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La primera semana de agosto vuela en el calendario.

Las vacaciones de verano resultan ser un hermoso tormento para cada vecino en el barrio de Julian, porque todos se encuentran en las veredas, con la música haciendo explotar los parlantes, con vasos que contienen alguna bebida alcohólica - menos el de Julian. Él está tomándose un mate, transpirando en calor pero disfrutando de esa infusión que lo hace viajar por sus recuerdos y lo regresa a la costa, a un finde con sus amigos o incluso al domingo después de almorzar.

El motor de algún que otro auto deteniéndose, o los portones levantándose para darle la bienvenida a los dueños de casa, se escucha amortiguado, casi como un eco, por sobre todo el griterío de adolescentes y niños que disfrutan de su tiempo libre.

Al parecer, Enzo le ha prometido a Julian que lo llevaría a conocer un poco del pueblo, e incluso tomarían un tren a la capital. Pero, lo que Julian no sabe - O prefiere ignorar -, es que a veces Enzo suele ser un poco mentiroso.

Siempre encuentra la excusa perfecta para posponerlo para el otro día, que es justo cuando tiene actividades pendientes y no le queda otra que cancelarle a Julian.

Así que Julian ha terminado por creer que Enzo no quiere llevarlo a ningún lado y que sólo le ha dicho eso para mantenerlo contento.

Paulo, quien está a su lado con un vaso de cerveza, le ha repetido un millón de veces que no tiene que ponerse mal por eso. Otras tantas le ha dicho que es culpa suya por meterse con él, porque ya se lo había advertido, pero, como es un desobediente por naturaleza, no ha hecho caso.

Julian simplemente rueda los ojos, mordiéndose la lengua para no mandarlo a dormir y pedirle que no se despierte nunca más.

Es consciente que Paulo es su único amigo, además de Alejandro, así que no quiere arruinar su amistad por un inglés que da buenos besos, tiene unos hermoso ojos marrones y una sonrisa encantadora, además de todas esas cosas que hacen que Julian se derrita completamente por él.

A estas alturas ya no es sorpresa que Julian está hasta las manos con Enzo, y no va a negarlo.

Dejando el mate improvisado (con un vaso de plástico, yerba y un sorbete de metal), y teniendo absoluto cuidado con la pava hirviendo a su derecha, se deja caer sobre el césped recién cortado del jardín de la casa de Paulo.

Cierra los ojos mientras piensa en las pocas veces que ha podido ver a Enzo en lo que van de las vacaciones, y se siente triste de alguna manera. Él en serio esperaba que pudieran estar todo el tiempo juntos, pero al parecer el padre estricto y mafioso de Enzo se los ha impedido.

Sí, quizás Paulo abrió la boca y ahora Julian conoce un poco más de la vida privada de su amorío inglés.

Despega sus párpados con un suspiro, observando el cielo despejado sobre él, y rebusca en el bolsillo de su campera, un cigarrillo.

Tomando la cajetilla entre sus manos, elige uno al azar y se lo lleva a los labios, encendiéndolo con una calada profunda.

— ¿Qué pasa? - Paulo pregunta, dejándose caer a su lado.

— Nada. — Julian contesta, cortante y sin mirarlo. Estira su mano para entregarle el cigarrillo humeante.

Han adquirido esta costumbre desde que Paulo se despertó una madrugada y encontró a Julian fumando solo en el balcón. Es como su manera de decir "te escucho, aunque no quieras hablar".

— Ya vas a ver que va a venir. — el inglés da una larga calada al cigarrillo y luego se voltea sobre el césped. Quedando de panza al suelo, extiende sus dedos para encajar el pucho entre los labios de Julian.

english love affair [julian y enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora