26. DayLight.

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Teníamos horas para lograr que Jennie se aprendiera la coreografía

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Teníamos horas para lograr que Jennie se aprendiera la coreografía. Luego de largas horas en la noche, en la cual no hicimos más que conversar. Hablar sobre nuestra niñez, nuestras ciudades. Creo que logramos conectar mucho más.

E incluso, recordar un poco las primera veces en el ascensor. Nos reíamos de eso, porque era divertido.

Y era aun más divertido quedarse despierta mientras Jennie cerraba su ojos y dormía. Yo la mirada, no dejé de hacerlo hasta las tres de la madrugada, donde pude admirar sus facciones. Sus hermosas mejillas, su nariz, sus labios entreabiertos.

Le dije de mil formas cuanto la amo, todo mientras dormía, pero espero que entre sueño lo haya escuchado. A la mañana la desperté con un desayuno, y luego de ahí, la ayudé a arreglar unos papeles. Es el tipo de mañana que yo siempre deseé, y Jennie me estaba dando la oportunidad de vivirla.

Cuando me abrazó por el frío, se aferró a mí, y a mí me di cuenta de algo; no estoy lista para dejarla ir. Cerré mis ojos y la imaginé con alguien más. Me provocó escalofríos.

Dejé un casto beso en su frente y yo también la abracé. Sonreí y quedé ahí.

A sabiendas de que el día de mañana me despertaré queriéndola igual.

—Jennie, sigue mis pasos —le pedí por decima vez—. Tienes que seguir la coreografía.

—Estoy muy cansada, Lalisa —se dejó caer en el piso del departamento—. Permíteme descansar.

—Jennie —me puse en cuclillas—. Tenemos que terminarlo para esta noche, rogaremos por una segunda oportunidad —tomé su mano entre la mía—. Vamos, arriba.

—No quiero, Lili —giró en el piso—. Mejor otro día.

Sonreí, –Quisieras. Pero no. Esta coreografía tiene una parte muy compleja.

Jennie se puso de pie y colocó la musica desde el principio. Me quedé a un lado analizando sus pasos y que no pisara mal. Entrecerré la mirada y busqué cualquier fallo para que estuviese perfecto.

Retrocedí para darle espacio, y seguir mirando los pasos. Algunos pequeños, otros que requerían de más fuerza y energía. Sonreí cuando noté que lo hacía perfecto, y que de verdad le ponía corazón. A Jennie le gustaba bailar, ponía empeño, su corazón en el baile.

La sonrisa cuando notaba lo bien que le salían los pasos, o el hecho de que, se aferraba tanto al deseo de hacerlo bien, que sin así quererlo transmitía la energía del baile. Y es que, se sabe cuando algunas personas nacen para esto.

No sólo baila por bailar; baila porque le apasiona. Lo hace con el corazón.

Cuando culminó, empecé a aplaudir con una sonrisa. Jennie se colocó de pie, agotada y temblorosa. La coreografía de por sí ya era difícil, y con la energía que ella le implicaba, lo era aun más.

The River. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora