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Sentado en la mesada de la cocina, las piernas de Julian se balancean de adelante hacia atrás en un ritmo constante y borracho.

Tiene a Enzo metido entremedio de sus piernas, acariciando sus muslos con una de sus manos mientras que con la otra intenta preparar un fernet.

Julian aún no sabe cómo es que Nicolas tiene ese tipo de bebida en su casa.

Observa perdidamente el perfil de Enzo, lo bonito que se ve haciendo una acción tan natural como lo es preparar una bebida alcohólica.

Tiene el torso desnudo, así que Julian puede verle de cerca los tatuajes y, si le delinea alguno de ellos, es algún espejismo que Enzo siente, porque claramente no haría algo como eso.

¿O si?

En algún instante le ha besado el cuello y le ha dejado tres marcas de chupones a las que Enzo no se opuso, pues bien que ama demostrar que tiene a alguien. Sobretodo, que ese alguien es Julian.

Deja de acariciar a Julian tan sólo para inclinar el vaso y completar con coca-cola lo que resta.

Si Julian se queja, es porque está medio ido. Además, siempre necesita las manos de Enzo a su alrededor, no importa cuán peleados estén.

Julian extiende su mano para alcanzar el vaso, pero Enzo es más rápido y lo esconde detrás de su espalda.

—Un beso primero. —ordena, inclinándose hacia adelante para que sus rostros se encuentren más cerca.

Julian rueda los ojos, porque no comprende cómo Enzo puede ser tan niño a veces.

Igual, no se queja. Él ama besarlo. Tiene una sería adicción con sus labios.

Sosteniéndolo de las mejillas, lo acerca aún más a él. Roza suavemente sus narices, sonriendo cuando le provoca estas cosquillas en el alma, porque se da cuenta que siempre ha sido Enzo, y que él es un idiota por no aprovecharlo antes.

Desliza sus manos hasta su nuca, acariciando con delicadeza su piel y su cabello, y cierra los ojos, preso del sentimiento que le genera tener a Enzo cerca. Levantando el mentón, junta sus labios en un beso vago, lento, que apenas si hay un leve movimiento.

Enzo suspira, y todo su cuerpo se relaja entre los brazos de Julian. Le permite que lo sostenga con las piernas y que le abrace el cuello, que le bese los labios y que le respire cerca, porque ahora lo único que necesita es eso; sentirlo.

Deja el vaso sobre la mesada y sus manos viajan otra vez hacia sus muslos, acariciándolos de arriba a abajo por sobre la tela de ese pantalón aviador que Paulo ha comprado para que los dos fueran vestidos iguales.

Hay tantas cosas que Julian no sabe, y que Paulo es su ángel de la guarda es una de las que Enzo prefiere guardarse para él.

Separándose de sus labios paulatinamente, siente que se desvanece porque no lo tiene cerca. Un sonido asqueroso se produce cuando por fin han dejado de besarse, y sus manos deciden estancarse en la parte superior de los muslos de Julian.

Le besa la nariz, porque ha descubierto que es preciosa, y que ha sido hecha para que él apoye sus labios las veces que desee con tal de así demostrarle su amor.

—Ahora si. —murmura. Tomando el vaso plástico en su mano derecha, se lo ofrece a Julian, quien lo agarra sin dudar. Enzo vuelve a besarle la nariz.

—Te escucho hasta que se me acabe. —Julian accede, y no tarda en llevar el vaso hacia sus labios.

Enzo apoya las palmas de sus manos a cada lado del cuerpo de Julian sobre la mesada, manteniéndose erguido.

english love affair [julian y enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora