16. What The Hell Are You Doing?

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No pensé jamás estar sentada en la misma mesa que por lo menos, un familiar Kim

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No pensé jamás estar sentada en la misma mesa que por lo menos, un familiar Kim. Ni mucho menos, pasó por mi mente, estar escuchando comentarios y anécdotas.

Después de todo, mi plan era muy diferente. Acercarme a Jennie para conseguir más información pero se me salió de las manos. Y en este momento, simplemente rio y escucho atentamente, todo lo que dice Bill, esposo de Suní. Ambos me caen bien, ambos son personas amables.

Nada que ver con lo que tenía pensando, cuando conducía a esta dirección. El lugar no sólo es tranquilo, sino hermoso.

Lleno de vegetación, y Bill me comentó que no muy lejos de aquí, hay un hermoso rio con una cascada. Y sin duda alguna, mi intención es conocerla.

Aquí hay muchos animales, y por supuesto, mucha familiairidad, me recibieron de una manera muy linda. Me sentía cómoda, e incluso, me atrevería a decir que en mi mente, pensé que sería todo lo contrario.

Y estaba lista para responder a cualquier pregunta mal intencionada que saliera de aquella familia.

Pero encontrarme con una mujer amable y un hombre tan empático  como Bill, fue todo una maravilla.

Mi corazón se sentía como en casa. Y después de todo, no me molestaba tanto pasar tiempo con Jennie. La cual ahora mismo, se encontraba frente a mí, cortando la Lasaña para meter un poco a su boca.

De vez en cuando mi mirada se detenía en ella, sin ser planeado, buscaba su mirada, o algo que me llevase a que mi corazón diera un salto. Porque eso ocurre cuando Jennie me mira.

Mi corazón se emociona, y mi mente se nubla, pero todo en buen sentido. Y dejo de pensar en lo de afuera, y en darle vueltas a lo mismo. Ya no me interesa buscar pruebas, no me interesa averiguar y buscar a la persona que causó la muerte de mi madre.

Aunque sé que hay mucha verdad que averiguar. Cuando miro a Jennie, y más como está ahora, con ese brillo en sus ojos y sonriendo. Conversando, y parece ser, que olvidándose de todos los negocios que la rodean o la empresa, me da gusto.

Porque su sueño es otro. Y me gustaría pedirle disculpas otra vez, por no ver más allá de mis narices.

—Esto está delicioso, Suni —dije con una sonrisa en mis labios—. Comería hasta diez platos.

—Puedes hacerlo, yo encantada la cocino. Pero eso sí, para la próxima, tendrás que probar una carne que me sale para chuparse los dedos —presumió de su buen arte culinario.

—Me encantaría... —busqué la mirada de Jennie—, claro, si se vuelve a dar la oportunidad.

No la odio.

The River. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora