𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁ℴ 𝓋ℯ𝒾𝓃𝓉𝒾𝓊𝓃ℴ

56 7 1
                                    

Finn miraba preocupado a Bonnibel. ¿Por qué estaba conversando con ese chino? La primera y única vez que los vio juntos, ella estaba pálida y con muchos deseos de llorar, por supuesto que le preguntó eso ahora que estaban afuera de la cafetería lejos de ese hombre, mas, lo único que Bonnibel se limitó a decir fue "son asuntos privados y míos, no es nada de lo que tenga que preocuparse porque carece de peligro". Santo cielo, claro que no debía preocuparse, pero ese calor molesto aparecía en su estómago y se revolvía hasta dirigirse al resto del cuerpo, especialmente los puños, estaba celoso, maldición, estaba celoso y lo reconocía, pero no lo diría. Detrás de ellos apareció Marceline, miró por unos segundos de una forma tan extraña a Bonnibel, que creyó que hablaría y terminaría gritando, sin embargo, callada entró al vehículo sentándose en la parte de atrás con los brazos cruzados y la vista al frente, estaba pensando en algo y quería saber de qué se trataba.
~Finn: Puedes sentarte al lado mío si quieres, o ¿sabes conducir?
~Bonnibel: No no no, ni siquiera sé andar en bicicleta, no y... -tuvo la tentación de decirle que iba a sentarse atrás con Marceline, pero la muchacha emanaba tanta ira aun sin hablar, por eso se acomodó en el lugar del copiloto y se colocó el cinturón de seguridad- Señor Murtens, ¿por qué llegaron a la cafetería?
~Finn: -se sonrojó, miró el espejo retrovisor en busca de ayuda, pero Marceline estaba con la vista al frente casi sin pestañear- Pues, porque teníamos un mal presentimiento, es decir, temíamos que te pasara lo mismo que cuando terminaste en un bar peligroso.
~Bonnibel: Pues estaba en una conversación importante –Apretó sus dientes, estaba molesta con ellos, pero no quería demostrarlo porque quería mantener su figura de señorita, al menos por ahora- Ese chico no me hará daño, lo del otro día fue un malentendido, así que pueden dejar de preocuparse por él.
~Finn: Entonces perdónanos por preocuparnos –Estaba avergonzado, pero la mano de ella en su hombro lo tranquilizó, esa muchacha que había llegado sin previo aviso a sus vidas emanaba una tranquilidad impresionante, era una mujer inocente sacada de una película inglesa o eso le hacía sentir. Estaba más cerca de la verdad sin saberlo. Abadeer por supuesto que se percató del gesto, pero no miró la escena, la ira estaba atascada en su garganta y no quería hablar porque se metería en problemas.

El turco las dejó en el departamento y aunque tenía ganas de conversar un rato más con ambas, sentía mucha vergüenza por lo que había sucedido, porque no era quién para prohibirle a Bonnibel juntarse con otras personas. Arrancó su precioso deportivo de allí, dejándolas solas afuera del edificio. Bonnibel pensó que Marceline iba a mirarla o dirigirle la palabra, sin embargo, ella se dio la vuelta y entró para abrir las puertas del elevador. ¿Serían las palabras de Jake Yang las que provocaron su cambio en su humor? Estando ambas en el elevador, un pequeño recuerdo llegó a su cabeza, no tenía imágenes, pero sí sensaciones. Calor en su boca, un abrazo, mucho deseo en su cuerpo y oscuridad, eso, sólo oscuridad. Cuando las puertas del elevador se abrieron ella se adelantó para digitar la clave de seguridad en la entrada del departamento, pero cuando Marceline estuvo dentro, ella cerró la puerta de golpe provocandole un gran susto con ello.
~Bonnibel: ¿Qué es lo que le sucede señorita Abadeer? Creo que su comportamiento deja mucho que desear para alguien a quien consideraba una dama, bueno, que comenzaba a creer que lo era.
~Marceline: Mira a tu alrededor Cavendish, no estás viviendo sola, estás aquí porque te dije que te quedarías acá hasta que recordaras quien eras, sin embargo por causalidades de la vida me entero que tienes un amigo que forma parte de tu pasado, que lo recuerdas. ¡¿Y no me has contado?! ¿Quieres que piense mal de ti?
~Bonnibel: Pues piense lo que quiera, –bueno, Jake era parte de su futuro- por favor no me pregunte cosas, sólo fue que hoy me di cuenta de que lo conozco, no es que seamos íntimos –"Dios, él es mejor amigo de mi reencarnación"- Es... somos, ya sabe, sólo hoy lo recordé.
~Marceline: -la estaba acorralando contra una pared, ambas no se daban cuenta de cuan cerca estaban sus cuerpos- Te lo dije, espero que cuando recuerdes de dónde vienes me cuentes -Susurraba con el calor cubriendo su boca y el deseo innegable por repetir la escena del beso en el elevador- Es lo mínimo que merezco por dejar que vivas conmigo –Bonnibel era incapaz de responderle, incapaz porque había caído en un hechizo de esa mujer. "Quiero besarla" ¿Quería besarla? ¿Su primer beso se lo daría alguien técnicamente 300 años menor? No sabía que ya lo había hecho- Iré a descansar.
~Bonnibel: ¿Ya no está enojada? Quiero armar mi historia completa para poder contársela, sería incapaz de engañarla si es que eso ha pensado –Alzó una mano y tocó su mejilla, Marceline contuvo la respiración porque la sensación de su delicados dedos contra su piel era increíble- Y gracias por preocuparse, gracias por lo de la otra noche.
~Marceline: De nada –Depositó un beso en su frente lentamente para disfrutar de aquello, luego se separó y se dirigió a la cocina- ¿Tienes hambre? –Asomó su rostro por la puerta- Tengo el resto de la tarde libre.
~Bonnibel: -miró hacia atrás y vio la televisión LED, sonrió recordando cuando conoció aquel invento creyendo que las personas entraban en ella- ¿Comemos y vemos una película?
Marceline quería creer que esto no significaba nada importante, pero las palabras de su mejor amigo daban vuelta en su cabeza, "no podemos crear lazos afectivos fuertes con ella porque cuando recupere su memoria es probable que se vaya". No creía tener lazos afectivos fuertes, no sabía siquiera si podían llamarse lazos afectivos, pero quizás Cavendish no le era tan indiferente como creía. Optaron por ver una película de comedia, porque Bonnibel expresó específicamente que no quería dramas ni algo de época, nada que la hiciera llorar más de lo que ya había llorado estos días. Junto a una pizza, botanas y soda, además de un espectacular LED y avanzado sistema de sonido, terminaron riéndose por casi dos horas seguidas de las locuras y desgracias que les ocurrían a los protagonistas. Pero cuando llegaron los créditos y Marceline preguntó si verían otra, se dio cuenta cual era el motivo para que la rosada no respondiera. Allí dormía profundamente Cavendish con la cabeza apoyada en el respaldo del sofá y las manos sobre su regazo.
~Marceline: Bonnibel –Susurró, ¿cómo había logrado quedarse dormida en tan poco tiempo? No tenía idea de que el cansancio emocional se sumaba al cansancio del alma que debía esforzarse por no liberarse de Cavendish e ir hacia Bubblegum- Terminarás con dolor de cuello –La sostuvo para llevarla a la cama, pero la rosada entre sueños se acomodó sobre ella dejando su rostro en el pecho de Abadeer, justo donde latía su corazón, un hecho ordinario a simple vista, pero que coincidiría con una de las escenas más tristes de la vida de Bonnibel Cavendish, un hecho no muy lejano- Es difícil irme a la habitación así, ¿lo sabías? –Susurró con una sonrisa, jamás había compartido de una manera tan sencilla con una mujer- Si no puedes con ellos... ¿Úneteles? –Por unos minutos más empezó a hacer zapping, pero el cansancio del día le provocó sueño antes de tiempo, eran las 11 de la noche. Sus párpados cayeron solos, pero los brazos los mantuvo firmes alrededor del cuerpo de Bonnibel, si cualquier persona pudiera ver la forma en la que ambas dormían, pensaría que eran una pareja. Marceline descansaba su boca y nariz contra el cabello de Bonnibel, mientras ésta se acurrucaba cada segundo más contra ese cálido cuerpo, acomodando también disimuladamente sus piernas entre las de la ojiverde, aun entre sueños podía sentir el latido de su corazón, que le parecía la melodía más dulce que había escuchado alguna vez.

ℬℯ𝓉𝓌ℯℯ𝓃 𝓁ℴ𝓋ℯ 𝒶𝓃𝒹 𝓉𝒾𝓂ℯ [𝒜𝒹𝒶𝓅𝓉𝒶𝒸𝒾ℴ𝓃 ℬ𝓊𝒷𝒷𝓁𝒾𝓃ℯ♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora