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Es la primera vez que Julian llega temprano al colegio.

Realmente, merece un premio por eso.

El sol se levanta en lo más alto del firmamento, colándose a través de los árboles de la cancha de fútbol y atravesando los ventanales enrejados del colegio, iluminando el interior de las aulas y los pasillos silenciosos, acariciando suavemente el rostro de algún trabajador que está cumpliendo con sus tareas.

Y Julian, aburrido y jugando con su suerte, ha decidido averiguar dónde mierda están los baños de una vez por todas.

Aunque también es porque se hace pis.

Julian no tiene retención, su vejiga no sirve para eso.

Así que mueve sus pies, enfundados por sus adidas blancas, siguiendo las direcciones que le dieron desde administración.

Entendió la mitad de ellas, claramente, pero eso no va a contárselo a nadie.

Sus ojos vagan por cada cartel que está pegado en las paredes, rogando que el próximo que lea sea el de los tan ansiados baños.

Lo único que se escucha a estas horas es el murmullo de alguna conversación en inglés a la que mucho no le presta atención, dado que no entendería de todas formas.

Sabe que no falta mucho para que el timbre toque y los obliguen a encerrarse en una habitación de cuatro paredes a sufrir los castigos por querer aprender, y eso le hace doler la cabeza de una manera sorprendente, incluso para él.

Suspira y rebusca entre sus bolsillos su etiqueta de cigarrillos, importándole poco y nada si hay sensores o incluso cámaras. Necesita fumar si va a aguantarse otro día ahí.

Las yemas de sus dedos tantean el frío del paquete, y no duda en tomarlo, haciendo crujir el plástico transparente en el que está envuelto.

Entre sus manos, despedaza el envoltorio y lo lanza al basurero más cercano, porque si, hay uno en cada esquina, y levanta la tapa, observando las cabezas doradas de su más preciada pertenencia.

Se acerca la etiqueta a la nariz y aspira el olor a menta y tabaco, cerrando los ojos para disfrutarlo, para apreciar el aroma tan único de esos cigarrillos que le recuerdan un poquito a su Argentina.

Saca uno del paquete y se lo lleva a los labios, manteniéndolo apagado mientras vuelve a guardar la etiqueta y levanta la vista para darse con que, por fin, ha llegado a los baños.

Balanceando el cigarrillo, se apresura a cruzar el arco que da inicio a los baños, cubiertos por un silencio atemorizante.

Julian es consciente que no está en una película de terror, pero uno nunca sabe cuándo es que un loco puede aparecer de la nada e intentar asesinarte.

Así que, reuniendo valor y coraje, simplemente se adentra a las profundidades oscuras de ese misterioso recinto lleno de inodoros y urinarios.

Enciende la luz con el interruptor que está a su costado, y sus ojos se abren en total sorpresa cuando se encuentra con un baño más lujoso que el de su propia casa.

Cada pieza de porcelana blanca reluce de limpieza, brilla reflectando las luces frías sobre ellos, hay un enorme espejo de cuerpo completo frente a él, y otro sobre la mesada que contiene esta grifería que asegura es más cara que la Casa Rosada.

Traga saliva y se quita el cigarrillo de los labios, guardándolo en el bolsillo porque ahora le ha dado cierto tipo de pena encenderlo y manchar algo.

Camina un poco más, en dirección hacia el espejo de cuerpo completo, logrando verse en él, y se da cuenta que tiene el cabello completamente despeinado.

english love affair [julian y enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora