Veintitrés.

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2da semana…

Mi mirada estaba puesta en yang, se encontraba acomodando su lindo vestido color azul marino, apretado, escotado y que resaltaba sus curvas.

Joder, yo ya estaba duro y simplemente la estaba viendo en vestido.

— ¿es necesario ir hoy...?— pregunté, arrepintiéndome de tener que salir.— podemos quedarnos en casa hoy.

— jeon, eso dijiste ayer..— rodó los ojos y aunque ella estaba de espalda a mí podía verla gracias al espejo de cuerpo completo que tenía.

— no tengo la culpa de que te hayas colocado esa bendita lencería.— mordí mi labio inferior al recordar lo bien que se veía en lencería.

— ajá, tú eres el calenturiento.. Yo estaba tranquila.— hizo un puchero adorable, me acerqué a ella abrazándola por la espalda, dejé pequeños besitos en su hombro mientras manteníamos nuestras miradas conectadas a través del espejo.

— joder.. Yang.— gruñí al posar una de mi mano en su pecho derecho notando que no tenía sujetador.

Mordí su hombro y ella soltó un suspiro, me dejé llevar posando mi mano izquierda debajo de su vestido acariciando la cara interna de su muslo izquierdo.

— Se hace tarde kook..— susurró tragando saliva, apreté su pecho aún por encima del vestido y gruñí al apegarme a ella, mi erección más parada que nunca se clavó en su culito..— eres un calenturiento.— se quejó.

Separó un poco sus piernas y aun manteniendo nuestras miradas conectadas, hice a un lado su braguita acariciando su coño.

— tan húmeda..— susurré contra su cuello y planté un besito.— Puedo follarte con tanta facilidad.

— se hace t-tarde.— habló con dificultad al sentir cómo comenzaba a estimular su clítoris, mientras hacía un camino de besos por toda la curvatura de su cuello.

— Mm… Joder, tan estrecha.— susurré en un gruñido al penetrarla con mis dígitos, logrando qué su piel se erizará y ella cediera a lo que le gritaba su cuerpo.— esa estúpida reunión puede esperar.. Necesito follarte, cariño, ya no tienes nada que te salve..— jugué con ella deteniendo el tortuoso Vaivén que realizaba escuchando un quejido.— ¿puedo follarte, cariño?

Asintió repetidas veces mientras mordía su labio menor y mantenía sus ojos cerrados.

— palabras, yang.

— joder, sí, fóllame..— soltó con desesperación.— ah.. Mierda.— gimoteó al seguir con las penetraciones.

Bajé el escote de su vestido con desesperación y al tener su pecho derecho descubierto, envolví su pezón entre mis dedos, amasándolo.

— Joder yang...— gruñí al verla a través del espejo.— tan linda y tan mía..

— joder, fóllame.. Por favor.— pidió en un gemido y suspiré tratando de no perder la cordura.

Muy tarde.

Dejé su pecho y dirigí mi mano derecha al borde de su vestido levantando este, dejé de follarla con mis dedos y ella abrió sus ojos con cierta frustración al no dejarla llegar.

Solté una risita ronca, la hice inclinarse un poco y apoyar sus manos en el espejo, le di una última mirada y literalmente rompí su braguita.

— jeon!— sorprendida por el acto reí, terminé de levantar su vestido y jadeé al ver sus muslos internos  húmedos gracias a sus fluidos.

— te compraré toda una tienda de bragas, no te preocupes cariño.— besé su hombro mientras desabrochaba mi cinturón y ella se inclinaba aún más, dejando sus piernas un poco más separadas, esperando a follarla.

— ajá..

Jadeó cuando sintió mi glande chocar directamente con su clítoris, con desespero me miró a través del espejo con unos ojos suplicantes.

Solté una risita y le di un azote logrando qué gimiera, sin previo aviso me introduje en ella, sintiendo sus paredes vaginales abrirse para recibirme.

Apreté su culo y comencé un Vaivén algo duro y rápido, ella apegó su frente al espejo mientras gemía y decía cosas sucias.

Sus caderas se movían al compás de mis embestidas facilitando mi trabajo, agarré sus caderas y di una penetración dura, logrando qué gritará y si cuerpo temblará.

— Yang, joder.. No me aprietes tanto.— gruñí al notar cómo su coño parecía tragar mi polla completa.

Llevó su mano derecha a su coño y con dos dígitos comenzó a estimular su clítoris mientras yo me encargaba de follarla de una manera brusca pero sin dañarla.

Azote su culo una vez más, y cuando noté que estaba por llegar salí de ella y la giré estampándola contra el espejo.

No le di tiempo y la penetré otra vez, mis ojos se conectaron con los suyos y gemí sobre sus labios, estaba por llegar y notaba que yang también.

Capturé sus labios, en una mordida logré que su labio inferior sangrara, ella sonrió y yo me encargué de bajar hasta sus pechos, succionando y lamiendo estos.

Sus piernas temblaron cómo nunca y los espasmos se hicieron presente, yang gimió arqueando su espalda, llegando a su punto máximo, di unas penetraciones profundas y llegué a mi orgasmo.

Besé a yang una vez más, mientras la llenaba de mis fluidos.

Nos habíamos vuelto unos promiscuos, pero joder, quién no tendría ganas teniendo a yang.

— ¿Estás bien, cariño?— pregunté al ver cómo sus muslos aún temblaban y ella se mantenía con la respiración acelerada.

— creo qué.. Cumpliste eso de no poder caminar.— susurró riendo por lo bajo.

— Descansemos un poco, la reunión puede esperar un poco.— comenté, besando sus labios.

Asintió aún afectada por su reciente orgasmo.

††††††††

El reloj marcaba las doce, nos encontrábamos en un restaurante lujoso, tendríamos una reunión con la segunda víctima, aún no llegaba, al parecer no éramos los únicos tardones.

— ¿cómo me veo?— preguntó yang, mientras se acomodaba aún su escote, solté una risita.— te odio, me has marcado completa.— se quejó, el maquillaje no la había ayudado esta vez.

— cariño, estás preciosa.. Deja de preocuparte, las marcas no se notan tanto con el maquillaje, pero trata de no caminar tanto.— aconsejé sabiendo en qué estado la había dejado.

Me pasé un poco...

— créeme que no me voy a levantar de aquí, no puedo dar un paso sin que me duela el coño.— su forma de ser directa me causaba gracia.

— buenas noches..— una tercera voz se hizo presente y yang volteó apresurada.

Ahí estaba nuestra segunda víctima.

Wang Jung-ho, padre de una de las víctimas..

— buenas noches, señor Wang..— yang le sonrió dulcemente y yo suspiré comenzando a recapacitar.

Hubiese sido mejor dejarla sin caminar completamente...

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Hola, ¿cómo están?, espero que bien, aquí me tienen un poco mejor, gracias por todo su apoyo y espero disfruten de cada libro que escribo.

Caso 97.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora