Veintisiete

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3ra semana…

— Jimin, no escapará tranquilo.— yang trataba de relajarme, mientras esquivaba los hombres ebrios que se aparecían en nuestro camino.

— esa chica no me agrada cariño...— confesé intranquilo, Miko era una mujer extraña, se la pasaba atrás de mí, servicial, amable y mostrando una inocencia que no me creía.

— ya! Te he dicho que confíes en ella, es confiable… Vamos kookie, no seas así con ella.— soltó con una seriedad que me hacía dudar, quizás con todo lo reciente estaba paranoico.

— quizás me estoy equivocando...— susurré mientras miraba como llegábamos a una zona más reservada del casino.

— está bien, tranquilo.. Todos nos equivocamos, yo pensé que la tenías chica.. Me equivoqué.— su tono juguetón me hizo reír discretamente.

— sí que estás bien equivocada, mis veintidós centímetros te dejan sin caminar, cielo.— solté en contraataque y aunque estaba de espaldas, al voltear de perfil note sus mejillas coloradas, agrandándome el ego.

— no voy a contradecir... por qué es verdad.— detuvo sus pasos frente a un pasillo resguardado por dos hombres, quiénes al vernos se colocaron frente a este, evitando el paso.

— ¿Aquí están?.— pregunté, y no necesitó responder para cerciorarme de que ese pasillo nos iba a reunir con las últimas dos víctimas... Hombres tan asquerosos que ni me tomé algo de tiempo en aprender sus nombres.

— sí, solo sígueme la corriente.

— eso hago siempre...— la molesté logrando escucharla, chasquear la lengua antes de pararse frente a los hombres y sacar de su escote una tarjeta dorada, que al estar frente a los ojos de los guardaespaldas estos con prisa hicieron una reverencia sincronizada y dejaron de obstruir el paso.

Yang se metió, es su papel “profesional”, se mantuvo sería hasta al final del pasillo donde se detuvo antes de entrar, volteó a mirarme y abulto sus labios, quise reír el aquel momento.. A la mierda lo profesional, se veía tan inocente pidiéndome un beso y se lo concedí sin chistar.

— ¿En serio te tengo, yang?— pregunté anonado ante los pequeños besos que repartía en mis mejillas.

— me tienes kook.. Y lo sabes, me traes loca más de lo que estaba antes.— soltó con una risita nerviosa y entonces conectó sus esferas color miel con los míos.— habrá muchas mujeres adentro, si te sientes incómodo me avisas y me encargo de que no se te acerquen.

— cariño, puedo tener todo bajo control... No soy un mocoso, aquí la menor eres tú.— aclaré tomando sus mejillas para así poder unir sus labios con los míos una vez más.




††††

Mi mirada estaba pegada en yang, quién hablaba con los dos hombres mientras estos se enfrentaban en Draw Poker.. Todo estaba bajo control, las mujeres huían de mí al decirles que yang era mi mujer.

Le tenían respeto y eso me hacía sentir aliviado, no estaba para soportar algún tipo de coqueteos. Me levanté del sofá cómodo y caminé hasta yang posicionándome a su lado, parecía molesta por sus facciones duras logrando ponerme en alerta.

La vi tomar una bocanada de aire y luego sonreír forzosamente.

— ¿Entonces caballeros?..— cuestionó en un tono amable pero fingido.

— ya hemos dado nuestras respuestas, quieres los papeles, tienes que venir con nosotros a un lugar más... Íntimo.— carraspeé la garganta llamando la atención de aquellos hombres asquerosos y sonrió con egocentrismo.

— buenas noches, caballeros, aún no nos hemos presentado...

— ¿Quién eres tu niñato?— preguntó el hombre de traje rojo que podía identificar como el señor Moon.

— soy jeon jungkook, el hombre de esta bella mujer.— sonreí aún más al ver cómo al recalcar una sola palabra se les borró cualquier rastro de buen humor.

— Jungkook..— susurró yang en un tono nervioso.— no juegues con ellos, nos tienen entre la espada y la pared.— confesó y con rapidez la miré esperando más detalles de sus palabras.

— la señorita ji-a, tiene esposo... ¿Por qué no estamos enterados?— preguntó el hombre de traje verde que le quedaba un asco, el señor Won.

— podemos hablar luego...— ji-a se notaba nerviosa y me hacía sentir aún más ansioso.— les daré una respuesta, disfrutemos de esta bella noche mientras tanto.— les guiñó el ojo derecho y la abracé por la cintura con posesión.



†††††

— no entendí nada cariño, esos hombres siguen respirando.— solté mientras quitaba aquel sacó incómodo, lo colgaba en el perchero mientras ella quitaba sus tacones.

Me acerqué a ella y la ayudé quitándole el abrigo, mientras ella acariciaba sus sienes con frustración.

— nos han jodido todo el plan, es lo que pasa.. Pero ya me encargaré de eso, mientras solo quiero comer.— sobó su pancita plana y sonrió.

— vamos a comer enton..

— buenas noches, ji-a… Kook.— ¿Desde cuándo se atrevía a tomar aquel abreviado de mi nombre para llamarme?.

— ouh, Miko.. ¿No estabas durmiendo?, ¿Te hemos levantado?.— yang se preocupaba por esa mujer y a mí eso me ponía nervioso.

— me levanté por algo de agua, tranquila.. ¿Qué tal su salida?— preguntó con interés y entonces clavó su mirada en mí mientras yo desviaba la mía hasta mi mujer.

— bien, todo tranquilo... Luego te contaré los detalles, ahora solo quiero dormir, ya se me ha quitado el apetito.

— entiendo, te espero en la habitación entonces.— y ahí estaba el otro problema, yang me había torturado de esa manera, ella dormía con miko y lissa en una sola habitación y yo dormía en otra.

— ji-a..— la llamé logrando qué girará al instante, últimamente odiaba cuándo la llamaba por su nombre, según ella solo la llamaba así cuando estaba molesto.

— dime, amor.— pestañeó inocente y bufé sabiendo su técnica de manipulación.

— ven conmigo hoy, ¿Que necesidad de dormir con ellas?— pregunté fastidiado y no era para menos, yo dormía solo y ella se la pasaba bien feliz.

— pues hacemos muchas cosas — soltó en doble sentido y lo capté.— vemos películas y comemos.

— es tarde, todas están durmiendo.— ataque y ella curvó los labios en una sonrisa maliciosa.

— duerme con jiminnie así no te sientes solo.

No dije nada, me mantuve observándola con los brazos cruzados, haciendo notar mi desacuerdo ante su decisión, pero sabía que no la haría cambiar de opinión.

— descansa, te amo.— se acercó a mí plantando un beso qué no devolví, asentí y la dejé ir.— eres tan caprichoso...

— ve a dormir, ji-a.— ni siquiera la miré, simplemente me dirigí a la habitación donde dormía y suspiré antes de abrir la puerta.

Vi a yang pararse frente a su habitación, me dio una última mirada e ingresó, por mi parte copié la acción ingresando en la habitación casi oscura.

Y dije, casi, por qué la pequeña lámpara de la mesita de noche estaba prendida y una figura resaltaba en la cama.

— ¿Por qué tan triste, kookie?.






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¿Cuáles son sus teorías?

Caso 97.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora