Veintiocho

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— ¿Que haces aquí?— cuestioné con seriedad, la escuché bufar para luego levantarse de la cama.

— me imagino lo agotado que estás después de la salida taaan aburrida.. Que tuviste con ji-a.— susurró acercándose peligrosamente hacia mí, entonces reí ante sus palabras.. Tan estúpidas.— jeon no sé como ji-a, te encontró, pero maldita su suerte... Eres tan..

— basta miko, — la mandé a callar.— eres tan graciosa... Quién tuvo suerte fui yo y no sabes cuánta..— respondí cortante, me jodía que hablara así, sabía que ella no era de fiar.— ji-a, es tan jodidamente hermosa y no solo eso, es la chica que cualquiera necesita y desea en su vida.. Tú no llegues a compararte ni a tratar de insinuarte, ¿Por qué estaría con una mujer de un rato, si tengo a la mujer qué quiero para toda la vida?

— qué chistoso..— soltó entre dientes, le había dolido mis palabras y me alegraba.— no sabes realmente quién es yang ji-a... Ella utiliza a los hombres a su antojo, los folla, y les hace creer que son lo más hermoso que han tenido, pero en realidad solo son un beneficio para las misiones que le encarga el King.

— mientes.— susurré viendo cómo se colocaba frente a mí y acercaba su rostro al mío.

— entonces pregúntale.. Ve y pregúntale, por Dios eres tan iluso.— sus labios casi rozaban con los míos y cuándo estuvo dispuesta a besarme, mi mano derecha rodeo su cuello quitándole la valentía.— se cansará de ti y te echará de su vida como un perro callejero.

— entonces me arriesgaré.— susurré apretando más, él agarre, escuchándola, jadear sorprendida.— no tienes ni puta idea de lo que puedo hacer, no te metas conmigo miko, estoy metido en un mundo que me está jodiendo la reputación y matarte no será la gran cosa.

— E-eres solo s-su juguete…— soltó con dificultad, entonces la solté viendo cómo llevó rápidamente ambas manos a su cuello mientras tomaba bocanadas de aire.

— vete, Necesito dormir.

— eres un maldito imbécil, te voy a denunciar.— gruñó y reí acomodando mi cabello ligeramente largo.

— hazlo.. Dudó que salgas viva de esta casa, conozco perfectamente a yang y sé que no te dará una bonita despedida si se entera de tus insinuaciones.— confesé tranquilamente, desabroché los primeros botones de la camisa y caminé hasta mi closet.— márchate ahora y haré como si nada hubiese sucedido.

— la conozco de toda la vida, sé que me creerá..

— Mhm, si claro.— asentí despreocupado sacando algo más cómodo, aunque prefería dormir en bóxer, sabía que con miko en esta casa no podría ni bañarme con tranquilidad.

La escuché chillar y entonces pasos rápidos se escuchaban por el pasillo. Volteé sonriente sabiendo perfectamente quién venía a mi habitación y todo hubiese sido perfecto, yang me hubiese creído a no ser porque miko se abalanzó contra mí tomando mis mejillas y pegando sus labios contra los míos justo en el momento exacto donde vi a mi castaña abrir con seriedad la puerta.

Estaba jodido…

La separé de un empujón algo brusco, y miré a yang quién mantenía su mirada clavada en miko. ¿Por qué mierda sentía que estaba a punto de presenciar algo traumante?, Quizás era por qué yang era realmente celosa y aún más posesiva que yo.

— Y-yang..— miko entro en un papel de victimización, sus ojos mostraban tristeza mientras yang no realizaba ni siquiera un gesto y eso era lo que me asustaba.— él me obligó, yo no quería y me quería forzar..— sollozo y la miré con incredulidad.

¿Cómo podía ser tan jodidamente hipócrita y falsa?.

— Eso no es cierto, cariño.— susurré acercándome a ella, sus ojos por fin se centraron en mí y joder me dolió verla mostrar frialdad.— no le creas a ella, joder.. Es una puta mentirosa.— susurré y vi cómo unas lágrimas rebeldes deslizaban por sus mejillas.

Caso 97.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora