𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁ℴ 𝓃𝓊ℯ𝓋ℯ

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Jueves 14 de agosto 2014, (2 días después marcaba el calendario).

Contenta abrazaba los libros que tenía contra su pecho, podía sorprenderle la tecnología del siglo 21, pero su ser interior añoraba lo que ella conocía y podía manejar, nada mejor que leer a través de un papel. Había ido a la biblioteca municipal acompañada de un hombre de seguridad porque la señorita Abadeer no tenía tiempo para ello, su mente le gritaba una y otra vez que estaba cumpliendo el acuerdo a medias. De camino y de regreso a la biblioteca pudo ver una de las modas actuales al menos en este país cuando era verano, casi se desmayó cuando se detuvieron frente a una luz roja en la avenida al lado de la playa, hombres con un diminuto "no sé qué" que cubría su intimidad, así como mujeres con "ropa interior" muy pequeña, mostrando sus piernas, brazos, cintura y espalda ¡Qué vergüenza! La libertad de expresión y de vestir había cambiado drásticamente en 300 años, era inadmisible en el siglo 17-18 que una mujer anduviera casi desnuda, de hecho, nadie lo hacía y a nadie se le pasaría por la cabeza tampoco la sola posibilidad, mientras más recatadas mejor, tal vez los escotes de los vestidos apretaban sus pechos, pero aquello era lo máximo que mostraban. Hizo un gesto de asco y miró su ropa, siendo así, la idea de usar pantalones parecía menos desagradable.
~XX: Puede subir señorita Cavendish –El hombre calvo con lentes y ropa negra le abrió la puerta, ya estaban en el subterráneo del edificio, ahora había aprendido que les decían así a las torres altas y que cada hogar dentro de él era "departamento".
~Bonnibel: Gracias señor –Agachó la cabeza con cortesía y como toda una señorita caminó con los libros pegados a su pecho. El hombre de seguridad frunció el ceño, luego sonrió. No sabía exactamente quién era la mujer que vivía en el departamento de Marceline Abadeer, sólo sabía que era 100% diferente a cada una de las mujeres de las que ella se veía rodeada.
Había aprendido en estas 2 semanas cómo usar el elevador y a digitar los 4 números del tablero electrónico que correspondían al departamento Marceline Abadeer. No sentía su realidad como un pasado lento y aburrido, creía de hecho, que el futuro era demasiado avanzado como para estar mucho tiempo ¿Lograría adaptarse en un 100%? No tenía miedo de las cosas, estaba ansiosa y sorprendida de lo que era nuevo.

Al abrir la puerta pudo ver a una Marceline tendida boca arriba sobre el sofá de la sala de estar, encima suyo había una mujer con un vestido prácticamente arriba de las caderas, el pelo desordenado y con su rostro en el cuello de Abadeer, besándola como si se tratara de la última gota de agua en la tierra. Abrió la boca para gritar asqueada de la escena, pero su cuerpo ya había reaccionado ante la sorpresa, los libros se le resbalaron de las manos cayendo al suelo abruptamente y, por supuesto, alertando a las fogosas amantes de que había una espectadora. La muchacha frunció el ceño ¿Quién era esa desconocida con cara de niñata?
~Bonnibel: Lo siento yo... sigan en lo suyo –Recogía los libros, pero se le caían de nuevo. Marceline gruñó por la ineptitud de la psicópata y por lo poco atinada que había sido al llegar justo en este momento. Cuando Bonnibel pudo levantar los libros, salió rápidamente de allí a la habitación donde se estaba quedando, tenía las mejillas rojas, se sentía estúpida y con rabia, sobre todo cuando logró escuchar que Marceline le explicaba a esa "Exhibicionista" que era sólo una sirvienta nueva que había contratado. Una vez cerrando la puerta en silencio, se acostó sobre la cama y sostuvo el primer libro que le pareció correcto en la biblioteca. Si leía rápido existía la posibilidad de mitigar el deseo de llorar tan grande que se acumulaba en su garganta. Santo Dios ¿Por qué le había molestado el comentario de la señorita Abadeer? No estaba acostumbrada a que la trataran tan fríamente, no entendía porque el destino la hizo caer en este departamento y no en el de alguien tan dulce y caballero como el Dr. Murtens.
~Bonnibel: ¿Preparada señorita Cavendish? -Murmuró concentrándose en la portada del libro de historia que se titulaba "Famosos personajes de la nobleza británica tomo IV", y estaba dividido por siglos, el de ella era el cuarto tomo que abarcaba desde el siglo 16 al 18. Un escalofrío recorrió su espalda de arriba hacia abajo, dentro de esas páginas estarían los hechos que no logró presenciar, el destino e incluso el motivo y fecha de muerte de la gente que conocía. ¿Saldría el de ella? Tomando una gran bocanada de aire abrió el libro en el índice para saber dónde podía encontrar algo sobre el linaje de los Cavendish. Página 230 de un total de 456 páginas del libro, allí se iniciaba un capítulo llamado "Devonshire y una rama de la poderosa familia Cavendish". Sintió un poco de orgullo, allí escrito decía que los Cavendish desde el siglo 16 era una de las familias más influyentes y ricas de la aristocracia en Inglaterra. Mientras más leía, se daba cuenta que ahí escritas había cosas que ella ya sabía, cosas que le contaban y le enseñaron sus profesores particulares sobre los títulos numerosos de condes y duques que hubo en la familia en todo reino unido. Sus dedos impacientes cambiaron de página hasta que vio que destacado decía como subtítulo "William Cavendish, II duque de Devonshire". Asustada apartó la vista, pero después de unos segundos cuando se sintió lista volvió a mirar la hoja.
"Caballero de la orden de Jarretera desde 1707, aristócrata y político británico, hijo mayor de..." –siguió leyendo como si se tratara de una ventana al pasado/futuro de la gente que conoció. Era muy triste era leer esas cosas, sabiendo que en este presente ellos ya no estaban vivos- "...sirvió como presidente del consejo privado desde 1716 a 1729, año en el cual falleció de tuberculosis, el 4 de junio después de días agonizando."
Sus ojos se llenaron de lágrimas, era un bastardo como padre, pero no dejaba de ser impactante saber cómo terminaron acabando sus vidas. Empezó a sollozar cuando más abajo describían a su familia, la fecha de nacimiento y fallecimiento de cada uno de sus hermanos, con quienes se habían casado y quién fue el primero en heredar el título de tercer duque de Devonshire. ¿Pero por qué ella no aparecía en los registros como una más? Con miedo repasó su dedo hasta llegar a donde aparecía resaltado y en cursiva "El drama que envolvió a William Cavendish". Se quedó sin respiración cuando sus ojos dieron con lo que ansiaba leer en último párrafo, pero al mismo tiempo con lo que tanto temía ver.
"Los historiadores siempre tienen presente a los 5 hijos oficiales y legítimos de William y Rachel, pero pocos se atreven a contar y hablar sobre la hija adoptiva de los duques. Muchos comentaron en su época que se debía a la prohibición misma que dictó William Cavendish para que no se hablara más de su hija mayor tras su repentina desaparición. Es así como poco y nada de registros se tiene sobre Bonnibel Cavendish, 20 años, la hija desaparecida del segundo duque de Devonshire. Muchos hablan sobre teorías de secuestros tras intensas búsquedas fallidas, pero de lo único que se está seguro es que es un drama que marcó a la familia por varias generaciones más. Se habla que como único registro que se mantiene intacto de su existencia hay un retrato, pero hasta la fecha no se ha encontrado. La incógnita en Devonshire por varias generaciones es ¿Cuál fue el paradero de la señorita Bonnibel Cavendish?".
Bonnibel cerró el libro entre sus manos con las lágrimas cayendo como cascada desde sus ojos. Esto confirmaba que efectivamente había desaparecido y que la buscaron, pero obviamente no la encontraron. La angustia apretaba su corazón y lo deshacía hasta convertirlo en arena de mar, se sentía una mujer sin destino ni identidad, ni siquiera en importantes libros de historia aparecía. Trató de darle vuelta para ver su fecha de edición, allí en letras doradas decía 2000. ¿En 14 años habrían aparecido más cosas o sólo eso?
