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-Y... ya que tienes novio -le habló
Ji-sub, deteniendo todas las
conversaciones en la mesa para concentrarse en él-. ¿Cuándo
lo vas a traer para conocerlo?

El chico tragó duro.

No quería llevarlo con su familia,
porque le disgustaba el pensar que
al conocerlo pudieran hacer
comentarios ofensivos o hirientes.

Él era su todo, le encantaba verlo
feliz y no esperaba que, por una
estupidez de su familia o, la oposición
de la misma, todo eso se acabara.

-N-No lo sé, él es tímido -anunció,
viendo una mueca en el rostro del hombre-. Le preguntaré si quier...

-¿Osea que él es el que toma la
última palabra? -se burló- ¡Uff
Changbin, yo creía que tú eras
de huevos!

El pelinegro bajó la mirada, los comentarios como aquellos le
parecían estúpidos, pero viniendo
de su familia le daban lástima.

Tristeza pura era lo que le daba,
saber que vivía con puras personas
de pensamientos retrógradas.

Bufó levantándose para ir a lavar su
plato pero aquel tipo sucio lo detuvo
de la muñeca, haciéndolo girarse para
mirarlo, esperando que algo saliera de
su boca. Principalmente una orden.

-Deja eso -sí, ahí estaba la orden que
esperaba, pero no deseaba que dijera
lo siguiente-, tú mamá lo va a hacer.
Si no ¿para qué está?

-Puedo hacerlo yo mismo, no se me van
a caer las manos.

Su madre había bajado la mirada,
como siempre, no se atrevía a decir
nada sólo para no contradecir al
hombre y hacer problemas fuertes,
porque eso era lo que sucedería si
habría la boca.

Ji-sud lo miró mal y bufó.

-Bueno ¿Tú qué? -se rió con burla,
tirando con fuerza de su muñeca
para hacerlo sentarse de nuevo-
¿Realmente simpre vas a estar por
debajo de todos?

-No, más bien al mismo nivel.

-Ese niño te está volviendo muy raro,
como bastante pendejo -murmuró con
molestia y Changbin entrecerró los
ojos, dolido, porque su novio no estaba
haciendo nada, pero simplemente no
había necesidad de sentirse superior
a nadie, y mucho menos a su madre o
a su pequeño amor-. Quizá debas
traerlo, parece que ahí está el dominante. Aunque la verdad me daría vergüenza tener un hijo como tú, tan sumiso.

-Sí, Ji-sud, ya luego voy a traer a mi
novio.

-¡Te dije que no me llames Ji-sud,
idiota, soy tu padre!

-¡Pues no quiero que lo seas! -gritó
de vuelta y al instante, el hombre ya
estaba golpeando tan fuerte su rostro,
que lo dejó tirado, su madre sólo se aguantó las ganas de meterse a
defenderlo mientras él se sobaba la mejilla, y de su boca escurría un hilo
de sangre.

-¿Cómo que lo sientes? -dijo sarcásticamente aquel hombre, insitándolo a pedirle perdón.

Su madre lo miraba con súplica,
mientras que su hermano sólo
sonreía con burla.

No quería poner a la mujer que le
había dado la vida mal, porque cada
vez que sus nervios se alteraban la situasión siempre terminaba en el hospital, y nadie más que él y su
abuela la cuidaban.

-Lo siento, papá.

El hombre sonrió y miró a su esposa,
que aún no terminaba de comer, pero
no le importó.

-Lava el plato de tu hijo -ordenó
con la voz dura y la mujer asintió, levantándose lentamente- ¡Muévete,
no seas lenta!

La mujer sólo se asustó por el grito
y se apuró a hacer las cosas, dejando
a medias su plato de comida.

●•◦★𝐄𝐧𝐬éñ𝐚𝐦𝐞 𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 // 𝐌𝐢𝐧𝐛𝐢n, 𝐌𝐢𝐧𝐥𝐢𝐱 ★●•◦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora