𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁ℴ 𝓈ℯ𝓈ℯ𝓃𝓉𝒶

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30 de noviembre de 1710, al otro día.

Suspiró al sentir el té bajar por su garganta, aquella infusión caliente en un día tan frío como hoy sentaba de maravilla. Aquello sumado a una buena lectura de un libro perfectamente seleccionado podía ser un buen panorama, sin embargo, no había avanzado mucho en las páginas de la novela. ¿Podría tener una lectura tranquila cuando en realidad se sentía viviendo una pesadilla? Cada día que avanzaba, Aaron estaba más distanciado, más obsesionado con su deseo de ser Conde, más serio, lo que podía ser una ventaja porque lo tenía lejos, sin embargo, eso significaba que no podía salir con toda la libertad que quisiera, para no enfadarlo tenía que quedarse en casa y hacer las tertulias en la mansión, salir con la vigilancia de un hombre de confianza para su marido o simplemente hacer cosas rutinarias día tras día puertas adentro. Sentía como la locura le daba la bienvenida con los brazos abiertos, no quería ceder ante los deseos de cometer suicidio, aunque sabía que terminaría naciendo de nuevo 300 años en el futuro, ella realmente sentía ganas por conocer a Marceline siendo campesina. ¿Sería cobarde irse por el camino más fácil?
~Bonnibel: No puedo más, Dios, no puedo más –Dejó la tasa vacía y el libro sin abrir a un lado. Buscó un abrigo largo y pesado característico de su época antes de salir a caminar un poco por los jardines de la mansión.
La iluminación no era tan buena a las 5 de la tarde gracias a las nubes grises y al sol que se escondía temprano, de todas formas, no fue impedimento para salir un poco y tomar aire fresco. Sentía miedo de seguir casada con Aaron, su cuerpo y su mente estaban preparándose para recibir el final de su vida, pero ¿cuándo? "Tiene que suceder algo lo suficientemente malo para darle sentido a la reencarnación" pensó angustiada cuando abrazó su propio cuerpo tras temblar. ¿Era el extremo frío o el miedo que sentía?
Agudizó la vista al darse cuenta de que alguien cortaba leña afuera de un cuarto de madera, podía ser normal, claro, pero no era común que una mujer lo hiciera. Su alma sabía perfectamente quién era esa persona, así que tomó las precauciones necesarias para que nadie la viese caminar hacia esa parte de la propiedad.
Con un sólo movimiento el hacha le daba a la leña que caía partida en dos al suelo y una tras otra las iba acumulando. Si creyó que con eso la rabia desaparecería, estaba equivocada pues sólo aumentaba. ¿Qué más podía hacer? Escuchó un murmullo que la hizo voltear al instante, allí vio parada a Bonnibel con una expresión distinta. ¿Qué pensaba?
~Marceline: Señora Bonnibel –Jadeaba, podía hacer frío y estar a punto de nevar, pero la rabia y el ejercicio la tenían acalorada- ¿Qué sucede? –Miró hacia los costados- Por favor, por su propia seguridad salga de aquí.
~Bonnibel: -se sorprendía de verla con los ojos llenos de lágrimas, estaban enrojecidos, había marcas de lágrimas en sus mejillas- Nadie me ha visto llegar a este lugar. ¿Qué le sucede? Puede confiar en mí.
~Marceline: ¡No! –Gritó- Si me atrevo a confiar en usted, su preciada vida estará más que en peligro, sería incapaz de hacerle eso -Temblando se dio la vuelta para irse, pero Bonnibel la sujetó de la muñeca y la arrastró hasta la pequeña casita de madera donde guardaban elementos de jardinería. El espacio era reducido, tanto así que sus cuerpos estaban pegados el uno al otro. ¿Qué tan bueno esto podía ser?
En silencio la inglesa la miró tan fijamente que poco a poco Marceline se fue deshaciendo en su angustia, apoyando su espalda en la pared de madera, mientras agachaba la cabeza y se ponía a llorar.
~Bonnibel: Señorita Lethood, por favor dígame que le está sucediendo –Se arrodilló en el suelo sorprendiéndose cuando la campesina la abrazó fuertemente y rompía a llorar desesperada. Su angustia era tal, que ella misma terminó por llorar en silencio, quería ser la roca en la que se apoyara, no quería angustiarla más- Llore todo lo que quiera, hágalo por favor.
~Marceline: Me estoy volviendo loca, por favor sálveme de mí misma. ¡Antes de que termine por cortarme el cuello con esa hacha!
~Bonnibel: Si se quita la vida, la siguiente en hacerlo seré yo –Masculló contra el cabello húmedo de Lethood, no le gustaba ver al amor de su vida sufrir de esa manera- Por favor confíe en mí, porque me está matando el misterio.
~Marceline: No he comido, ni he dormido desde el día de ayer –Se separó para mirarla, apenas entraban la luz por las separaciones de la madera- Cuando tuve que limpiar el salón que le pertenece al señor Aaron, me... –apenas se le entendía con el paño puesto en su rostro, no iba a quitárselo, además, palabras entre balbuceos y lágrimas no eran tan legibles- me encontré con la cadena de mi madre, junto a ropa manchada de sangre.
~Bonnibel: -chilló llevándose los temblorosos dedos de su mano a los labios, también empezó a llorar aterrada- ¡Eso era maldita sea! ¡Eso era! Lo siento tanto, perdón, yo... yo no puedo... ¡Dios, era su familia!
Al principio fue incapaz de sostenerla cuando la inglesa se quedó sentada de rodillas llorando desconsolada, abrazándose a sí misma, pero luego dentro de su angustia se agachó para abrazarla. ¿Quién consolaba a quién?
~Bonnibel: Por mi culpa, por mi culpa mataron a lo que usted más amaba -No podía tranquilizarse- Por estar casada con un enfermo mataron a su preciada familia, a su madre, sus hermanos.
~Marceline: No, sólo es culpa de un hombre cerdo. Aquí, –puso la mano de Bonnibel sobre su pecho justo donde latía el corazón- aquí está el deseo más profundo de matar a un hombre, de estrangularlo con mis propias manos, de acabar con la vida del señor Aaron como lo hizo tan sanguinariamente con mi familia.
~Bonnibel: -Se miraron unos segundos y por un instante mutuamente se secaron las lágrimas- No lo haga señorita Lethood, no condene su alma al pecado, deje que el destino se encargue de hacerle la vida imposible a Aaron.
~Marceline: Pero mi familia... -se le quebró la voz- no puede quedar esto así -Sus rostros estaban muy cerca el uno del otro, ella tragó saliva, sintió ganas de quitarse el paño del rostro y succionar las lágrimas de la rosada con su boca como mínimo- ¿Existe alguna forma de poder hacer justicia sin matarlo de forma agónica?
~Bonnibel: Existe... créame que existe y sé que es real porque lo veo en sus ojos –Alzó la mano para tocar con delicadeza las cejas y el contorno de los ojos de la escocesa, ella suspiró de placer- Y sé que es real porque es lo que siento aquí –Sostuvo la mano de Marceline y la dejó esta vez sobre su pecho.
~Marceline: -apretó los dientes- ¿Qué trata de decir señora Warwick? –Masculló.
~Bonnibel: Necesitamos hablar a solas, puede pasar por mi dormitorio a las 12 de la noche cuando todos estén durmiendo, el señor Warwick y su padre no están. Pero necesitamos un código –Tragó saliva ansiosa- La esperaré tras la puerta, usted debe dar tres golpes, sólo así sabré que es usted. ¿Entendido?

ℬℯ𝓉𝓌ℯℯ𝓃 𝓁ℴ𝓋ℯ 𝒶𝓃𝒹 𝓉𝒾𝓂ℯ [𝒜𝒹𝒶𝓅𝓉𝒶𝒸𝒾ℴ𝓃 ℬ𝓊𝒷𝒷𝓁𝒾𝓃ℯ♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora