𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁ℴ 𝒹𝒾ℯ𝓏

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En su interior lo sabía, no necesitaba más que ver esos ojos verdes y ese rostro parcialmente cubierto para darse cuenta que la persona bajo esas mantas era exactamente la misma de hace 300 años atrás. Tenía la escena muy detallada en su mente, la "campesina" que la miraba con los ojos más verdes y vivos que había tenido la oportunidad de conocer, su cautela al expresarse frente a ella, la humildad, la sorpresa de que una chica de la nobleza le dirigiera la mirada y la palabra. ¿Pero por qué esta mujer era un extremo opuesto? ¿Y si al reencarnarse las personas se convierten en alguien de actitud distinta? ¡Pero qué estaba diciendo! ¡Ella no era la campesina de su época!. Pestañeó un par de veces, pero antes de retirarse para salvar la gota de dignidad que le quedaba y por supuesto, antes de que ella le gritara por entrar a su habitación, Marceline sonrió bobalicona cuando se retiraba de la cara la manta que la cubría. Una sonrisa... ¡Una sonrisa! El gesto la dejó aturdida.
~Marceline: ¿Hola? –Por el olor era obvio que estaba borracha, aunque quizás enferma también- ¿Eres un hada del bosque?
~Bonnibel: Señorita Abadeer, usted está teniendo alucinaciones, le ruego descanse –le indicó la bandeja a su lado- la señora Betty le ha cocinado esto, es una sopa de pollo.
~Marceline: Hada, hadita, hadita –Alargó su mano con el dedo índice apuntando hacia ella, lucía cansada, la piel le ardía y sudaba- ¿Concedes deseos?
~Bonnibel: Las hadas no existen –"Pero me he transportado 304 años más adelante, quizás debería considerar la idea de su existencia" pensó confundida, le era incómodo que la señorita Abadeer estuviera en un estado de aturdimiento, dulzura y ebriedad. Quería salir corriendo ante la idea de que ella fuese la reencarnación de aquella campesina ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué ella?!- Tome la sopa por favor.
~Marceline: No puedo mover mis brazos, me duele el cuerpo, estoy enferma –Hizo un puchero y ella frunció el ceño ante esa actitud, el alcohol causaba milagros, aunque fuesen pasajeros- ¿Me la das tú? -Bonnibel apretó sus manos, indecisa ante esa petición ¿Por qué tendría ella que ayudarle a tomar la sopa? Marceline Abadeer era una mujer petulante, una mujer que podía calificar como una "casanova" y egocéntrica, incluso le había dicho a la mujer que había encima suyo, que ella era una sirvienta nada más. No tenía nada en contra de los criados y los consideraba necesarios, su labor era impresionante, tener que soportar las peticiones y ofensas de los jefes era algo que ella no podría hacer. Pero esto era distinto, Bonnibel Cavendish no era una mujer vengativa y mucho menos guardaba rencor, la habían criado para tener carácter, pero también su ser interior siempre le había enseñado a ser diferente y buena persona con los demás. Le dio una mirada a Marceline con molestia, pero ésta le seguía sonriendo bobamente, esta vez le estiraba la cuchara para que la ayudara con la sopa.
~Marceline: Hadita, dame la sopa por favor –Bonnibel gruñó, pero como siempre ante todo mantenía la compostura de una señorita con clase.
~Bonnibel: ¿Puede apoyarse en el respaldo de la cama? –Quejándose Marceline tomó fuerzas y se apoyó tal como la "hada" se lo pedía, aunque se sintió demasiado bien cuando le acomodó las almohadas tras su espalda- Tome, aquí va la primera cucharada.
~Marceline: -aceptó la primera ración de sopa, caliente y deliciosa como sólo Betty podría hacerlo- Muchas gracias hada, quiero más –Y así bajo esa mirada lobuna y depredadora, Bonnibel le daba las cucharadas de sopa hasta acabarla toda.

Cansada de hacer tanto esfuerzo, Marceline volvió acomodarse bajo las mantas de la cama, lo único que quería era dormir y moría por hacerlo tomando la mano de esa preciosa hada que la cuidaba, mas, el estar enferma y ebria era la peor combinación del mundo, tenía el presentimiento de que acabaría vomitando sobre ella- Muchas gracias, señorita Cavendish -Lo dijo antes de quedarse dormida, lo dijo de forma tan simple que no imaginó cuanto aquello marcaría a la "hada" a su lado. Con las manos temblando y más que ansiosa, Bonnibel tomó la manta oscura y le cubrió el rostro sólo para dejar esos preciosos ojos cerrados a la vista. No había dudas, santo Dios, no había cabida para dudas. Era la misma voz que le agradeció por ayudarla en el camino con lodo hace 3 siglos atrás, y ahora estando frente a ella con su rostro nuevamente tapado podía darse cuenta de que era la misma persona. Aquella campesina de la que desconocía el nombre, había vuelto a la vida como otra mujer 300 años más adelante. ¡Ella estaba reencarnada! ¡Ella era Marceline Abadeer! ¿Con qué objetivo? ¿Aquella pobre campesina no tuvo la oportunidad de amar exitosamente a un hombre en el pasado? Pero a su reencarnación le gustaban las mujeres, aún era un poco extraño ese tema, aunque lograba entenderlo, y si habían avanzado tanto en todo ese tiempo, supuso que eso era realmente normal. ¿Sería que también en el pasado gustaba de una mujer y por eso no pudo ser feliz? Sus ojos se llenaron de lágrimas, la cabeza le daba vueltas con tantas ideas y ante el hecho que había descubierto, es más, ante la verdad innegable de que se había transportado a este siglo ese mismo día de haberla conocido de forma tan pasajera mediante el accidente del carruaje. ¿Y con qué objetivo yo me he transportado? No soportando más lo absurdo y surrealista de la situación, salió de allí en silencio para darse una ducha y acostarse en la cama, necesitaba dormir, necesitaba descansar antes de tomar el valor para investigar más sobre el propósito de su viaje en el tiempo.

ℬℯ𝓉𝓌ℯℯ𝓃 𝓁ℴ𝓋ℯ 𝒶𝓃𝒹 𝓉𝒾𝓂ℯ [𝒜𝒹𝒶𝓅𝓉𝒶𝒸𝒾ℴ𝓃 ℬ𝓊𝒷𝒷𝓁𝒾𝓃ℯ♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora