Mi mirada recorría cada foto y diferentes hipótesis que había creado, estaba tan desesperado por saber quién era el dichoso asesino.
— joder...— murmuré al ver todo mi supuesto trabajo, sentía que estaba cerca pero a la vez lejos de aquel asesino.
Caminé hasta la mesita y tomé un marcador rojo, con cuidado me dirigí nuevamente a las fotos pegadas y comencé a descartar cada hipótesis que creía incorrecta. Me detuve en mi novena hipótesis que había pensado con ayuda de las palabras de la señorita yang.
El asesino podría tener un odio hacia aquel grupo y por eso el asesinato... Sería una venganza, pero ¿quién les tendría odio?
El sonido de la puerta de mi oficina siendo tocada me desconcentra de las diversas hipótesis que comenzaban a surgir.
— adelante.— respondí cortante aún con la mirada fija en mis avances.
— señor jeon.— cerré los ojos fuertemente al escuchar a hye-min, digamos que la rubia se había vuelto la persona más insoportable en mi vida.
— ¿Qué sucede, hye-min?— volteé a su dirección y ella me sonrió coquetamente mientras hacía lo Posible para que el escote de su blusa llamé mi atención.
— tiene visita... Es una chiquilla, Algo insoportable.
"Insoportable eres tú."
— déjala pasar, quizás tenga algo que ayudé con el caso.— respondí con cierta esperanza de que sea así.
— bien, en unos instantes le entregó las grabaciones del interrogatorio.— me dio una última mirada y cuándo asentí, se marchó.
Piensa jeon...
Piensa.
No había grabaciones que me ayuden a encontrarlo, los estudiantes se mantenían al margen y cuándo fueron sometidos al interrogatorio halagaron a las víctimas, prácticamente no tenía ninguna pista para encontrarlo, pero no me rendiría.
—¿señor jeon? — su voz hizo eco en toda la oficina captando toda mi atención, volteé nuevamente dejando de lado mis avances Enfocándome en ella.
Vestía un lindo vestido floreado, sus labios tenían un ligero brillo gracias a un gloss, sus pestañas ligeramente rizadas y su cabello amarrado en un moño algo desordenado, pero que le hacía ver perfecta.
Pestañee un par de veces tratando de volver a la realidad y dejar de estar mirándola.
— señorita yang, Buenas tardes — saludé alegremente cosa que la hizo sonreír.
— buenas tardes, Señor jeon.— saludó mientras entraba a mi oficina, cerró la puerta de esta y caminó hasta colocarse a mi lado.— vaya...— susurró con sorpresa al ver mis pocos avances. Sus ojos observaban con tanta atención mi trabajo.— señor jeon, ¿Es posible pensar que ha dormido?.— sus ojos se conectaron con los míos y solté una risita.
— digamos que dormir en estos momentos, es lo que menos importa.— comenté y ella se acercó con cuidado leyendo cada hipótesis que había creado.— y... dígame, señorita yang, ¿Por qué ha decidido visitarme?.— tenía cierta curiosidad por saber ¿Por qué? De su visita.
— pues, solo he venido a verlo. Estaba aburrida y dije... "Por qué no ayudar al señor jeon con su caso".— solté una risa al escucharla. En serio había venido a brindarme ayuda.
— ¿en tus ratos libres ayudas a solucionar casos?— pregunté y ella negó rápidamente, mis avances dejaron de tener su atención, su mirada ahora estaba puesta en mí analizando cada movimiento que realizaba.
— No. Usted es quien tiene ese privilegio — contestó y ella entonces relamió sus labios dudando en volver hablar.— señor jeon, ¿La rubia operada es su esposa?.— pestañeó inocentemente, me crucé de brazos arqueando una ceja.
— ¿Rubia operada?— su creatividad en crear apodos era realmente chistoso.— hye-min no es mi esposa.
— ¿novia?
— no.
— ¿amiga con derechos?— volvió a preguntar y yo fruncí mi entrecejo.
— ¿Por qué tan interesada en mi vida amorosa?— ella arqueó una ceja y agarró un pequeño mechón rebelde de su cabello castaño jugando con este.
— señor jeon... solo preguntaba.— respondió y me limité a observarla hasta que volvió a hablar.— pensé que era su esposa.
— hye-min no es nada mío, solo mi "secretaria".— ella me estaba causando mucha intriga. Caminé hasta mis avances y comencé a inspeccionar si había un error.
— comprendo.— escuché su risita logrando hacerme sonreír.— ellos no son santos, señor jeon.— volteé apresuradamente al escucharla.
— ¿Qué?.— formulé y ella se quedó en silencio unos largos minutos.
— ellos no son santos, todos dicen que son buenos alumnos y no lo son.— comenzó a contar mientras se dirigía al sofá que había en mi oficina y tomó asiento.— ellos son los más odiados de la universidad... Pero — detuvo su hablar cruzando sus piernas logrando qué su vestido suba un poco, clavé mi mirada en la suya.— había alguien en especial a quién trataban mal, había un chico cursando junto a Dylan, el chico era hijo de la señora que se encarga de la limpieza de la universidad. Cuándo Dylan y sus amigos se enteraron, comenzaron a molestarlo.
— ¿Cómo sabes todo eso?— pregunté recordando lo que había contestado en el interrogatorio.
— todos en la universidad saben que Choi beom-su era la mascota de ese grupo...— frunció su entrecejo recordando posiblemente algo.— podría ser él, un sospechoso.— murmuró mientras mordía su labio inferior pensando.
— puede ser un sospechoso...— asentí a sus palabras y sonreí al tener algo más de información.
La puerta fue nuevamente tocada y cuándo pronuncié una "adelante" hye-min apareció con las grabaciones.
— señor jeon aquí están las grabaciones, el señor park dice que responda sus mensajes.— yang examinaba con cuidado a hye-min quién colocaba las grabaciones en la mesita.
— dile a park que estoy ocupado y por favor hye-min dile a Tae-Hyung qué comience a investigar sobre Choi beom-su.— ordené con seriedad y ella asintió.— puedes marcharte.— comenté y hye-min me dio una mirada de todo menos amistosa para luego irse cerrando con algo de fuerza la puerta.
— y... Así rompes el corazón de una pobre rubia operada.— yang volvió a hablar con algo de diversión.
— jamás le di algún indicio de que me llamará la atención.— relamí mis labios y caminé hasta la mesita para buscar entre los expedientes a Choi beom-su.
— es todo un rompecorazones...— se levantó del sofá y caminó hasta posicionarse a mi lado.— señor jeon, ¿Me permitiría enamorarlo?
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Caso 97.
RomanceJeon era un detective muy reconocido por sus excelentes casos resueltos. Era un hombre adinerado, soltero, frío, testarudo y orgulloso. Todo estaba en "orden" hasta qué las autoridades de Seúl lo contactaron por un caso realmente escalofriante. El...