𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁ℴ 𝓈ℯ𝓈ℯ𝓃𝓉𝒶𝒾𝓃𝓊ℯ𝓋ℯ

45 6 0
                                    

Todo era silencio cuando entró en la habitación de aquel pequeño hostal, era cierto que era humilde, incluso tal vez demasiado, pero estaban sobreviviendo con el poco dinero que iba quedando tras intercambiar la mayoría de las monedas de oro. Se acercó a la cama viendo a Marceline moverse inquieta bajo las mantas, dejó las toallas y el plato con agua en el suelo para verla más de cerca, la luz de la vela apenas alumbraba, pero eso era mejor a nada. Su frente estaba perlada en sudor, el pelo húmedo se pegaba a su piel y su aspecto era enfermizo, desde hace un tiempo era así. ¿Sería más que un simple resfriado? De pronto Marceline empezó a toser colocando las manos sobre su frente, con cada tos parecía perder más y más fuerza, sólo se calmó cuando ella dejó una mano sobre su pecho.
~Bonnibel: Va a mejorar, todo estará bien, lo sé –Había un instinto dentro de ella que le decía otra cosa, pero no quería ser negativa- Colocaré las toallas mojadas en su cuerpo para bajar la temperatura.
~Marceline: Gracias, mi vida, muchas gracias –Susurró quejumbrosamente, antes de que ella sumergiera las toallas en el agua, las estrujara con fuerza y se las colocara sobre la frente, al lado del cuello y bajo las axilas- Estaré mejor para mañana, seguiremos el camino -La rosada no dijo nada, besó la mejilla donde tenía la marca antigua de la quemadura y se dedicó a ordenar alrededor- Su silencio me inquieta. ¿Hay algo que desee compartir? –Quería acomodarse, pero le dolía todo el cuerpo.
~Bonnibel: No señorita Lethood, nada, de verdad. –"¡Mentira!" se dijo- Es mejor que no hable y gaste energía en ello, descanse.
Marceline estaba cansada y muy adolorida, pero no estaba lo suficientemente caída en la fiebre como para no permitirse pensar y abrir los ojos para observarla. Bonnibel mentía y eso lo sabía, su cambio de voz, su gesto en el rostro cuando ella mencionó seguir el camino, en poco tiempo había logrado conocerla lo suficiente como para leer los mensajes ocultos. No quería agitarla y ella menos quería hacerlo, simplemente cerró los ojos y dio un largo suspiro para concentrarse en el alivio que le brindaban las toallas húmedas y frías.
No supo cuándo ni cómo, pero de un momento a otro se había quedado dormida. ¿Cuánto tiempo había pasado? Dentro de su somnolencia abrió los ojos, todo estaba oscuro, estaba vestida, seca y siendo abrazada tras su espalda por ella. Lo único de lo que podía tener memoria era de haber suspirado de alivio una vez más, sabiendo que su amada la estaba resguardando antes de sumergirse una vez más en la profundidad de los sueños.

Instintivamente su nariz se movía con el nuevo aroma que entraba a la habitación, era algo parecido a pan caliente o alguna masa recién hecha. Se sentía tan cómoda, tan bien tapada que quería compartirlo con Marceline, sin embargo, cuando estiró el brazo, su lugar estaba vacío y frío, asustada abrió los ojos notando una sonrisa angelical extenderse en el rostro de la ojiverde. ¡Estaba parada con el desayuno entre sus manos! Una bandeja de madera con dos tazas de té, pan caliente con mermelada y unas galletas recién horneadas al parecer.
La rosada se mordió los labios y se hizo hacia un lado para que ambas cupiesen. ¿Había algo más agradable que tomar desayuno juntas y dentro de una cama? La verdad es que sí, hacer el amor.
~Marceline: El señor quedó tan contento con la moneda de oro anoche, que no quiso cobrarnos el desayuno –Le acercó la taza de té- Beba, calentará su cuerpo y le dará energías para otro día.
~Bonnibel: ¿Se siente mejor? Su aspecto cambió tanto –Alzó la mano para tocarle la frente- No tiene fiebre y no está tosiendo tampoco.
~Marceline: Sus cuidados y su amor me hicieron sentir mejor, sólo que... -se movió inquieta- cuando desperté hace poco, usted hablaba entre sueños.
~Bonnibel: ¿He dicho algo impropio de una mujer como yo? –Bebió el té rápido por el nerviosismo, no sabía que hablaba estando dormida y la verdad era que temía por lo que pudiese salir, quizás su subconsciente se quería vengar por llenarlo de constantes pensamientos secretos.
~Marceline: Nada impropio puede salir de su boca, amada mía, sólo que... -volvió a remecerse en la cama- la frase "Señorita Abadeer, vamos a encontrarnos de nuevo" me inquieta de sobremanera. ¿Ha puesto sus ojos en otra mujer? -Bonnibel se mordió los labios, sólo alcanzó a dejar la taza de té en la mesilla de al lado antes de explotar en una risa que la hacía estremecerse completamente. Marceline soltó levemente la mandíbula, sorprendida por su reacción. ¿Qué estaba pasando? ¿Y por qué le causaba tanta gracia? Las mejillas de la rosada se coloraron como los pétalos de las rosas rojas, su cabello estaba esparcido sobre la almohada, tuvo que pensar en algo sin gracia para dejar de reír. Al apoyarse sobre sus codos y mirarla de nuevo, pudo ver en las cejas de Marceline un indicio de celos, lo que la llevó a morderse los labios fascinada. ¡Fruncidas eran más hermosas!
~Bonnibel: Amor mío. ¿Le he dicho que estando molesta se ve muy atractiva? –Acarició sus cejas, ella no hablaba. No podía creer que Marceline Lethood estuviese celosa y que fuese de sí misma. Sin embargo, ¿cómo podía explicarle la situación sin que la creyese con pérdida del juicio?- No me tome a mal, pero... he soñado que en otra vida, nosotras estamos juntas de nuevo y que en esa vida usted tiene el apellido Abadeer.
~Marceline: ¿Y eso que tiene de gracioso? Debo confesar que su risa es música para mi alma, sin embargo, que se ría de la situación me pone... no sé como decirlo.
~Bonnibel: Es su rostro de celos el que me ha causado tanta gracia –Su risilla calmó su preocupación- ¿Cómo podría estar celosa cuando en mis sueños es usted quién aparece?
~Marceline: -dejó la bandeja de lado, colocó ambas manos en su cintura y la miró fijamente, la amaba tanto- ¿Cree usted que podría ser así? ¿Qué exista la reencarnación? Porque si fuese así no dudaría en buscarla las vidas que fuesen necesarias, incluso si tengo un apellido tan feo como Abadeer –Bonnibel inflaba las mejillas conteniendo la risa. ¡Hubiese amado contarle la situación cuando viajó al futuro! Decirle a Marceline Abadeer que su vida pasada como Lethood consideraba su apellido del futuro como algo feo.
~Bonnibel: Sí, pero creo que es Dios quién regala a las almas que lo necesitan, la oportunidad de nacer de nuevo. Y si fuese real, amor mío créame que también la buscaría, la buscaría incluso si se llamara Marceline Abadeer, incluso si fuese una mujer famosa y yo una muchacha de familia normal. Incluso si tuviese cosas que me impacten o viva en torres llamadas edificios o tenga los mejores carruajes que se manejan sin caballos.
~Marceline: -Empezó a reír fascinada- ¿Así cree que es el futuro? Oh amor mío, creo que tiene fiebre, usted ha de tenerla para tener semejante imaginación, es mejor que deje esa imaginación para más tarde porque le tengo una sorpresa.
¿Sorpresa? Aunque Bonnibel quisiera saber de qué trataba, no iba a conseguir respuesta por ahora, así que no hizo esfuerzo alguno para apurar la situación y tomó desayuno disfrutando todo lo que Marceline le había traído. Una vez terminada la comida, ambas se cambiaron de ropa por la única muda que traían, estaba limpia porque había sido lavada anoche en el pequeño hostal.
Marceline miró a su alrededor y se ocupó de que nada quedase en la habitación que pudiese delatar la presencia de ambas allí, dos amantes fugitivas perseguidas por orden de la reina Ana no era algo fácil de ocultar. Con cuidado se dirigieron hacia el carruaje y los caballos que estaban en un establo del patio trasero del hostal listos para ser abordados. Por una moneda de oro había tenido una experiencia casi "agradable".
Con un vasto gesto dijeron adiós y emprendieron camino hacia el misterioso destino que Marceline se había propuesto, Bonnibel sentada dentro del carruaje pensaba que este tal vez sería uno de los últimos viajes que haría arriba de uno, la necesidad de tener dinero y deshacerse de todo lo que en su vida que viniera de los Warwick era enorme. Por suerte Marceline había tomado el carruaje más sencillo, no levantaba sospechas, aunque tal vez como lo hicieron con los caballos, estos también tenían una marca de la familia.

ℬℯ𝓉𝓌ℯℯ𝓃 𝓁ℴ𝓋ℯ 𝒶𝓃𝒹 𝓉𝒾𝓂ℯ [𝒜𝒹𝒶𝓅𝓉𝒶𝒸𝒾ℴ𝓃 ℬ𝓊𝒷𝒷𝓁𝒾𝓃ℯ♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora