Los ronquidos de Paulo inundan la casa en penumbras.
Las sombras de la noche se entrometen a través de las cortinas translúcidas de la sala de estar.
El suave ruido de la copa de los árboles bailando con el viento es amortiguada por las aberturas de madera.
Y Julian, un pequeño desobediente, se mueve en puntas de pie en dirección al garaje, habiendo dejado con anterioridad, pegada en la heladera, una nota pidiéndole perdón a Paulo por usar su auto.
Si, probablemente peleen por eso si no llega a tiempo antes que se despierten.
Aún sigue con su pijama, pero se ha lanzado una campera por los hombros, y los cordones de sus zapatillas están, a duras penas, atados.
Julian jamás fue un buen vidente, mucho menos en la oscuridad, así que está haciendo lo imposible para no llevarse nada puesto y provocar un escándalo de ruidos tormentosos e interminables.
Contiene la respiración cuando, bajo la palma de sus manos, siente la frialdad de la puerta que lleva al lugar donde los autos descansan placenteramente toda la noche.
Las llaves tiemblan en sus dedos frágiles cuando las dirige hacia la cerradura, embocándolas sin hacer demasiados trucos.
Es tan fácil como hacerlas girar hacia la derecha para que la puerta se abra lentamente y, para su suerte, sin hacer ningún sonido extraño.
Suelta el aire que ha retenido en estos cortos segundos que ha estado haciendo cosas ilegales, y se adentra en completo silencio al garaje.
Se mete las manos en los bolsillos del pantalón para buscar su teléfono y encender el flash, utilizándolo como linterna silenciosa y disimulada en el baile de sombras que resulta ser todo el lugar.
La luz se enciende con un sólo movimiento de sus dedos y apunta hacia el frente, justo donde se supone que deben de estar los autos.
Jadea en silencio ante la maravillosa vista.
No sólo uno, si no una flota de autos están estacionados debajo de este enorme galpón de chapa.
De diferentes colores y marcas, uno más lujoso que el anterior, y todos nuevos y perfumados.
Julian comienza a creer que es todo una mala idea, pues no tiene dinero para pagar el repuesto de cualquier cosa que se le llegue a averiar.
Se gira sobre sus pies y alumbra al pequeño perchero detrás de él. Las llaves brillan reflectando el flash intenso de su teléfono, y es entonces cuando se permite elegir una al azar.
Tiene un llavero color celeste, así que supone que el destino se lo ha puesto en el camino porque ese es el correcto.
Aprieta la alarma y, sin sonidos delatores, salta, encendiendo las luces del vehículo.
Resulta ser un descapotable y color rojo, digno de ser utilizado en una película.
Vaya a saber Dios si es que no ha sido usado para alguno de esos filmes de acción.
Julian corretea a través de la sala para tocar el botón que abre el portón, aunque no tenga idea de cuál sea.
En este momento es cuando empieza a creer que sus plegarias al universo han funcionado, pues está teniendo demasiada suerte.
Espera no gastársela toda esta noche.
La chapa blanca, que seguro sale más que todos sus órganos, se desliza hacia arriba y sin emitir sonido alguno, dejándole ver lo estrellado del anochecer.
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english love affair [julian y enzo]
FanfictionLa madre de Julián, cansada de que su hijo no se comporte como debe, decide mandarlo al exterior a finalizar su último año en la "High School Hastings", ubicada en Inglaterra. Julian es argentino, y odia a los ingleses. Enzo es el encargado de enseñ...