~Bonnibel: Estoy perdida, estoy perdida, estoy perdida –Murmuró acongojada de su propio destino ¿Eso quería decir que no podía volver? ¿O el sólo hecho de estar desaparecida cambió el rumbo de las cosas? Porque si volvía quizás... quizás esos registros de los libros de historia también cambiarían. Pero si volvía ¿Regresaría a la misma escena o regresaría días después de esa noche, con la equivalencia de los días que estuvo en este siglo? La información recogida sobre el motivo de la muerte de William y la fecha en que cada uno de sus hermanos había perdido la vida, le daba pena, porque en el presente era la única viva.
Sin acabar esa necesidad por seguir buscando, sostuvo un libro que llamó profundamente su atención, era titulado "Teorías sobre las almas a través de los tiempos". Necesitaba buscar una clave, algo que le dijera porque estaba acá y cómo regresaría a principios del siglo 18 donde pertenecía. Se secó las lágrimas, luego buscó en el índice algo que se asemejara a lo que estaba experimentando. Buscó por las páginas y aunque al principio creyó que estaba perdiendo el tiempo, unas cuantas líneas llamaron su atención.
"Muchas religiones no contemplan la posibilidad de la reencarnación. ¿Pero es esto algo definitivo? ¿Tienen la razón? Algunas personas si tienen la convicción de que después de la muerte pasamos por un periodo de preparación a otra vida terrenal, aunque la Dra. Blankeet, psicóloga de la universidad de Sevilla, explica dos de las teorías más fascinantes que ha escuchado. La primera se trata de la teoría llamada "La teoría del amor", ésta dice que cuando dos personas que se aman no tienen un buen final, la vida se encarga de hacerlos nacer, otra vez. Comenta que es una de las más dulces y en la que cree fielmente, no todos en la vida tienen la oportunidad para amar de forma feliz y que cuando dos almas se enamoran éstas se acompañan el resto de la existencia. Por lo tanto, el destino les da un final diferente en otra vida. La segunda se llama "La teoría del tiempo" que incluye los deseos del hombre por viajar o retroceder a través de este. Esta teoría dice que un alma no puede estar dos veces en el mismo tiempo/espacio, es decir, si un hombre de 18 años viaja hacia el futuro para verse a los 30 años, uno de los cuerpos dejará de estar consciente porque el alma no puede estar duplicada. La Dra. Blankeet asoció esta teoría con la primera y creó una sola llamándola "La teoría entre el amor y el tiempo", la que explicaría a fin de cuentas, que una persona y su alma podrían reencarnarse para encontrarse con el amor que no tuvo oportunidad de gozar, pero que si por un fortuito accidente su yo del "pasado" o su yo del "futuro" viajara a través del tiempo y cayera en la época que él actualmente vive, uno de los cuerpos dejaría de estar "presente" porque un alma no puede estar duplicada, o está en tu yo del pasado/futuro o en tu yo actual."
Cerró el libro en silencio y con cuidado lo guardó junto a los otros que había pedido en la biblioteca. Acercó su rostro hacia el espejo y con ambas manos se lo tocó tratando de aceptar de una vez por todas que ella estaba viviendo 300 años en el futuro y que viajó por el tiempo, pero aún se explicaba ¿Para qué? ¿Con qué objetivo? Las teorías de esa supuesta psicóloga no explicaban el motivo de los viajes en el tiempo porque tal vez no ahondaba en ello, sólo se concentró en que cuando dos personas no pueden amarse de forma correcta, sus almas nacen otra vez. De reojo miró el computador ¿Y si buscaba más? ¿Y si no sólo se informaba de teorías, sino que leía sobre historia inglesa para profundizar sobre el destino de las personas que conocía? Mucha información podía hacerle daño, debía descansar.
~Bonnibel: Quizás cuando me despierte, la señorita Abadeer haya terminado de estar con esa mujer exhibicionista y de malas costumbres –Tembló asqueada ante la escena y se acurrucó bajo las mantas de la cama para conciliar el sueño.

3 horas más tarde sus ojos se abrieron, la habitación estaba oscura, lo que quería decir que la noche había caído. Marceline Abadeer tenía una "criada" que hacía el aseo de su lujoso departamento y cocinaba para ella y ahora para Bonnibel. Alzó la nariz y un olor en el aire despertó a su estómago ¡Qué delicia! Estiró su cuerpo, se colocó el calzado bajo la cama y dispuesta a averiguar que estaba cocinando salió de la habitación. La "criada", Betty Petrivok, era casi la única que le hablaba en este departamento, Marceline como trabajaba no tenía tiempo de intercambiar muchas palabras y cuando estaba acá sólo le explicaba brevemente sus dudas. Hoy fue distinto, hoy la había visto y en una escena que la escandalizaba.
~Bonnibel: ¿Se encuentra ahí señora Betty? –Asomó el rostro en la cocina, vio a la mujer de pelo largo y ondulado de 50 años, con rasgos latinos, que tenía más paciencia que cualquier mujer en el planeta- Huele delicioso ¿Qué es?
~Betty: Sopa de pollo, señorita Cavendish, la señorita Abadeer no se encuentra bien, llegué hace poco de hacer compras, pero la vi acostada en su cama quejándose. Apenas pude entenderle, parece que tiene fiebre o bebió mucho –Dijo mirando hacia un lado cómplice- ¿Podría llevarle esta bandeja con la comida? Yo debo ocuparme de que esto aquí no se queme.
~Bonnibel: Pero su habitación es un lugar que ella me ha prohibido.
~Betty: Que jueguitos de "zonas prohibidas", ni que nada, usted déjele esto en el mueble al lado de su cama y le dice que yo la he autorizado –entrecerró los ojos- a esa muchacha la conozco desde que era una bebe de 8 meses, si no respeta a nadie, me respetará a mí -Bonnibel le sonrió porque era la primera persona que se ponía con autoridad frente a Marceline, sin contar Finn que realmente toleraba demasiado a su mejor amiga. Con cierto temor sostuvo la bandeja y caminó hacia la habitación de la señorita Abadeer, el camino hacia allá era fascinante porque en los pasillos había cuadros y adornos que no comprendía, incluso instrumentos colgados en la pared que llamaba "guitarras eléctricas". No tocó la puerta porque estaba abierta, la luz de un velador estaba encendida y le daba una iluminación tenue al espacio. En silencio se agachó para dejar la bandeja encima del mueble, pero antes de comunicarle con cierto recelo que la comida ya estaba aquí, se dio cuenta que su cara estaba tapada, que la manta oscura cubría su nariz y boca y que sólo dejaba a la vista sus ojos cerrados. Algo en ella le era familiar, algo había en esa temperamental mujer que le hacía sonido. Inconscientemente se empezó a acercar, pero sin previo aviso Marceline abrió sus ojos asustándola, no sólo porque la había descubierto, sino además porque la intensidad de sus ojos verdes, la intensidad de esa mirada, ese rostro cubierto le trajo un recuerdo.

-Flashback-
~Bonnibel: ¿Se encuentra bien? –murmuró apenas porque el rostro de la pobre campesina la dejó sin habla. A pesar de la suciedad que impregnaba su piel, destacaban de sobremanera sus ojos verdes, quizás era porque llevaba la nariz y la boca tapada con un pañuelo negro como si quisiera ocultar algo. Por otra parte, la desconocida trataba de articular palabra ¿Qué hacía una señorita de clase alta hablando con alguien tan paupérrima como ella?
~XX: -agachó la cabeza- Me encuentro bien, gracias por su preocupación señorita...
-Fin FlashBack-
Bonnibel: -se cubrió la boca con ambas manos, mientras una borracha y enferma Marceline Abadeer fruncía el ceño. Apenas podía hablar- Dios mío no, no puede ser.

ℬℯ𝓉𝓌ℯℯ𝓃 𝓁ℴ𝓋ℯ 𝒶𝓃𝒹 𝓉𝒾𝓂ℯ [𝒜𝒹𝒶𝓅𝓉𝒶𝒸𝒾ℴ𝓃 ℬ𝓊𝒷𝒷𝓁𝒾𝓃ℯ♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora