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Entró a la casa, casi tropezando con los juguetes que se encontraban regados por todo el piso.

bufó y caminó, siguiendo aquel reguero que había.

—Hyunjin, ¿por qué ray... —su voz se apagó cuando vió al pequeño pelirosa sollozando en un rincón bajo la mesa, corrió hacía él para abrazarlo y el niño, temblando comenzó a pedirle que se alejara— ¿Qué pasa bebé? soy yo, tranquilo.

—Tío Min —lloró con fuerza, abrazándose de su cuello—, él me quería lastimar.

Señaló con su dedito detrás del castaño y, asustado, el chico se volteó, viendo nada.

—¿Él quién bebé?

—Él tío —insistió, mirando temeroso detrás suyo—, ese hombre que te mira feo.

Un escalofrió recorrió desde el cuello del castaño hasta su espalda baja, creyendo que Hyunjin le hablaba de un fantasma.

Eso realmente le causaba miedo, así que sólo cargó al pelirosa sobre su regazo y lo hizo acurrucarse sobre él, de forma que no pudiera ver nada.

—Ya se fue bebé, no te hará daño —lo sintió negar pero no quiso hacer caso, le daban más miedo los espectros que la gente, porque al menos de las personas podía defenderse—. Vamos a dormir, cuando llegue tu papá bajamos a comer con él.

Subió a dejarlo a su habitación y cerró cada ventana con seguro, dejando abajo las persianas y encendiendo la cajita de música que tanto le gustaba al pequeño.

Apenas comenzó a quedarse dormido, salió de ahí cerrando la puerta y bajó, pensando ir a la cocina por un vaso de agua para estar tranquilo.

A mitad de las escaleras, vió algo que no esperaba y definitivamente, dejó de tener miedo, más que eso, el coraje se apoderó de su interior.

El maldito tipo que lo acosaba cuando aún no lo metían al internado estaba ahí, paseándose por la casa a escondidas.

Y ahora entendía que su pequeño sobrino realmente hablaba de un hombre que le quería hacer daño. Entonces, de lo único que tenía miedo en ese momento era de que lo hubiese tocado, le daba asco y rabia el sólo pensarlo, porque Hyunjin era apenas un bebito de tres años que no se merecía esas cosas.

Ningún daño debía hacerle nadie.

Desde donde estaba, sintiendo el calor correr por sus venas corrió tomando el impulso de la bajada y gritó, levantando su puño cuando estuvo a medio metro de aquel asqueroso tipo.

Sabía que se había ido a meter ahí porque Hyunjin estaba solito. Alguna vez intento hacerle daño a él, pero siempre había sido más escurridizo y duro con la gente que su sobrino, por lo tanto, entendía que ya que no había podido con él ahora lo intentaba con el pequeño.

Pero eso no iba a pasar, mientras él existiera.

Además, se daba cuenta que cuando el pelirosa le dijo que el hombre lo miraba mal, era porque quizá no había logrado nada, porque su llegada lo había interrumpido y se había tenido que esconder. 

Su puño mandó al suelo al hombre, dejando su boca sangrando y se lanzó sobre él, golpeándolo una y otra vez, con una creciente furia.

—¡Vete al demonio, carajo! —le gritó— ¡Te vas a pudrir en la maldita cárcel!

Con un golpe en la cabeza lo dejó inconsciente, y no dudó en llamar a los servicios de seguridad, sin importarle que lo hubiese atacado a golpes.

Pero no le iban a hacer nada, tenía catorce años, encargado del cuidado de un niño pequeño, y estaba en una situación peligrosa, por lo tanto no podía arriesgarse a que el hombre siguiera ahí.

●•◦★𝐄𝐧𝐬éñ𝐚𝐦𝐞 𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 // 𝐌𝐢𝐧𝐛𝐢n, 𝐌𝐢𝐧𝐥𝐢𝐱 ★●•◦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora