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—Respirando tu aire, soñando tus sueños, hoy quiero que sepas que tú estás en ellos —cantaba Minho, mirando con ilusión las estrellas mientras las unía con una línea imaginaria, creando figuras, casi todas de amor—. Eres el culpable de todos mis desvelos, quiero que comprendas que tú eres mi anhelo.

Escuchó la suave risita de su novio y sonrió embobado, volteando a verlo.

—Eres muy bonito —sonrió el chico, recostado a su lado, y estiró la mano para tomar la suya—. Verte y escucharte me hace muy feliz.

—A mí aún me apena saber que te gusto, no entiendo por qué yo, si hay tantos chicos lindos. ¡Y chicas... uff!

—Porque sí Minho —se estiró apenas un poco, dejando su mejilla sobre el pecho del castaño y besó su barbilla—. Ninguno de ellos se compara a tí, te conozco tanto que estoy enamorado hasta de tus defectos.

—¿Y si es así, puedes asegurar que estarémos juntos mucho tiempo?

—Mucho —confirmó entre un suspiro, porque era verdad, no esperaba que de un momento a otro alguien llegara a meterse entre ellos, al menos por él, porque confiaba que Minho le gustaba mucho, y lo amaba realmente, para encontrar a alguien que pudiese alejarlos, no encontraría a otro igual en años—. No te prometo que toda la vida, pero sí que estarémos juntos muchos años.

—¿No te prometo que toda la vida? —murmuró el castaño un tanto inquieto, porque eso era lo que él deseaba, un siempre, el pelinegro lo miró atento a su respuesta y sonrió, abandonando su idea de que quería más que un "mucho tiempo"—claro, será genial, Binnie.

(...)

Bajó de su auto sonriendo, dejando de lado sus recuerdos y le entregó las llaves al parking de la casa.

—¿Hyunjin? —le preguntó.

—Está en su habitación, ordenando algunas cosas con su esposo.

—Gracias.

Corrió adentro de la casa. No imaginaba que estarían ahí luego de la boda, más bien creía que se irían de luna de miel, pero estaba bien, porque debía felicitarlos por su compromiso.

Tocó la puerta de la habitación, escuchando sus voces en un diálogo tranquilo.

Changbin le abrió la puerta y, al instante le sonrió.

—Hola, Changbin, buenos días —saludó adentrándose en la habitación, sin prestarle mucha atención.

Ya no podía verlo igual, o concentrarse en cómo estaba.

Por más que lo amara debía entender que ya no era suyo, si no de Hyunjin y, que ya no podía pensar en lo mucho que aún su cuerpo necesitaba de él.

—Buenos días —le respondió cerrando y regresando detrás de él a la cama, viendo a su esposo no muy feliz—. Amor, ¿Por qué tienes esa cara? Está aquí Minho, es lo que querías.

—Yo no quiero nada.

Parecía molesto y era obvio, tomando en cuenta que la noche anterior lo había dejado todo mal por irse con el rubio, sin importarle nada de lo que decía o lo traicionado que se sentía.

Minho suspiró.

Aún también le dolía escuchar que a su sobrino, el pelinegro le decía amor.

Pero estaba cansado de aquella situación.

—Sólo venía a saludarlos, quiero pasar mis últimas semanas acá, con ustedes.

—¿Cómo que últimas semanas, tío? —se interesó Hyunjin, dejando de lado su molestia— ¿Te vas a morir?

●•◦★𝐄𝐧𝐬éñ𝐚𝐦𝐞 𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 // 𝐌𝐢𝐧𝐛𝐢n, 𝐌𝐢𝐧𝐥𝐢𝐱 ★●•◦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora