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Miraba por todos lados, sorprendido.

¿Qué había pasado en aquel lugar? Es decir, jamás había estado ahí pero era obvio que, con lo espacioso que era, debió haber sido una casa genial.

Extrañamente, no había ni polvo.

Miró al castaño con el ceño fruncido, y preguntó:

—¿Dónde están todas tus cosas, tío?

El chico sonrió bajando la mirada.

Se le había olvidado que ni siquiera tenía camas para dormir, y Hyunjin no se acostumbraría ni a un sofá cama.

¿Era tonto?

—Sí, eh... —se rascó la nuca y le miró con pena— los doné.

—Bien, y... ¿dónde dormirémos?

—Te puedo llevar con tus padres, cuando quieras regresar a Miami, sólo dime y te llevaré.

El pelirosa negó y corrió a colgarse de su pecho.

—Me quedaré a domir contigo el tiempo que estemos acá —sonrío—. Mis papás podrán verme en el día.

El castaño asintió y tomó su mano para llevarlo a la habitación donde había dormido la última vez.

—Tengo un colchón de aire.

El chico rió ante aquella información.

De cualquier manera, estaba agradecido con Minho por haberlo sacado de su casa. Era cansado pasar cada día y cada noche en un mismo lugar, sólo, y si estaba acompañado, igual se sentía así.

No tenía amor.

Los brazos que lo rodeaban por las noches al dormir no eran los que él deseaba, y estaba seguro que él tampoco era la fuente de calor de su esposo.

Sí, le conocía muy bien el sentimiento.

Pero en aquel momento no necesitaba pensar en eso.

—Ya deberías vender esta pocilga —mencionó, notando que realmente sólo estaban las paredes y el techo, por eso se podía llamar casa, pero no tenía absolutamente nada más, y eso le daba una idea de lo que podía estar pasando, que por cierto, era acertada, el castaño le miró—. A tí te hace falta algo más perrón.

El ceño del castaño se frunció y comenzó a reír por su comentario.

—Hyunjin, no digas esas cosas —reprocho con pena.

El chico se encogió de hombros y lo miró con inocencia.

—Qué cosa? —preguntó confundido— ¿Perrón?

—¡Hyunjin!

Volvió a reír, cubriéndose con las manos el rostro.

Por alguna razón esa palabrería se le hacía vaga, y por lo tanto le avergonzaba escucharla siquiera.

Hyunjin sonrió con malicia.

Su tío era tan lindo.

—Perrón, perrón, perrón....

Y comenzó a reír también, siendo contagiado por la escandalosa risa del castaño, que no podía parar de hacerlo.

Finalmente decidieron calmarse y Minho le mostró cómo debían poner el colchón, que por suerte, se calentaba gracias al aire que lo llenaba.

Y, sorprendiéndose, el chico vio a su sobrino tirarse al colchón como si fuese vida.

Jamás imaginó que podría añorar dormir en algo como aquello pero, bueno, ahí estaba, fingiendo roncar y alabando lo cómodo que era.

●•◦★𝐄𝐧𝐬éñ𝐚𝐦𝐞 𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 // 𝐌𝐢𝐧𝐛𝐢n, 𝐌𝐢𝐧𝐥𝐢𝐱 ★●•◦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora