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La puerta de la habitación de Enzo es azotada por Julian, quien, apoyando su palma sobre la cabeza de Enzo, lo acorrala contra la lámina de madera oscura.

Sus labios no se han despegado ni por un segundo, demasiado ocupados en besarse como para pensar en algo más.

Enzo aún sigue desnudo, excepto por esa fina pieza de ropa que Julian no piensa quitar.

Sus manos tantean el cuerpo del inglés, recorriendo la curva de su cintura y arrastrándose hacia sus caderas, donde sus yemas acarician y se deleitan con la suavidad y el calor de la dermis de Enzo.

En algún instante que Julian recuerda muy vagamente, Enzo le ha arrancado la camisa y la ha lanzado por algún lugar de la enorme sala que cruzaron a las tratabilladas. Jadeando sobre los labios del otro, puede perderse en el momento en que él le quitó el saco y lo dejó caer sobre las barandillas de las escaleras.

Se ha sacado los zapatos antes de cruzar la puerta de la habitación de Enzo, así que en el instante en que percibe las yemas de los dedos del inglés en la pretina de su pantalón, no se preocupa por nada más que eso; el sentimiento de chispas que recorren cada parte de su cuerpo cuando sus pieles se encuentran.

Su lengua se mueve salvaje y atrevida dentro de la cavidad de Enzo, recorriéndola por completo, saboreando el gusto al chicle de menta mezclado con los cigarrillos de uva que le robó al viejo.

Porque sí, para poder realizar un viaje tranquilo y sin accidentes, decidieron que lo mejor sería compartir un pucho. Aunque, siendo sinceros, la mano de Julian jamás se movió del muslo de Enzo en ningún instante.

Aprieta sus párpados cuando la mano de Enzo, fría a comparación del infierno en sus pantalones, envuelve su miembro, comenzando a masturbarlo en el espacio reducido en sus calzoncillos.

—No... —gime, desesperado.

Enzo, atorrante, pasa lentamente su dedo pulgar por el glande. Presiona.

—¿No qué? —pregunta, la sorna desborda de sus labios.

—Que... que... vamos a la cama. —Julian responde, jadeante, intentando buscar una respiración que no le alcanza, no cuando Enzo se deja caer de rodillas frente a él.

—La cama es para después.

Y eso es todo lo que dice antes de enganchar sus dedos en el elástico de la ropa interior de Julian y tirar de ella hacia abajo, dejando libre su miembro duro y erecto, goteando pre-semen.

Se relame los labios, acercándose un poco hacia esa carne caliente, ardiendo en desesperación por obtener un poquito de la atención que tanto necesita.

Julian cierra los ojos, su cabeza cae hacia atrás, golpeándose la coronilla, por pura inercia, por la anticipación de no saber qué es lo que pasa por la cabeza de Enzo ahora, cuando sus manos grandes y suaves recorren sus piernas, subiendo por sus pantorrillas y dirigiéndose hacia sus muslos.

Julian nunca se ha sentido tan a gusto permitiendo que alguien posea su cuerpo.

Abre la boca para respirar en el instante en que los dedos de Enzo se graban en el interior de sus muslos, apretando su piel con tanta fuerza que dejará marcas violáceas.

—¿Te puedo sacar esto? —Julian pregunta, en un murmullo apenas audible. Sus dedos tocan delicadamente el marco de los lentes de Enzo.

El inglés se tensa por completo.

Piensa que Julian ya lo ha visto sin lentes, que ha estado una gran parte de la noche sin ellos. No le haría nada malo estar desnudo cuando están a punto de hacer el amor.

english love affair [julian y enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora