se colocó en cuatro soltando una risita divertida.

Mis manos acariciaron su culo para luego azotar, esté, me alineé nuevamente y la penetré, agarré sus caderas comenzando un bombeó deliciosos mientras azotaba su culo de vez en cuando.

Tomó su cabello en una coleta y tiré de este logrando ver su hermoso rostro y cómo pequeñas lágrimas se deslizaban por sus mejillas mientras gemía para mí.

Los vecinos vendrían a quejarse, mañana estaba seguro, pero me daba igual, estaba follando a mi pequeña yang, de una forma deliciosa.

— más... Más..— pidió entre lloriqueos al notar cómo comenzaba a golpear su punto.

Nuestros gemidos eran frecuentes, la cama rechinaba bajo nosotros y los frecuentes lloriqueos de yang rogando por dejarla acabar.

La giré aún con mi polla dentro y la besé de una forma necesitada, mis dígitos estimularon su clítoris mientras aceleraba las embestidas, su espalda arqueó y gritó mi nombre acabando mojando mi polla y las sábanas, unas cuantas embestidas y llegué a mi orgasmo.

La besé una vez más, me había vuelto adicto a sus carnosos labios rosas y a su coño. Su cuerpo sufría los espasmos mientras yo me encargaba de dar unas cuantas embestidas alargando nuestro orgasmo y Cuándo terminamos me quité el condón y lo amarré tirándole a un lado.

Me entretuve besándola y jugando con sus pechos mientras ella buscaba tranquilizar su respiración.

— joder.. Eso fue increíble.— yang rompió nuestro cómodo silenció emocionada por los sucesos anteriores.— jeon, te doy cien de diez.

— eres increíble.— solté una carcajada ante sus calificativos.— hay que repetirlo, pero ahora debemos bañarnos.

— los vecinos se quejarán mañana.— soltó divertida y yo me salí de su encima recogiendo el condón para dirigirme al baño y tirarlo al basurero.

— me da igual.— comenté despreocupado y la vi entrando a mi baño abrazándome.

— es que no tienen con quién follar, kookie.— me quedé estático ante el apodo.

— ¿Kookie?.

— ¿No te gusta?.— preguntó curiosa y yo volteé a juntar nuestras bocas nuevamente.

— me encanta ¿Vale?.— ella asintió a mis palabras y volvió a juntar nuestras bocas.

Esta chica sería mi mayor obsesión y lo sabía.

Sus ojitos se posaron en mí mirándome inocentemente.

— pareces un angelito..— susurré y besé sus mejillas sonrojadas.

— pero no lo soy, kookie.

— no lo eres.— afirmé y la tomé entré mis brazos quitándole la sábana qué cubría su hermoso cuerpo.

— quieto!— chilló al notar cómo comenzaba a besar sus pechos, me alejé un poco y ella soltó una risita.— basta jeon, me duele el cuerpo.

— tú misma ordenaste que te partiera.— comenté y ella arqueó una ceja.

— claro y tú tan obediente lo cumples.

— soy obediente.

— Cuándo te conviene.— contraatacó.

Le di una nalgada y la dejé en la regadera, escuchando sus reclamos que solo me hacían reír.

Joder... Una chica de tan solo diecinueve años me volvía loco.

Me metí con ella ayudándola a bañarse, aunque más jugué con la espuma del champú, formando diversos peinados y toqueteando su cuerpo.

Entré besos y miradas cómplices, llegamos a terminar nuestro baño, le presté otra camisa y me coloqué un simple bóxer, no me agradaba dormir vestido y menos con la calor que hacía.

— si sigues así, juro que yo también te voy a manosear.— amenazó cuándo acaricié su culo mientras ella tendía la nueva sábana de la cama.

— me encanta tu cuerpo...— susurré y dejé pequeños besitos en su hombro.

— a mí me encanta tu polla y también tu cuerpo trabajado... — me gustaba su forma de ser directa.

Me gustaba todo de ella..


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«Jeon está enamorado..?»

Caso 97.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora