Cuarta semana.
Parado frente al estadio abandonado, pero no estaba solo, Miko y Jimin estaban amarrados dentro de mi auto y mi querida castaña tan terca como siempre estaba a mi lado terminando de prepararse para lo próximo.
— ¿Crees que podemos confiar en él?— ji-a inquirió mientras escondía su daga preferida dentro de su bota de cuero derecha.— es mejor esperar a yoongi.
— si esperamos a yoongi, él hará todo a su modo, y eso implica arrestarnos de manera rápida para luego tratar de deshacerse de su hermanastro... arruinará todo.— expliqué dándole una vista al lugar deteriorado.— hay que seguir lo acordado, cariño.
— Matemos a Min, recuperemos a nuestra familia y fuguémonos.— repitió todo con seguridad, sabiendo perfectamente cada instrucción que ambos habíamos acordado días antes.
Me sentía nervioso al saber que tendría que asesinar, si o sí, a quien se interpusiera en nuestro camino.
Me acerqué a yang de manera rápida y deposité un pequeño beso sobre sus labios para luego brindar una pequeña caricia en su vientre aún plano.
— saquemos a esos hijos de perra y acabemos con esto.— murmuré preocupado y a la vez asustado por la situación riesgosa que pasaba yang respecto al embarazo.
Yang tomó mi rostro entre sus manos y me regaló una sonrisa reconfortante.— todo saldrá bien.. Te amo.
— te amo, cariño.
Ambos cuerpos cayeron de rodillas, frente a Min Seong-jin, quien al ver su estado se limitó a sonreír.
— Después de todo, si le guardan rencor... Interesante. Agradezco que se hayan adelantado con el trabajo.— llevó su mano al bolsillo trasero del pantalón sacando una pistola.
Rápidamente, jalé a yang, colocándola detrás de mí como protección. Tratando de evitar que le sucediera lo peor.
— Hicimos lo que pediste — hablé de manera gélida, viendo atentamente cada movimiento que daba.— quiero a mi madre y mi cuñado aquí, Seong-jin.
— Sé que hicieron lo que pedí... — asintió para luego proceder a quitarle el seguro a la pistola.— pero esperemos un poco, aún no llegan mis invitados de honor.
— no estoy para juegos estúpidos, Min.— advertí escuchando perfectamente la respiración pesada de yang.
Estaba enojada, pero se limitaba a decir alguna palabra, por qué podría empeorarse todo.

ESTÁS LEYENDO
Caso 97.
RomantikaJeon era un detective muy reconocido por sus excelentes casos resueltos. Era un hombre adinerado, soltero, frío, testarudo y orgulloso. Todo estaba en "orden" hasta qué las autoridades de Seúl lo contactaron por un caso realmente escalofriante. El...