Quince.

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Me repetía una y otra vez…

“Todo es mentira, ella te ama..”

Pero joder, ella lo admitió, cada palabra tierna o amorosa que me dedicaba cada puto día fue falso y eso me jodía más de lo que creen.

— todo fue planeado.— solté con frialdad.

— yo-

— todo fue falso.. Entiendo. Soy parte de tu “misión” lo hiciste bien.. Muy bien.— mis manos se apoyaron en la superficie de la mesa acercándome un poco a su rostro.

— lo siento.

— no lo sientes, eres alguien que no sabe lo que es sentir... Tú jamás me amaste, solo fui un tonto juego para ti.— encaré, sus ojos estaban reteniendo lágrimas.— Te amé y me traicionaste..

— minho está bajo su cargo!.— elevó la voz para luego sollozar. La examiné y traté de decirme a mí mismo que estaba actuando.— sé que es mi medio hermano, pero yo lo quiero, lo adoro.. Él solo es un niño que tiene derecho a crecer como cualquier persona normal de su edad, al lado de “él” crecerá de una mala manera, seguirá sus pasos y yo no quiero eso..

Odiaba tener una gran debilidad por ella.. Lo odiaba.

La odio, pero también la amó.

— cállate.— supliqué y bufé retrocediendo unos pasos alejándome de su persona.— cállate… Me mentiste, te amó y me traicionaste.— la señalé y bruscamente limpié las lágrimas rebeldes qué comenzaban a salir.

— lo s-

— ¿Por qué entregaste esos vídeos?.— continúe el cuestionario evitando mirarla directamente.— ¿Por qué ahora?

— Ella los robó..— murmuró y yo la observé.— ella fue a mi hogar a pedir unos apuntes y se llevó un USB con los vídeos guardados..

— entonces no los entregaste.— afirmé y ella asintió.

— aún me queda algo por hacer para que minho quede libre...— me buscó con la mirada y cuándo sus ojos volvieron a conectarse con los míos, susurró.— necesito acabar mi misión, por favor.

Verla de esa manera me jodía, sabía que estaba a punto de cometer un delito y una estupidez, pero la sinceridad con la cual me hablaba me hizo cambiar drásticamente de opinión.

Poco me importó caminar hasta las cámaras que nos vigilaban y apagarlas, quité el micrófono escondido y caminé con rapidez a la puerta, abrí está y tiré el micrófono para luego cerrar con seguro la puerta.

Mi atención volvió a estar en ella y la miré con seriedad.

— habla.

— Debo acabar mi misión matando a tres personas, dueños de empresas importantes y al dueño de un casino que le debe una gran deuda también.— sus ojos seguían observando los míos.— jamás te mentí y tampoco fingí.— susurró.

— te voy a ayudar solo por minho, tú no me importas ni un poco.— solté con frialdad y me acerqué y tomé sus manos dejando ver las esposas, busqué la llave en mis bolsillos y pronto la encontré.— tú y yo no somos nada.— aclaré y ella se mantuvo en silencio.

— gracias.— no me contradijo y tampoco intento nada, al momento de dejar libres sus muñecas levanté la mirada y suspiré cuando levanté la cabeza un poco, quedando sus labios cerca a los míos.— juro que cuando acabé la misión te dejaré en paz.— sonreí de lado y entonces procedí a decirle que me daría a cambio.

— te ayudaré, pero al terminar la misión te entregarás y harás las cosas correctamente.— una débil sonrisa apareció en su rostro.

— lo prometo.— susurró y tomé su mentón juntando sus labios con los míos sellando la promesa.

Mordí su labio inferior con fuerza y ella soltó un pequeño quejido logrando entreabrir la boca dando pase libre a mi lengua entrando en un sucio juego con la suya y solo cuándo el aire comenzó a faltar nos separamos.

— escúchame bien, de ahora a lo que quedé de tu jodida misión, eres mía.— ella tomó mis mejillas entre sus manos, juntando nuestras bocas otra vez.

Sonrió en medio del beso.

— “no somos nada.”— repitió mis propias palabras.— pero soy tuya de todas formas.

— no somos nada, pero mientras dure esa misión te quedarás conmigo, bajó mi poder.— aclaré y ella picoteó mis labios mientras habló.— joder, déjame terminar.— me quejé, pero ella siguió dándome pequeños besos.

Me dejé gustoso.

— debemos irnos.. No tardan en venir — volví a hablar y me separé un poco de ella, pero se quejó.— no te quejes, aún sigo enojado.— advertí y ella de un movimiento rápido ya estaba a mi lado.

— vamos, señor jeon.— comenzó a caminar y mis ojos la examinaron.

No sabes en qué te metiste yang.

— ¿señor? — pregunté con seriedad cruzando mis brazos.

— vamos kookie..— se rectificó y comencé a caminar hasta la puerta, con tranquilidad salí de la sala de interrogatorios y la tomé de la mano al escuchar pasos apresurados, Kim Tae-Hyung se había dado cuenta.

A paso apresurado corrí por el pasillo inverso con ji-a, la puerta de sala de interrogatorios fue tumbada, al parecer, pues se escuchó un sonido de gran magnitud y luego unos cuántos disparos.

— mierda..— maldecí al notar la puerta trasera de la comisaría estaba con seguro, busqué las llaves entre los retratos de oficiales reconocidos y detrás del tercer retrato estaba la diminuta llave.

— ya vienen.— aviso y era cien por ciento verdad. Los pasos se escuchaban.

Tae-Hyung no venía solo.

— no me presiones.— la regañé y giré la llave abriendo la puerta, con rapidez corrimos al estacionamiento y cuando se escuchó un grito y a la misma vez un disparo nos metimos apresuradamente al auto.— juro que me voy a arrepentir después..— susurré.— cinturón.

— cómo ordené.— tranquilamente se colocó el cinturón y cuando terminó prendí el motor y presioné el acelerador.

— dejaremos a minho en un lugar seguro y luego terminaremos esa puta misión.

— minho no tiene a nadie seguro..

— yo sé quién es de confianza y lo adora..— mordí mi labio inferior con una pequeña sonrisa.— confía en mí.

— se me viene a la cabeza alguien... Si es ella, está bien, confío.— cerró sus ojos tratando de pensar con claridad.

— solo le dirás que son vacaciones..— avisé.

— ajá.

— ¿Me estás prestando atención?.

— no.

— nunca lo haces…

— lo siento kookie.

Caso 97.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora