𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁ℴ ℴ𝒸𝒽ℯ𝓃𝓉𝒶

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Bonnibel se acomodó sobre las piernas de Marceline, atrayéndola hacia su propio cuerpo. Se sorprendió a sí misma cuando bajó sus labios por el cuello de la ojiverde, besándolo con ganas. Marceline sintió su cuerpo temblar por aquel contacto, suspiró al recordar todo lo que habían pasado para llegar a donde estaban, y se incorporó un poco para poder ver el rostro de su rosada. Sus miradas se conectaron. Posó su mano en la mejilla de Bonnibel y la acarició, bajando despacio por su cuello, recorriendo su piel con las yemas de sus dedos. Miró cada una de sus reacciones, descansando sus caricias en uno de sus pechos y se mordió el labio al escuchar el suspiro que le regalo Bonnibel.
Masajeó su seno por encima de su blusa, hasta provocar que su pezón se endureciera, podía sentirlo a través de la tela. Hizo lo mismo con el otro, solo para cerciorarse de que el cuerpo de Bonnibel definitivamente reaccionaba a ella y no la hacía sentir incomoda. La escuchó jadear y pronto su otro pezón también se irguió erecto. Aquella imagen le resultó tan erótica que atacó con pasión sus labios, mientras se levantaba con ella en sus brazos, llevándola hacia la cama.
El cuerpo de Bonnibel estaba aprisionado con el de la modelo y sus caderas comenzaron a moverse de forma inconsciente mientras se besaban de forma cada vez más húmeda. Bonnibel rodeo su cuello con sus brazos, aferrándola más contra sí, provocando que Marceline se detuviera y se apartará ligeramente, mirándola.
~Marceline: Lo siento, mi amor –murmuró sobre sus labios– Lo que menos quiero es ir rápido, sé que debe ser difícil para ti, después de todo, y...
~Bonnibel: –Negó y la calló con un beso– No te contengas, amor mío, sigue por favor.
Marceline retomó ese rítmico movimiento de caderas y se relajó al ver cómo Bonnibel abría las piernas dejando que se acomodara mejor entre ellas. Sus manos comenzaron a subir la blusa de Bonnibel de forma suave, pero ansiosa. Necesitaba sentir el tacto de su piel y recordar cómo se sentía tocarla. Las yemas de sus dedos acariciaron la zona que no estaba cubierta por el top que llevaba y la recorrieron entera. No tardó mucho en quitar la prenda y acariciar sus pezones, que estaban del todo erectos.
Bonnibel llevó sus manos hasta llegar a los glúteos de la ojiverde, los apretó y gimió en su oído, lo más bajito que le fue posible, al sentir aquellas caricias en sus pechos.
Marceline bajó sus manos y se deshizo del pantalón de Bonnibel, para después acariciar sus muslos, arrancándole pequeños jadeos, que fueron callados por un beso lleno de amor. En aquel momento solo podía pensar en cómo complacer al amor de su vida, en cómo hacerla sentir amada de todas las maneras habidas y por haber.
Era la primera vez que estaban juntas en el presente, ambas siendo completamente conscientes de todo lo que vivieron en el pasado, era un rencuentro de sus almas, sellado con cada beso, cada suspiro, y cada caricia que se brindaban. Por ello, se dejó guiar por su cuerpo y por el de Bonnibel, que se contoneaba contra ella con cada nueva caricia.
Rompió el beso tan solo para mirar los ojos de la rosada y encontrar en ellos la respuesta que buscaba, su aprobación. No hacía falta que lo verbalizará, bastó con esa mirada llena de amor y deseo, que le dio. Se separó desnudándose a sí misma y luego comenzó a besar su cuello, bajando por el hasta terminar en su pecho. Sus manos apartaron las bragas de Bonnibel, y presiono sus dedos contra su intimidad, acariciándola con lentitud.
~Bonnibel: Marceline, por favor –Murmuró entre jadeos, pidiéndole que se apiadará de ella, y la hiciera suya de una vez.

La ojiverde obedeció, accediendo a aquella zona que deseaba tocar. Mordió uno de sus pechos al notar la humedad de su centro y, por un momento, se sintió desfallecer al escuchar aquel sonido en forma de gemido. Bonnibel quería más, y ella estaba dispuesta a dárselo.
~Marceline: ¿Esto está bien? –Preguntó cerca de su oído.
Bonnibel asintió un par de veces, no podría haber hecho otra cosa. En ese momento era una persona completamente vulnerable, dejar caer cada barrera ante Marceline, era algo único, y no hacía más que dejarse amar por ella.
Marceline disfrutaba de ver lo entregada que estaba hacia a ella, no existía mayor satisfacción, que hacerla sentir bien. Inició una serie de movimientos circulares en su clítoris, alternándolos con leves toquecitos con las yemas de sus dedos. Subió su rostro un momento porque ya anhelaba el sabor de sus labios y suspiró contra ellos cuando notó cómo Bonnibel correspondía el beso con ímpetu.
Las manos de Bonnibel viajaban sin rumbo fijo por el cuerpo de Marceline, hasta que llegaron a su sexo, y colocó la palma de su mano sobre el, haciendo presión con esta, lo cual sobresaltó a Marceline que, con cuidado, introdujo uno de sus dedos dentro de Bonnibel. Censurando sus gemidos con un beso intenso donde se decían sin palabras, cuanto se necesitaban.
Marceline se movió en el interior de la morena de forma sincronizada. Pero cada vez lo hacía más rápido y más profundo. Por cómo respondía a aquellas embestidas, el cuerpo de Bonnibel le decía cuanto estaba disfrutando de ello. Los gemidos de la rosada y la forma en la que comenzó a darle placer a Marceline al mover su muslo entre las piernas de ésta y frotarlo contra su centro, dieron paso a que Marceline incorporara un segundo dedo, que se adaptó rápido a los movimientos del primero y los imitó.
La espalda de Bonnibel se arqueó por completo y el nombre de Marceline entre gemidos, acompañó su orgasmo.
Marceline sintió cómo el interior de la rosada abrazaba sus dedos y se contraía. Buscó sus labios, porque necesitaba estar completamente segura de que eso no era un sueño, que todo seguía siendo real.
~Marceline: –Deslizó sus dedos fuera de ella, y la miro con un brillo especial en los ojos– Te amé siendo mi Bonnibel Cavendish, y te sigo amando ahora, mi Bonnibel Bubblegum.

ℬℯ𝓉𝓌ℯℯ𝓃 𝓁ℴ𝓋ℯ 𝒶𝓃𝒹 𝓉𝒾𝓂ℯ [𝒜𝒹𝒶𝓅𝓉𝒶𝒸𝒾ℴ𝓃 ℬ𝓊𝒷𝒷𝓁𝒾𝓃ℯ♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora