1: "𝑺𝒆𝒏̃𝒐𝒓𝒂"

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Las yemas de sus dedos recorrían sus finos rasgos repleta de nostalgia

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Las yemas de sus dedos recorrían sus finos rasgos repleta de nostalgia. Había tanta sabiduría allí y no porque fuera la más experta en cuestiones de mundo ni en ninguno en lo absoluto, pero sí había sido muy sabia al respetarse a sí misma y no caer en la desesperación en la que te expone las marcas que iban dejando el paso del tiempo.

Todavía podía oír la voz de su mejor amiga diciendo: "Existen los cirujanos plásticos, Nayeon" "Deberías abrir la mente, Nayeon" "Te ves muy tranquila, ¿no te da terror la idea de cumplir cuarenta y cinco años?" Sonrió al recordarla con todo y sus expresiones.

No, no era sabiduría de lo que se colmaba, sino de paciencia y debía de tener mucha para soportar a un personaje como lo era su amiga Minatozaki Sana. 

Claro que tenía terror, ya se veía muy adulta, entonces llegaban esas preguntas tales como: "¿Cuándo se fue tan de prisa el tiempo?" Mientras se recorría la pequeña marca de, lo que alguna vez, fue un lazo la cual lentamente parecía perder más vida. Intentantaba no deprimirse ante la imagen que le regalaba el espejo. 

Ya no eran veinte, ni treinta, no eran cuarenta por todos los cielos... ¿Qué demonios había hecho con su juventud? Nayeon de veinte años se habría horrorizado tanto como su loba lo hizo, ante la idea de perderse en la frivolidad vacía en la que se conformaba su monotonía actual. No, ese no era el futuro con el que había soñado, pero sí era el que ella misma había elegido, no podía echarse para atrás ni aunque quisiera. 

"¿En qué estaba pensando cuando dije que sí?" Divagó entonces. Que sí al matrimonio, que sí a la maternidad, que sí a brindar su tiempo para todo y para todos. "Para lo que se ofrezca" había dicho él, cuando le indicó que era mejor que abandonara la universidad, luego de descubrir la llegada de Yeri, su primera hija. Para lo que se le ofreciera a todos menos a ella, claro estaba.

"Autocompadecerte es tu deporte favorito, Nayeon" se regañó a sí misma y terminó por desmaquillarse por completo, aún por sobre el desánimo, la tristeza y la desolación que le recorría cuando esa loba avergonzada le ponía un poco de atención. ¿Qué más daba? Ni modo de echar el tiempo para atrás y retroceder, porque definitivamente ya no era una opción. "La vida se había pasado y punto, Nayeon." Acabó con su debate interno, mientras se deslizaba por la habitación, ignorando la tristeza de su omega, una tristeza que ella intentaba separar de su vida terrenal. 

Su aroma a dulces, delicadas y frescas rosas había sido un atractivo inigualable en ella, pero con el tiempo había descubierto que, sencillamente, había ido disminuyendo y comprendió que quizás estaba llegando a la edad en la que abandonaría su celo. Tragó al recordar esos pensamientos, otro indicio de que la edad había caído sobre ella.

Una vez estuvo junto a la cama, removió esos tontos pensamientos innecesarios, dejó caer la bata y se recostó para meterse entre las capas de su cobertor. Ya estaba arropada allí, cuando miró a su imponente alfa, quien leía un libro con mucha atención. 

𝑨𝒑𝒑𝒓𝒆𝒏𝒕𝒊𝒄𝒆 🥀 [2Yeon] G!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora