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Julian no ha dormido en toda la noche. Su cabeza ha dado vueltas y vueltas en el instante en que cortó la llamada con Rodrigo.

Le prometió que iría a dormir, que estaba cansado.

Lo único que hizo fue ahogarse en una botella de vino blanco, susurrándose a sí mismo que tenía que alejarse de Enzo, que debía reprimir todos sus sentimientos, olvidarse que le entregó hasta el alma, porque será imposible separarse en un par de meses.

Se odia. Detesta a Paulo por obligarlo a estudiar y a mantenerse en línea recta. Aborrece a Alejandro por pasarle los apuntes, y más aún a Alexis porque jamás nadie lo hará reír como lo hace él.

La puta madre, todo se le ha dado vuelta en menos de un par de horas, y no sólo habla de la cocina ahora que intenta ponerse de pie.

Ha escuchado la alarma en la planta alta, así que le da cinco minutos a su suerte antes que Paulo o Alicia bajen por las escaleras.

Contemplando el desastre que es su vida, va a ser su madre sustituta quien lo encuentre en ese estado de embriaguez total.

Se ha tomado toda su botella de vino, y no sabe por dónde empezar a pedirle perdón.

Los párpados le pesan y no siente los labios ni las extremidades, su respiración es lenta y pesada, densa, repugnante cuando aspira su propio aroma a alcohol.

El castigo de su madre ha sido demasiado severo, y mierda, Julian jura que jamás volverá a faltarle el respeto.

Tambaleándose por el pasillo, se asoma hacia las escaleras, alcanzado a ver una pincelada del cabello de Paulo.

El inglés parece verlo desde arriba, porque se regresa sobre sus pasos y se sostiene de las barandillas para observalo de pie en el medio del recibidor.

—¿Juli? ¿Estás bien?

—Nop. —hipa, lágrimas vuelven a acumularse en sus ojos. —Me tomé el vino de tu mamá. —se delata, levantando la botella vacía que sostiene en su mano derecha.

Paulo abre los ojos, sorprendido por la acción idiota que Julian ha tomado.

Agradece a todos los santos que su madre aún no se despierta y que ha sido él quien ha tenido la suerte de encontrarlo.

Corriendo escaleras abajo, se acerca hacia Julian, quien simplemente se sienta en el suelo, como si no estuviera pasando nada a su alrededor.

—¿Qué hiciste? —reprocha, tomándolo de las axilas para poder levantarlo.

Paulo siempre imaginó que Julian pesaría lo mismo que una pluma, pero ahora que todo su cuerpo parece estar desmayado, se da cuenta que no.

—Es que anoche... -—Julian solloza, hipidos le impiden una respiración normal. —anoche me enteré que me quedan un par de días con ustedes.

—¿Qué decís? Te volvés en marzo.

Paulo sostiene a Julian entre sus brazos y le quita la botella vacía. Caminando juntos en dirección hacia las escaleras, la esconde detrás de un jarrón, ocultándola de su madre.

Ese vino, además de ser carísimo, tiene un valor sentimental para Alicia, y Paulo detestaría que su madre odiara a Julian.

Arrastrándolo por los pasillos, e intentando que se mantenga en silencio, porque Julian borracho es insoportable; habla hasta por los codos, lloriquea e incluso se pone romántico, intenta llegar a su habitación.

Paulo ha lidiado con gente ebria, pero nadie como Julian.

Argentino de mierda.

Entrando a la habitación que, culpa de su mala suerte, comparten, cierra la puerta tras ellos, encerrándolos.

english love affair [julian y enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora