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Es sábado, alrededor de la una de la madrugada, y el descapotable rojo de Paulo detiene su motor frente a la casa de Nicolas.

Julian está sentado en el asiento de atrás, sus pies golpetean constantemente contra las alfombras limpias, sus dedos entrelazados comienzan a crujir cuando se los aprieta por pura inercia y, en señal de nerviosismo, su labio inferior está siendo destrozado por sus dientes.

Pueden pasar tantas cosas dentro de esa casa, que el miedo lo carcome desde adentro.

Se llena los pulmones de aire, siendo errático cuando sus pulmones se detienen a mitad de la bocanada y un suspiro pesado se escapa de sus labios.

Mierda.

Traga saliva cuando dirige su mirada hacia el frente, encontrándose con los ojos claritos de Paulo por el espejo retrovisor. Él niega con la cabeza, y tiene esta sonrisa burlona en el rostro que Julian no piensa ignorar.

— ¿Qué? — inquiere, levantando el mentón.

— ¿Asustado?

Julian rueda los ojos. Una de sus manos se entromete en los bolsillos de su skinny jeans oscuro y busca rápidamente la etiqueta de cigarrillos.

La encuentra sin tantas vueltas y saca un Marlboro red para llevárselo a la boca.

— Nunca. — murmura, el tabaco saltando entre sus labios y amoldándose a su cavidad.

Alejandro deja escapar una carcajada desde el asiento de adelante, habiendo prestado atención a cada movimiento de Julian desde que salieron de la casa de Paulo.

Alexis quien está sentado al lado de Julian, se encoge de hombros en cuanto cruzan miradas.

I'm taking one. / Me llevo uno. — le dice, con su acento inglés. Estira sus dedos blanquecinos y largos hacia la etiqueta de cigarrillos abierta y roba uno, metiéndolo a sus labios antes que Julian siquiera pueda decirle algo. —Fanksssss Juli. / Gracias Juli.

Y eso es suficiente para que Alexis se deslice por los asientos y salga a la calle, dejando a un Julian con el ceño fruncido y el corazón latiéndole con velocidad en el pecho, con ganas de quebrarle las costillas por el miedo y la ansiedad que siente a entrar en esa mansión.

Porque sí, la casa de Nicolas es una mansión, con todas las letras.

Dos pilares blancos, iluminados por luces de colores, sostienen un segundo piso completo, con balcones hacia la entrada que no resulta ser nada más que un parque de césped verde brillante y mojado por algunos aspersores que se encienden con sensores.

El porche es de madera oscura, contrastando con lo claro de las paredes y la puerta barnizada.

La gente está dispersa por todo el frente, con cigarrillos humeantes que iluminan las penumbras de la noche y vasos rojos con alguna bebida alcohólica.

— Bueno... — Alejandro inicia. — Creo que es momento de bajar.

Julian aprieta sus párpados y mordisquea la punta del cigarrillo dentro de su boca.

Está cagado de miedo. Pero debe entrar.

La música se escucha amortiguada a todo volumen desde adentro del auto, incluso el rumor de conversaciones aisladas llega a los oídos de Julian.

Se dice a sí mismo que no puede quedar como un idiota frente a sus amigos, aún así la emoción y los nervios lo estén consumiendo desde adentro.

Le ha prometido a Nicolas que iría, así que no puede decidir regresar a la casa y hacer de cuenta que nada de esto está pasando. Además, no está solo.

english love affair [julian y enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora