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Azotando la puerta de entrada, Julian comienza a caminar empujando el cuerpo de Enzo a través del recibidor de la casa de Paulo.

Ambos llegaron a la conclusión de que la casa de Julian quedaba más cerca.
Sus labios juntos y sus dientes colisionando, son quienes marcan el ritmo de la orquesta que genera la música para ponerle ruido al silencio ensordecedor que baña la casa entera.

Con manos ávidas, Julian recorre todo el pecho de Enzo, poniéndole de excusa que lo está guiando a su habitación.

Después de tanto, Enzo ya no se preocupa por si Julian le está mintiendo para poder tocarlo; sólo se permite caer en la tentación que resultan ser las yemas cálidas de sus dedos que corren un rally en la pista de su abdomen, repasando cada músculo que se tensa ante sus toques.

A las tratabilladas, logran subir el primer tramo de las escaleras, deteniéndose en el largo escalón alfombrado que sirve de descanso.

Los elegantes dedos de Enzo se enriedan en las hebras del cabello que crecen en la nuca de Julian. Tirando de ellas, lo aleja de sus labios, terminando con el beso por un segundo.

La bocanada de aire que ambos toman resulta ser tan sonora que es hasta graciosa, siendo acompañada por la manera en la que sus pechos se hinchan al recibir el oxígeno que se estuvieron privando por destinar todas sus fuerzas a la unión desordenada de sus labios.

Enzo le sonríe, barriendo con su vista el cuerpo de Julian. Está completamente sudado, con los pantalones un poco más abajo de la pelvis, dejando ver apenas el inicio de la v marcada en la parte baja de su abdomen y el tatuaje de Las Malvinas resaltando en lo brillante de su piel.

Frunce el ceño al notar que no tiene zapatillas, pero luego las encuentra amontonadas a un costado de la puerta, junto a las suyas.

Piensa que puede acostumbrarse a llegar de la escuela y encontrar sus zapatos a un lado de los de Julian.

Julian intenta acercarse de nuevo, con labios juntos y ojos cerrados, en busca de iniciar otro beso fogoso que los deje con ganas de más, pero Enzo es más rápido y extiende su brazo, logrando que su palma choque contra el pecho desnudo de Julian.

Julian gruñe en una queja, frunciendo el ceño al mismo tiempo que sus brazos se cruzan a la altura de sus pectorales.

—¿Qué? —inquiere, comportándose como un nene.

Enzo se muerde el interior de las mejillas mientras rebusca algo en el interior de los bolsillos de su pantalón de aviador color naranja.

Es muy cómodo, y está pensando en no devolvérselo a Paulo.

—Espero que sepas muy bien cómo usarlas. —murmura, y lo que parecen ser unas esposas afelpadas de color negro se balancean en la punta de su dedo índice.

Julian contiene la respiración.

Él bromeaba con esposar a Enzo a la cama, pero al parecer se ha tomado demasiado en serio su disfraz.
Levantando las cejas, estira su mano para tomar el artículo que cuelga de la punta del dedo de Enzo.

—Supongo que me enseñarás.

—Mmm. —los ojos de Enzo ruedan alrededor de sus cuencas, mirando hacia el techo. Frunce los labios y se encoge de hombros. —Podrías averiguarlo mejor.

Tirando del elástico de sus pantalones, Enzo atrae a Julian contra su pecho otra vez.

Estira su cuello para encontrar sus labios, pero Julian corre su rostro hacia atrás. Su espalda está apoyada contra el barandal de la escalera.

Sonríe, sus ojos caen a los labios de Enzo.

—¿No te parece que vamos muy rápido? —pregunta, burlándose de él.

english love affair [julian y enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora