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tw: violencia.

Resulta ser un total misterio cómo Julian llega a lo que parece ser una cafetería.

El murmullo de voces y tintineo de tazas y platos le retumba en los oídos, su mente aún nublada no puede terminar de procesar siquiera qué pasó hace un par de minutos.

Cree que ha tenido demasiada suerte en llegar hasta este punto, porque afirma que las piernas le tiemblan y siente el cuerpo pesado, y la correntada de aire fresco le hace poner los pelos de punta.

Su pecho sube y baja con lentitud, porque ha logrado calmarse un poco con la caminata después de aquel cruce con Enzo, y su corazón por fin va regulándose de a poco.

Parpadea lento y con cansancio, y se acomoda el flequillo por dentro de la capucha de su buzo gris.

Se da un momento para respirar profundo y hace las pases con el universo, rogándole estar en una cafetería y no en otro lado.

Quita las manos de adentro de la cangurera, y estira la derecha, temblorosa y congelada, hacia la puerta de madera blanca. Hay un enorme ventanal sobre ella, pero lo suficientemente alto como para que Julian no alcance a ver a través de él.

Ni siquiera pone mucho esfuerzo en intentarlo tampoco, no tiene ganas de ponerse a renegar ahora.

Saca fuerzas de donde no tiene y empuja la puerta, abriéndola con cuidado y delicadeza.

El suave ruido de un rechinido agudo hace eco en el interior de aquel lugar concurrido, y la gente voltea hacia el idiota que abrió la puerta.

Julian da pasos cortos hacia el interior, siguiendo con el trabajo arduo y tortuoso de arrastrar los pies y hacer chirriar sus zapatillas desgastadas.

Levanta la vista para darse cuenta que sí, está en lo que parece ser una cafetería, y la gran mayoría está haciendo fila para obtener algo de comida.

Otros, como Paulo y su grupo de amigos, están sentados en mesas aleatorias. Por lo que Julian alcanza a ver, son de madera oscura y tienen una especie de banco largo debajo. Julian supone que es para sentarse.

A lo lejos, y mientras se forma en la fila, ve que Paulo le hace señas con las manos, como diciéndole que se siente con ellos.

Asiente, y es más un movimiento leve y cansado de cabeza que otra cosa.

Ha visto películas de Estados Unidos, dobladas al español claramente, y sabe que la comida en estos lugares suele ser un poco desagradable, así que simplemente toma un yogur al azar de los muchos que están en una de las heladeras frente a él, y elige también lo que parecen ser unas galletas de agua.

La verdad, espera que sea eso y no otra cosa, porque con la suerte que tiene y el inglés que maneja, es capaz de elegirse algo que después no le guste.

Con la misma pereza que lo caracteriza, se gira sobre sus pies y se decide a caminar hacia Paulo, el único que parece querer ser su amigo el día de hoy.

Hace lo que puede por moverse rápido para no llamar la atención, pero es que su cerebro aún sigue medio bloqueado desde hace un rato y no hay manera de volver a revivirlo.

Hay un rayo de sol que se cuela por los tragaluces que están en lo más alto de la pared, justo rozando contra el techo, y le da directamente en el rostro, haciéndolo sonreír.

Y Julian tiene esta preciosa sonrisa que da vuelta el mundo de cualquiera, que provoca que todos quieran observarlo y perderse ahí, en sus dientes bonitos y en las arruguitas que se le forman al costado de los ojos porque se le achinan.

english love affair [julian y enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora