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Julian camina detrás de Enzo, persiguiéndolo como si estuviera solo y no conociera a nadie más.

Se siente intimidado y nervioso hasta los huesos, incluso cree que el alma y el corazón pueden llegar a salírsele del cuerpo en el instante en que se detienen frente a una puerta de madera blanca.

Julian intuye que debe ser la habitación de Nicolas, e incluso no le sorprendería.

Aún tiene vivo el recuerdo de Enzo dejándose besar por esas mujeres, y no sabe si también se han estado intercambiando salivas, así que eso también le juega en contra ahora.

Se llena los pulmones de aire con una respiración entrecortada y le pide al universo por última vez tener por lo menos un poquito de suerte.

Enzo estira su mano hacia el picaporte, y en completo silencio, tira hacia abajo, abriendo la puerta.

Un sudor frío le recorre la espina a Julian en cuanto ve una cama de dos plazas y algunos muebles que adornan el interior de esa habitación con paredes pintadas de azul y un par de luces decorando el techo.

Traga saliva cuando sus ojos, vidriosos por el alcohol, se dirigen hacia el rostro de Enzo, quien simplemente hace un movimiento de cabeza, señalándole que entre, sin ninguna expresión que delate si está emocionado o si simplemente hace esto para no quedar mal frente a sus amigos.

Julian asiente levemente, y sus pies tiemblan cuando intenta dar el primer paso.

De todos modos, reúne fuerzas de donde no le quedan para cruzar la puerta y quedar en el interior de esa habitación que supone es la de Nicolas.

Lo sabe porque hay una pequeña repisa con varios trofeos dorados, ocultos bajo las sombras de la noche, y un par de gorras como la que le vio puesta apenas ingresó a la vivienda.

Se dirige hacia la ventana, como si hubiera estado en esa casa antes, y levanta el postigo, dejando que el aire se cuele hacia adentro y que la luz de la luna descubra una pequeña franja del suelo.

Busca un cigarrillo en sus bolsillos cuando ve a Enzo cerrar la puerta, y se lo lleva a los labios. Encendiéndolo en tiempo récord, saca el brazo por la abertura, permitiendo que las cenizas caigan hacia abajo y el humo se escape de sus labios.

Enzo se muerde el interior de sus mejillas, moviéndose en dirección hacia la cama.

Manteniendo una expresión despreocupada e inteligible en su exterior, se lanza hacia el colchón, donde su interior puede retorcerse de los nervios que le genera estar encerrado en una habitación con Julian.

Sabe que sus amigos no vendrán a molestarlo en siete minutos, ni siquiera en diez, porque es algo que ya tenía organizado desde mucho antes y cada uno va a mantener su lugar en la sala si no quiere pasar un año de mierda.

Cruza sus piernas una sobre la otra, sus zapatillas sucias cayendo hacia abajo, lejos del cubrecama blanco.

Carraspea.

— ¿Todo bien? — inquiere, con un rastro de sorna deslizándose de sus labios.

Julian no contesta, se mantiene en silencio, observando a la gente por la ventana y disfrutando de la brisa que se entromete y hace bailar las cortinas. El cigarrillo se consume entre sus dedos y cada tanto permite que le marchite los pulmones cuando da una calada.

english love affair [julian y enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora