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Cuando las escaleras eléctricas lo dejaron en la parte baja comenzó a dar pasos largos, buscándolo con la mirada por todos lados.

Hacía ya algunas horas que le había avisado que llegaría.

Había madrugado para poder llegar temprano y pasar su día completo a su lado. Quería verle y contemplar su sonrisa.

Una cosa eran sus sentimientos, y otra muy diferente la bendita necesidad de verlo.

Es que, ¡maldita sea!, era tan hermoso...

¿Cómo era que no habían podido tomarlo en serio? Un jodido loco era su sobrino, por jugar con alguien como él.

Suspiró rendido al no verlo por ningún lado y, tomando en cuenta el hambre que sentía por no haber probado bocado alguno el día anterior, se acercó a una caseta de comida.

Realmente sentía que se desmayaría.

Y él que tanto odiaba que alguien no comiera.

¿Entonces debería odiarse él?

Al comprar algo salió de ahí, buscando algún taxi que pudiese llevarlo.

Ahora que lo veía bien, estaba genial haber dejado las llaves de su auto en casa del rubio, si no, ya también estarían en manos de Hyunjin y su bebé, quién sabe para qué sería utilizado.

Apenas paró un taxi subió, y al intentar cerrar, la puerta fue obstaculizada por una mano que la detenía con fuerza.

Subió la mirada y sonrió al percatarse de que aquellos hermosos ojos lo miraban con alegría y ternura.

Se hizo a un lado y el chico subió a su lado, entonces le indicó la dirección al chofer y volvió su atención al ojigris instantáneamente.

-Hola...

Apenas habló y ya tenía abrazado a él al chico.

-Te extrañé demasiado.

-Pequeño, sólo ha sido un día -rió-. Pero yo también te extrañé.

-Bueno, de ahora en adelante tendrás que acostumbrarte a que alguien te extrañe siempre, así pase sólo unos minutos sin tí.

Sonrió entrelazando sus manos y dejó un corto beso en el dorso de la de Felix.

-Estoy encantado de saberlo.

Aquel viaje fue rápido.

Entre chistes sin gracia que lo hacían reír y algunos comentarios lindos, el tiempo se pasó sin que se dieran cuenta y, llegaron al departamento de Felix, completamente felices.

-Bueno pues, bienvenido a tu casa -sonrió el chico al abrir la puerta, dejándolo entrar primero-. ¿Qué quieres hacer?

Su tono pervertido hizo reír al castaño, que sólo rió con inocencia y comenzó a dar brinquitos como niño pequeño, lleno de emoción.

-¡Vamos a comer!

El rubio bufó.

Comer era en lo que menos pensaba en aquel momento, pero simplemente asintió porque no quería dejar a su amor con hambre.

Si él quería algo más, debía hacerle tener energía ¿no?

Sonrió con malicia y se sentó en el sofá.

-Deja por ahí tus cosas y vamos... -se mordió el labio al verlo asentir, entrecerrando los ojos al analizarlo-. Minho, ¿por qué traes de nuevo una maleta, si tienes cosas acá?

-Traje más cosas, quería sacarlas de allá, quiero que dejen de estar cerca de mí.

Felix lo miró unos segundos en silenció, intentando adivinar qué era lo que podía hacer con aquellos objetos al llevarlos hasta allá. Pero no encontró nada.

●•◦★𝐄𝐧𝐬éñ𝐚𝐦𝐞 𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 // 𝐌𝐢𝐧𝐛𝐢n, 𝐌𝐢𝐧𝐥𝐢𝐱 ★●•◦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora