𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁ℴ 𝓉𝓇ℯ𝒾𝓃𝓉𝒶𝒾𝒸𝒾𝓃𝒸ℴ

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El calor de su abrazo era exquisito y sincero, un "todo estará bien" implícito en sus brazos y sus ojos rasgados. Besó con cuidado el dorso de su mano y con una pequeña sonrisa él susurró "nos vemos pronto" porque la inglesa le había prometido que, mientras fuera posible repartiría su tiempo para disfrutar a todos antes de volver al pasado, claro que aquellas palabras fueron dichas en privado y antes de que subieran al auto, acompañados de Marceline.
Se habían ido de la tienda de Lady apenas ellos, Jake y ella, llegaron del paseo por la plaza. Bonnibel se fue sin sus pertenencias porque estaban en la casa de la gitana, todo dependía de lo que resultara esta noche, si las iba a buscar o si finalmente se terminaba quedando otra vez allí. Apoyó la espalda en la puerta recién cerrada antes de respirar profundamente, estaba cansada, tenía sueño y aunque la tentación de dormir abrazada por esa mujer era grande, prefería hablarlo todo de una vez, porque no quería disfrutar los últimos días con ella sin que las cosas estuvieran claras. Escuchó las pisadas que se iban acercando desde la habitación de Abadeer, pisadas suaves y sin ningún apuro. ¿Por qué su corazón se aceleraba otra vez?
~Marceline: ¿Quieres beber algo? –Susurró cuando se paró frente a ella, no la estaba tocando, pero como su cuerpo estaba tan cerca del suyo podía sentir todo su calor, sí, calor suficiente para desarmarla.
~Bonnibel: Una copa de vino estaría bien, señorita Abadeer.
~Marceline: Deja de tratarme de esa manera –Quitó un mechón de cabello rosado que colgaba de su frente- Me gusta que me digas Marceline, tutéame –Le dio un beso ligero en los labios, lo suficiente para provocarla, lo suficientemente corto para no llegar tan lejos. La rosada caminó erguida hacia el sofá de la sala de estar para esperarla, desde allí podía ver todas las cosas del departamento, su amplitud, los lujos que podía tener alguien famosa, cosas autografiadas y colgadas de la pared. Había echado de menos este lugar, la vista que le brindaba de la ciudad de Los Ángeles, el silencio, la mujer que era su dueña, su sonrisa, sus ojos, sus palabras dichas con tanto cariño. ¿Cuánto exactamente le quedaba en este siglo? ¿Qué tenía que pasar para que el destino dijera "ya basta"?
Alzó los ojos hacia la puerta de la cocina y suspiró, todo era tan bello acá. ¿Cómo no sentirse en casa cuando llevaba cuatro meses ahí? Una copa de vino apareció ante sus ojos haciéndola sonreír, la mano que la sujetaba era preciosa, manos que tocaban y trataban con cariño.
~Bonnibel: Gracias Marceline –Miró la mesa de centro y se mordió los labios, había una tabla de madera con trozos de queso, jamón, frambuesas, galletas saladas y una salsa de mayonesa y ajo para comer- Que delicia. ¿Puedo probar? –Marceline asintió antes de que ella estirara la mano, cogiera un mondadientes con la mano y lo pinchara en un trocito de queso- Mmm. ¡Qué bien sabe!
~Marceline: ¿Sabes? Cuando no estuviste, paseaba por el departamento tratando de pensar dónde te ocultabas o si habías vuelto al pasado. Leí todo lo que dejaste Bonnibel, la teoría de las almas, tus registros históricos, fotos de tu recuadro, todo. ¿De verdad hay algo más?
~Bonnibel: -Después de beber dejó la copa de vino sobre la mesa, Marceline estaba sentada a su lado- No le tomas el peso a la teoría de las almas –Susurró con el nudo creciendo en su garganta, aquello explicaba todo- Quiero... quiero que por un segundo cierres los ojos y visualices algo, algo que te llame la atención, algo que te haga sentir o pensar que no eres de este tiempo.
~Marceline: -Recordó inmediatamente las imágenes de sus sueños, su rostro cubierto con un pañuelo oscuro, en otra ocasión su caída en lodo y sosteniendo la mano de una bella doncella que le ofrecía ayuda, su voz siendo modulada con tanta importancia y solemnidad- Lo sé, lo vi –Abrió de inmediato sus bellos ojos verdes que delataban su miedo interior- ¿Puedes decir toda la verdad Bonnibel? Por favor.
~Bonnibel: -Miró el estante donde encontró el libro sobre las almas y sus teorías, se paró, lo sacó con cuidado y regresó al lugar donde estaba sentada- Antes de explicarte la razón por la que he viajado, tienes que saber cómo ocurrieron las cosas. William Cavendish y su esposa me adoptaron cuando tenía tres años si no mal recuerdo, los Cavendish son una familia aristócrata de Inglaterra que tiene muchos títulos de la nobleza. ¿Recuerdas la mansión a la que fuimos para las filmaciones? Ese es mi hogar. ¿Recuerdas haber visto alguna fuente de agua antigua y grande? Fue ahí donde caí y después llegué a este siglo.
~Marceline: -Se estremeció con sus palabras- Todo esto es tan...
~Bonnibel: ¿Poco creíble? Lo sé, al principio para mí fue tan doloroso. Esa noche del 5 de abril, toqué el piano para el baile que habían dado mis padres en la mansión, cuando tocaba sabía que algo malo sucedería, los ojos de mi padre me miraban con deseo y no, no era la primera vez que había tratado de tocarme.
~Marceline: Santa mierda... ¡Santa mierda! –Apretó tanto la mano que la copa de vidrio se había trizado un poco- ¿Nadie hacía algo?
~Bonnibel: Mis hermanos pequeños ignoraban aquello, sin embargo, esa noche, William me esperó en uno de los pisos de la mansión, como es tan grande jamás podrían escuchar un grito mío desde uno de los pasillos. Esa noche William rasgó mi vestido y tocó parte de mi cuerpo, me había dicho, –su voz se quebraba cuando hablaba, los ojos derramaban lágrimas- que había crecido, que estaba hecha toda una mujer. Quería abusar de mí ahí mismo, luché tanto para que no me tocara, y en un momento me encontré en un tercer piso y cuando él quiso agarrarme, de alguna forma me caí por la ventana, fue todo demasiado rápido, pensé que iba a morir. ¿Quién sobrevive a la caída de un tercer piso contra el mármol? Caí en esa fuente, no sentí el fondo con mis pies y por más que luché por salir a flote, fue imposible, poco después todo se volvió negro y perdí la consciencia. Fue así que desperté con sus gritos y movimientos, fue así que me encontró mojada y con un vestido antiguo sobre su cama aquel día de julio -Ambas estaban calladas, Marceline se mordía el dedo pulgar mientras su cabeza daba vueltas y vueltas. ¿Cómo podría vengarse? ¿Cómo podría degollar a ese hijo de puta? Imposible, el tipo a estas alturas estaba más que muerto, lo vivido por ella se lo había llevado el viento. No tenía dudas de que Bonnibel fuera del pasado, las cosas calzaban tal cual ella lo decía, cuando la encontró tenía aspecto de una mujer de época, su forma de hablar, su miedo ante la tecnología, su falta de pertenencias. ¡Mierda! ¡Estaba frente a una mujer de hace 300 años! Cada vez que lo pensaba volvía a estremecerse y a sorprenderse.
~Bonnibel: Cuando me dejó afuera del edificio, entré en pánico, no entendía que era un auto, las luces de la calle, aun me sigo sorprendiendo con ciertas cosas. ¿Recuerda cuando –indicó el LED frente a ellas- cuando me asusté al prenderlo pensando que había personas dentro? ¿Mi forma tan... tan yo de hacer las cosas? Incluso su madre se sorprendió de lo mucho que sé de historia de Inglaterra.
~Marceline: Ven –La acomodó para que se sentara sobre sus piernas, tener su rostro inhalando su exquisito perfume femenino desde su cuello, era un contacto íntimo- Eres hermosa así, tal cual eres, con tus modales y tu inocencia me estás volviendo loca y te quiero aquí, te juro que no me importa cuán fantástica sea la relación, no me importa si vienes del siglo 18 o si eres un extraterrestre, yo estoy enamorada de ti.
~Bonnibel: -Llorando en silencio besó su cabellera oscura, iba a echarla tanto de menos siendo Abadeer. ¿Pero qué sorpresa le daría la vida si descubría a su versión Lethood?- Cuando llegué no entendía cómo y por qué viajé, extrañaba a mi familia, pensar en la muerte de tantas generaciones me angustiaba, los que conocí no son más que cenizas. Sin embargo, fue Lady la que fue guiando mi camino. Conocer a Jake fue la clave para comprender por qué estoy aquí. Por qué llegué a ti, por qué en el pasado me topé con una campesina y tres siglos después llegué a su reencarnación.
~Marceline: ¿La historia se pone peor? –Preguntó con la voz estrangulada.
~Bonnibel: ¿Recuerdas que viste como mis manos y parte de mis muñecas iban desapareciendo? No fue la primera vez que sucedía, también en otras ocasiones estuve a punto de volver, pero fue tu contacto lo que me mantuvo aquí en el siglo 21 -Ella sacó su rostro del cuello y la miró fijamente, respiraba más rápido- ¿Recuerdas cómo eras antes de conocerme?
~Marceline: Una imbécil, una egocéntrica una...-el dedo tembloroso de Bonnibel quedó sobre sus labios.
~Bonnibel: No se trate así, usted simplemente era una persona que no conocía el amor –Acariciaba la punta de su nariz, el contorno de sus cejas, los párpados, esa mujer era una maravilla esculpida por la naturaleza- Y como tal, no iba a reconocer a la persona que le era correspondida -Se sonrojó al darse cuenta de que nuevamente le había hablado de usted.
~Marceline: Pero te conocí a ti, –gimió como si eso evitara la mala noticia que presentía que se avecinaba- lo hice.
~Bonnibel: Es parte de mi tarea, es parte de mi destino. Tuve que viajar para que conocieras lo que era el amor, lo sé, lo vi, si tú hubieses seguido tal cual antes de conocerme, antes de aprender conmigo, no habrías conocido, ni reconocerías a la persona que está destinada para ti. Es aquí donde entra en juego la teoría de las almas y la reencarnación -No tuvo que hacer mayor esfuerzo para quitarse de su abrazo y tomar el libro que explicaba todo, la vista de Marceline estaba perdida en el suelo, sus ojos no tenían brillo, era como un animal agonizando, sólo que aún no le daban el tiro que le quitaba la vida de forma definitiva.
~Bonnibel: Le pedí que recordara imágenes del pasado. ¿Lo hizo verdad? –La ojiverde asintió- Usted existió en el pasado, usted era una campesina. La teoría habla sobre que dos personas que se amaron y no tuvieron un buen final juntas, vuelvan a nacer, sus almas viajan en el tiempo y renacen hasta que en una de esas vidas puedan ser felices. Reencarnan, esta misma teoría dice que –leyó la hoja donde estaba abierto el libro- que si por un fortuito accidente su yo del "pasado" o su yo del "futuro", viajara a través del tiempo y cayera en la época que él actualmente vive, uno de los cuerpos dejaría de estar presente, porque un alma no puede estar duplicada, o está en su yo del pasado/futuro o en su yo actual. Por ejemplo, si la campesina viajara, usted se desmayaría y...
~Marceline: ¡¿Existe otra Bonnibel?! ¿Tú también te has reencarnado?
~Bonnibel: Es... Es posible –Marceline se paró de inmediato.
~Marceline: Dime la verdad, Cavendish. ¡Dila!
~Bonnibel: Existe –Apretaba el borde de su ropa entre las manos, estaba nerviosa- Pero no puedo decirle donde vive, sólo que es de esta ciudad y... -empezó a hablar más rápido, más torpe.
~Marceline: ¿Cómo puedes ser tan egoísta? ¿Cómo pudiste haber venido a enamorarme y luego te irás como si nada al pasado? Por favor, ¿es fácil sentir cosas por alguien y desprenderse como si nada? ¡Mentiras!
~Bonnibel: ¡¿Egoísta?! He tenido que tragarme sola la pena y la angustia que significa haber viajado para enamorarme de una mujer que me será arrebatada, viviendo con el miedo de si será capaz de amarme como una reencarnación en el presente, con miedo porque cuando vuelva no sé qué me espera. Mi sociedad es restrictiva en muchos sentidos y no tenemos la libertad para expresarnos como aquí sí lo hacen. Tengo rabia porque fui arrebatada de mis raíces, pero a la vez estoy agradecida porque así hubiesen sido dos meses, tres días, o una semana, tuve la oportunidad de conocerte a ti y de hacer que todo esto que existe, tenga sentido.
~Marceline: No me interesa enamorarme de nadie más Bonnibel, ni de ti reencarnada, de nadie -Se secó las lágrimas con rabia- Así que cuando decidas volver, puedo despedirme de ser una buena mujer, no tengo porque hacer lo que el destino quiere.
~Bonnibel: ¡Si no lo hace también me condenará a mí! Las personas que están destinadas a estar juntas al ser infelices vuelven a nacer –Tiró el libro lejos, ella también tenía carácter, ella también podía expresarse y no permitir que le hablara de esa manera- ¿Sabe que es lo que más me duele de todo esto? Es que usted tiene la posibilidad de ser feliz, pero yo, yo como Camila Cavendish tendré que mandar mi vida lejos. Yo no tendré posibilidad alguna de ser feliz porque de partida en el pasado usted es de una clase inferior a la mía. Porque ambas somos mujeres, y nos condenarían a muerte por ello. ¿Dirá que eso no importa? En mi época sí importa. ¡Somos 300 años más viejas! Segundo y más importante, si yo soy feliz, –las lágrimas estallaban de su cara, su piel se había tornado color roja- si yo decidiera ser feliz con la Marceline del pasado, usted y mi yo del presente desaparecerán por arte de magia –Abadeer se mordió los labios mientras llevaba las manos a sus orejas, no quería oír más- O tendrán un accidente cruel para hacer que su existencia deje de tener sentido. Pero me duele más, mucho más, su actitud, cuando yo estoy dispuesta a hacer un sacrificio por la mujer que amo, por la mujer que amaré en mi época y la que amo ahora, porque sé que, si yo me arriesgo, si yo lo hago en Inglaterra, en el futuro seremos felices las dos. Incluso estoy dispuesta a dar mi vida. ¿Necesito ser más explícita? -Dejando el dorso de su mano sobre sus labios, salió de allí para llorar en el baño que tenía en la habitación. Abrió la llave a lo máximo de su capacidad y sin quitarse la ropa se hundió en ella para llorar desgarradamente. ¿Por qué la última frase dicha le hacía tanto sentido? Ella sí estaba dispuesta a dar su vida, sea en la circunstancia que sea, para que fueran felices en el presente. ¿Por qué Marceline no era capaz de poner de su parte? Seguramente necesitaba tiempo, pero ella no se iría tranquila a Exeter de 1710, si no escuchaba de sus propios labios que ella haría lo posible por hacer las cosas bien.
Así fue como pasaron las horas y el agua se puso helada, cogió una toalla, se quitó la ropa y se fue secando lentamente cada parte del cuerpo, pensando y sintiendo que el tiempo era escaso, se imaginaba un reloj de arena con muy poca arenilla en la parte superior, incluso a veces se sentía ligera. Cuando su cabello estuvo seco salió del baño desnuda, encontrando encima de su cama una camisa de Marceline y ropa interior recién comprada. Con cuidado se colocó lo que le había dejado, antes de acurrucarse bajo las mantas, abrazar una almohada y seguir llorando contra ella hasta quedarse profundamente dormida.

Al otro día.
Abrió los ojos lentamente, aunque de golpe los cerró al ver tanta luz dentro de su habitación. La cabeza le dolía como si hubiese bebido toda una botella de alcohol sola, pero la verdad era que sólo la pena y tanto llanto lo había provocado. Con la misma camisa se bajó de la cama y abrió la puerta, quería ir a la cocina por un vaso con agua y una pastilla, quería comer algo ligero y volver a acostarse para quizás jamás volver a pararse.
Creyó que todo estaría en silencio, pero cuando se fue acercando escuchó unos quejidos, como si alguien tratara de callarse colocando algo sobre su boca. Al asomarse la vio apoyada sobre el enorme mesón de mármol oscuro, lloraba contra sus brazos. Al lado suyo había quedado apartado un plato con cereales, la botella con leche estaba abierta, pero a ella no le importaba, sólo estaba llorando con tanta pena, que para Bonnibel fue inevitable ponerse a llorar en silencio. Se acercó lentamente y se apoyó sobre su espalda, abrazó su cuerpo desde atrás y con todo el amor que le tenía, fue besando su nuca, fue susurrando palabras bonitas al borde de sus orejas.
~Marceline: No quiero que te vayas, maldición, no quiero que te vayas –Abadeer sujetaba las manos de la inglesa que descansaban en su abdomen- ¿Qué tengo que hacer para que te quedes? ¡Es que cuando te vayas pasarás a estar inmediatamente muerta!
~Bonnibel: Estaré aquí, te lo prometo, Marceline –Besó la comisura de sus labios, mientras descansaba en ella, que estaba dándole la espalda- Estaré aquí reencarnada, y te amaré. Te juro que te amaré.

ℬℯ𝓉𝓌ℯℯ𝓃 𝓁ℴ𝓋ℯ 𝒶𝓃𝒹 𝓉𝒾𝓂ℯ [𝒜𝒹𝒶𝓅𝓉𝒶𝒸𝒾ℴ𝓃 ℬ𝓊𝒷𝒷𝓁𝒾𝓃ℯ♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora