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—En Saturno viven los hijos que nunca tuvimos... —suspiró pasando la franela por el mueble del espejo y sonrió al ver que quedaba limpio—. En Plutón aún se oyen gritos de amor, y en la luna gritan a solas tu voz y mi voz, pidiendo perdón... cosa que nunca pudimos hacer, oh...

Iba por fin a sentarse en la cama a descansar un poco, pus había limpiado todo.

El polvo se había adueñado de aquella casa y, ahora, estaba quitándolo hasta dejar el lugar impecable.

Dio la vuelta, sin darse cuenta que la franela golpeó algo hasta que lo escuchó caer, al mirar el piso yacía un porta retrato tirado con el cristal vuelto astillas.

—Ay, no, no... —se agachó a levantarlo, pensando en recoger el desastre, hasta que vio la foto. 

Era aquella de su cumpleaños 27, justo un año antes de separarse de Changbin.

El pelinegro lo abrazaba por la cintura, acariciando una barriga falsa que habían comprado en el internado años atrás, para una práctica de biología.  

Ambos se notaban felices y, lo más importante, enamorados. 

Sonrió nostálgicamente, pasando los dedos por la foto.

¿Cuándo fue que el amor se había acabado?

Aquel año estaban aún planeando hacer las pruebas de compatibilidad y luego, llevar a cabo el proceso de gestación para tener a su hijo tan deseado.

Lo mataba el hecho de que todo se hubiese acabado, sólo por una mierda tan remediable como aquella situación.

¿Por qué Changbin no pensó en las tantas posibilidades de tener un bebé? 

¿Por qué sólo pensó en la sangre?

¿Por qué no en el amor?

Ah. Pero ya era tarde.

No había vuelta atrás.

—¡Ah! —se quejó, sintiendo como su dedo era atravesado por una astilla, obligándolo a soltar aquel objeto— Rayos, literalmente esto sólo me hace daño.

Salió a tomar una escoba y un recogedor y limpió lo que había en el suelo, tirándolo en una caja a la basura.

Luego simplemente lavó su herida, con cuidado sacando la astilla y cubriéndola con una bandita.

Miró el papel de aquella foto, pensando que hacer con ella.

Era un bonito recuerdo, pero de verdad sabía que tenerlo ahí no era la mejor de las ideas, porque siempre estaría lastimándose con el pasado.

¿Debía hacerle caso a Felix y quemarla?

¿Quemarlo todo?

No. Por el momento seguía siendo difícil para él hacer tal cosa, aún no era lo suficientemente fuerte para dejar de lado todos sus sentimientos.

Para él, amar no era cualquier cosa.

Y olvidar tampoco.

La dejó bajo la cama, para no sentirse atraído a mirarla cada segundo y se acurrucó, metiendo una mano bajo la almohada.

Tocó algo y lo sacó, sonrió al ver su celular, recordando que lo había guardado ahí al dormirse.

Y todo, entonces lo que había estado en su cabeza se esfumó y lo único que hubo, fue una extensa sonrisa en su rostro.

Sólo pensaba en una cosa.

Y lo hizo.

—Contesta, contesta... —esperó unos segundos, bastante ansioso por escuchar su voz— Vamos peq...

●•◦★𝐄𝐧𝐬éñ𝐚𝐦𝐞 𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 // 𝐌𝐢𝐧𝐛𝐢n, 𝐌𝐢𝐧𝐥𝐢𝐱 ★●•◦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora