5. Only her.

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—No puede ser —mascullaba—

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—No puede ser —mascullaba—. Dios, ¡haz algo!

—¿Y qué hago?, ¿abro las puertas cual Hulk? —bramé—. Por Dios, espera que lo arreglen —presioné el timbre de alarma—. Quizás así lleguen más rápido.

Lisa soltaba blasfemias. La idea de quedarse atrapada conmigo parecía desagradarle. Y la entiendo, nadie quiere quedarse atascado en un elevador, pero ahora mismo, no estábamos para soltar maldiciones ni mucho menor alterarnos.

—No sabe la gravedad del asunto. Esto es horrible —hizo el vago intento de abrir las puertas, y por alguna razón, eso me provocó ternura—. Haga algo.

—Pero no puedo hacer nada –bufé— Estas loca. No nos quedáremos sin aire...

—Pero sabrá Dios cuando regresen para salvarnos —maldijo por lo bajo—. Desearía jamás haber entrado a este ascensor con usted, es más, si logro salir con vida de aquí jamás volveré a hacerlo.

Rodé los ojos, —Que irritable eres, ¿cómo te pude elegir como mi secretaria?

—No lo sé, pero tranquila, pienso renunciar a esta pasantía —dijo con naturalidad.

Ya un poco más calmada, se recostó de la pared del ascensor, y yo hice lo msimo pero quedando frente a ella. Y aunque no lo diese a demostrar, estaba tan o más preocupada que ella. No me apetecía quedarme atascada en un ascensor, pero si empezaba a volverme loca, quizás jamás saldríamos de aquí.

Esto jamás me gustó. No me gustaban los espacios cerrados, y empezaba a ser una tortura a sólo minutos de estar encerrada aquí. Lisa se abrazaba a sí misma, y cerró sus ojos, murmurando cosas intangibles. Fruncí el entrecejo, y escuché atenta.

—Que termine, que termine... —repetía una y otra vez.

Cosa que me asustó. Ella parecía estar entrando en un ataque de pánico o ansiedad, se limpiaba las manos de su vestido. Ya esto no me daba gracias.

—No tardan en rescatarnos —mencioné.

Lisa se mofó, —Claro. Seguro moriremos aquí —habló bajito.

—Deja de decir eso, no haces más que comportarte como una jodida niña.

—Uy, sí, y usted se comporta muy adulta. Déjeme en paz, y hágame el favor de no mirarme —giró su rostro hacia otro lado—. Quiero pensar.

Quiere pensar.

No es momento para pensar.

Diría que quedarme encerrada con Lisa no es lo peor del mundo, pero sí lo es. Era una persona muy rencorosa, por algo que ocurrió hace años y de lo cual yo no estaba al tanto hasta los otros días. Y todavía no termino de entender, el porqué de su preocupación por dicha mujer. Eso es una incertidumbre.

The River. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora