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Las tres horas de viaje han sido eternas, sobre todo porque no se han dirigido palabra alguna en todo el camino.

La mano de Enzo aún permanece intacta en el muslo de Julian, apretando levemente cada tanto, como si se quitara la frustración con él.

Julian no tiene la culpa de que su padre sea tan exigente, y no ha querido hacerlo parte de todo esto, pero son situaciones que llevan a Enzo al límite y no le ha quedado otra opción que simplemente hacerlo para no recibir un castigo. 

Obviamente ha querido estar con Julian todo este tiempo, se ha imaginado tantas cosas que podrían haber hecho, y el simple pensamiento de tener que adelantar todo porque ya casi no les queda tiempo, pues en septiembre deben volver a clases, lo tiene mortificándose cada vez que abre los ojos.

Ha estacionado en un lugar oscuro y en lo más alto de una montaña, pues ese es el mirador más bonito que conoce y en el que sabe que se puede ver perfectamente el Tower Bridge iluminado.

Enzo quería que esto fuera un momento romántico, algo de los dos, pero simplemente Julian no ha querido hablarle, y eso que ha intentado sacar tema de conversación e incluso ha subido su mano más arriba de lo debido como para que, aunque sea, lo rete por tocarlo donde no quiere, pero ni siquiera eso ha funcionado.

Se siente un estúpido y el alma le pesa por haber roto el corazón de Julian, pero ya no hay remedio para eso.

El rostro enojado de Julian es iluminado solamente por la pantalla de su teléfono, en el cual ha estado demasiado ocupado desde que salieron de Holmes Chapel.

Según él ha estado hablando con su madre, pero la verdad es que sus dedos estuvieron tecleando mensajes informativos para Paulo, su compañero en el crimen.

Le ha contado cada paso que han dado hasta llegar a Londres, e incluso el inglés le pedía que no le contara tantos detalles; como por ejemplo, y en palabras de Julian, que Enzo estaba buscando acariciarle la pija.

Sí, definitivamente Paulo tiene un espacio ganado en el cielo.

Enzo suspira, cruzándose de brazos.

No ha manejado tres condenadas horas para que Julian no le preste atención. Quiere su atención. En silencio, se inclina hasta que su rostro se pierde en su cuello.

Please. — suplica, utilizando su acento inglés.

A Julian se le revuelve cada sistema y su corazón se agita en su pecho.

Enzo sabe lo que genera en él que le hable de esa manera.

¡Por Dios! odia a los ingleses, en serio.

Se llena los pulmones de aire, respirando entrecortado, y apaga el teléfono, dejando que vibre sobre su regazo.

— Quiero escuchar una buena excusa, Enzo. — pide, con los brazos cruzados a la altura del pecho. Voltea el rostro para golpear a Enzo con su mentón, obligándolo a que se aleje de su cuello.

Enzo suspira, y resignándose, deja un beso escondido en el cuello de Julian antes de separarse de él por completo.
Carraspea y vuelve a sentarse derecho en su lugar.

Estirando su mano por debajo, toma una palanca y desliza el asiento hacia atrás, dejando libre un espacio considerable, esperando a que Julian comprenda que lo quiere sentado sobre su regazo, o al menos un poco más cerquita.

Chasquea la lengua y palmea su pecho.

Es gracioso porque ninguno dice nada, simplemente se reclaman las cosas en silencio, a base de miradas que saben que explican todo, que los delata como si ya no fuera suficiente.

english love affair [julian y enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora